jueves, 4 de agosto de 2016

Renée de Pallás: aquella Chica del 17

Renée de Pallás, toda una vida
dedicada al Arte, con mayúsculas.
A los 79 años, la actriz Renée de Pallás confesaba en una entrevista (1): «Tengo las mismas ganas de vivir de siempre, las mismas ideas. Yo he hecho de todo en esta vida, hasta he escrito programas de televisión, cosa que nadie lo sabe. Soy montañera, toda mi vida practiqué el esquí de nieve, hasta hace pocos años. Todavía cuento las horas para salir de viaje y conocer otro mundo. Ahora no estoy muy bien, la recaída fue fuerte, me vi grave, pero ya verás como en un mes estoy como una uva, dispuesta a subir montañas otra vez».

La veterana artista se refería a una fuerte bronconeumonía padecida luego de regresar de Francia, donde había viajado en compañía de unas amigas y que la mantuvo en cama durante varios meses. «Esta vez no llegó mi hora, será para después», diría en esa ocasión.

Después fue un año más tarde, luego de varias recaídas a causa de fuertes afecciones bronquiales que la mantuvieron hospitalizada en el Urólogico San Román durante una semana, hasta la mañana del 14 de noviembre de 1987. Su médico de cabecera, el doctor Reinaldo Muñiz Cano, le comentaría a la periodista Corina Yépez, del diario Panorama: «Luchó contra viento y marea como una “generala” para seguir con vida». Tristemente, su cuerpo no pudo ganar esta fuerte batalla, a pesar de ese espíritu indómito que la acompañó siempre.

Fuente: Diario Panorama
A Renée de Pallás la recordamos como una abuelita, a veces dulce, en otras una villana de alto vuelo, pero siempre haciendo gala de su profesionalismo al frente de los papeles que le encomendaran. Su vida transcurrió entre el teatro de revistas, la música, la radio y la televisión, donde supo ganarse el respeto y la admiración de todos quienes la conocieron y del público, que siempre le fue fiel.

Su nacionalidad siempre ha sido motivo de polémicas: se ha señalado que era cubana, española y hasta argentina. Sin embargo, ella misma develó sus orígenes venezolanos. Sus padres, el español Manuel Pedroso y la cubana Josefa Cabal, viajaron de España a Venezuela en 1906 para pasar unas cortas vacaciones en Trujillo, en una hacienda de un amigo, donde podían ordeñar vacas, comer carne fresca, además de respirar aire puro. «Un año después nací yo. Inmediatamente mi familia se fue a Cuba. Luego mi padre vendió todo y nos fuimos a España. Allí pasé muchos años y por eso conservo este acento».

Nació, entonces, el 12 de enero de 1907 con el nombre de María del Carmen Pedroso Cabal. De niña estudió ballet clásico, arte, pintura y música. Era muy soñadora y tocar el piano se convirtió en su pasión.

Su debut en la actuación se produjo de manera fortuita a los seis años de edad en Santiago de Compostela: «Necesitaban una niña para una obra de teatro a beneficio y por tratarse de esto último mi padre aceptó. Tuve un éxito tremendo aunque creo que fui novelera desde que nací».

Fuente: Foro Recordar es vivir.
Las telenovelas del ayer.
Siendo que su vocación ya estaba determinada, María del Carmen empezó a trabajar en el mundo del entretenimiento desde muy joven, especialmente en lo que llamaban teatro de variedades y revistas, que combinaban el canto con la interpretación de zarzuelas y obras ligeras. Los viajes eran frecuentes y en uno de ellos conoció al que sería el gran amor de su vida: el maestro de música Jesús Pallás Astorga, nacido en Cádiz el 18 de octubre de 1891. Sin pensarlo mucho, se casaron. Ella tenía 19 años y él casi le doblaba la edad.

«Nunca me gustaron los jovencitos. Siempre he sido muy madura para mi edad, creo que en parte porque viajé mucho y él era ya un hombre. Nunca más volvió a existir otro para mí», expresó en una entrevista. «Era un gran músico, muy buen amigo de sus amigos. Lo quería todo el mundo. Era muy inteligente, muy guapo y elegante. Lo tenía todo, un gran don de gente. Era muy grato estar con él».

Fuente: rauldario.blogspot.com
Tan grato fue que sacrificó tener una familia propia por estar a su lado. A la periodista Diana Barráez (2) le contó que perdió unos morochos: «De todas formas, él no quería que tuviéramos hijos, porque vivíamos viajando. Yo cantaba en su orquesta, nos presentábamos en diversos escenarios. Una vez me dijo que si quería tener un hijo, tendría que quedarme en casa de mamá mientras él viajaba. Yo le respondí que si me había casado con él, era para estar a su lado y preferí acompañarlo. Pero tengo una sobrina que es como mi hija, porque es su sobrina y porque se le parece. Se llama Amparo y le digo Amparul. Tiene dos hijos que son mis nietos».

Renée, ahora de Pallás, volvió a Venezuela en agosto de 1926, en una gira con una compañía de teatro, en la que también estaba su esposo. Caracas y sus habitantes, por su chispa y su gentileza, les resultaron muy agradables. «Él, que era andaluz, me dijo: ‘Los caraqueños son andaluces’. Y como le gustó también el clima de esta ciudad, aquí nos quedamos», indicó.

La radio era su pasión. Acá con Luis López
Puentes en Radio Rumbos. Fuente: Hombres
de Radio (1986)
, libro de María Angélica Olivero.
Tanto les gustó nuestro país que cuando una periodista le preguntó su nacionalidad, ella respondió con firmeza: «Soy más venezolana que nadie. Conozco este país de cabo a rabo, pero mis raíces, mis costumbres, todo lo que aprendí en los colegios donde estudié no me las cambia nadie, son españolas».

Dos años más tarde, Renée de Pallás se encontraba en el Zulia, de gira con una compañía teatral. Ella rememoraba (3): «La primera vez que visité Maracaibo fue en el año 28. Se viajaba para allá en barco, pasando por Curazao. Recuerdo también mucho los paseos a Lagunillas y Cabimas. Lagunillas estaba sobre el lago. Fui con una compañía de teatro. También íbamos a La Ceiba y tomábamos un tren por toda una selva hasta Valera. El camino estaba bordeado de cafetales […] Era mucho más lindo que ahora».

Hermelinda Alvarado, Mapy Cortés y Renée en
Venezuela también canta (1951). Fuente: revista
Encuadre No. 59, 1996.
Ya asentada en nuestro país, el trabajo sería constante y muy productivo. Fue una de las pioneras de nuestro medio radial y también hizo algo de cine, en la película Venezuela también canta (Fernando Cortés, 1951), junto a Mapy Cortés, Héctor Monteverde, Luis Salazar, Tomás Henríquez, Pura Vargas, Lucila Herrera y Linda Olivier.

El 19 de agosto de 1949, en la Oficina Principal de Registro Público del Distrito Federal, los esposos Pallás manifestaron su voluntad de acogerse a la nacionalidad venezolana. Llama la atención que en el documento legal indicaron ser de nacionalidad cubana y que contaban con suficientes medios de vida provenientes de su trabajo, así como la propiedad de un terreno en la urbanización Los Chaguaramos. “Hace veinte y tres años que vivimos en este País, aquí tenemos nuestras más queridas amistades y casi toda nuestra familia, hemos sido felices…”, declararon en esa ocasión de manera formal.

La feliz unión se mantendría hasta 1967, cuando falleció el maestro Pallás. En 1982  (4) Renée afirmó: «Fue mi adoración. Cuarenta años lo adoré y él a mí. Fue mi gran amor y lo sigue siendo». Cuatro años más tarde (5), reafirmaba su devoción a la figura de quien fuera su esposo: «Fueron 40 años de matrimonio, toda una vida. Él murió […] y nunca más volvió a existir otro hombre para mí. Amigos tengo muchos, pero a todos los veo como puedo ver a una mujer, a una amiga.»

María Luisa Sandoval, Luis Guillermo Vegas, Arturo Uslar Pietri,
Héctor Monteverde, Mapy Cortés, Tomás Henríquez, Renée de
Pallás. Lucila Herrera y Alfredo Boulton. Fuente: revista
Encuadre No. 59, 1996.
Cuando la televisión hizo su aparición en nuestro país, Renée de Pallás fue de las primeras en incorporarse al nuevo medio. Su debut en la pequeña pantalla fue con Radio Caracas Televisión, canal 2. Luego se marchó a CVTV, canal 8, recién inaugurado, «porque allí tenía un jardín, unos banquitos para sentarse, donde respirar aire natural y podía disfrutar de la vista de El Ávila». Finalmente se estableció en Venevisión, canal cuatro, donde realizó importantes papeles en producciones dramáticas de los años 70 y 80, por los cuales aún es gratamente recordada.

Trabajó en María Teresa (1972); en Peregrina (1973), donde interpretó a Victoria, quien regala su hijastra Gisela (Rebeca González) a la gitana Dorinda (Esperanza Magaz); y en Una muchacha llamada Milagros (1973/1974), cuyo papel de la intrigante Onelia, la suegra de Juan Luis (José Bardina), la ubicó entre las mejores villanas del género. También participó en Los Poseídos (1974), en el rol de Martha; en Mamá (1975), era la sirvienta Coromoto de Libertad Lamarque; y en Mi hermana Gemela (1975) encarnaría a Julia, la inescrupulosa vecina del apartamento donde residía Marta (Lupita Ferrer).

En el siguiente video se le puede ver en una escena de "Una muchacha...", donde aparecen Renée en su papel de Onelia y Haydée Balza, como Mónica Ruiz:

Fuente: canal Youtube de guanabanapuyua

En La Zulianita (1975), su personaje de Amelia de Arocha, madre de Juan Carlos Arocha (otra vez Bardina), la ubica en el rol por el cual se le conocería durante un largo tiempo: una dama de clase alta, orgullosa, a veces prepotente, inflexible y con cierta dosis de crueldad.

Recorte de prensa de una revista borinqueña.
Fuente: Foro Recordar es vivir. Las telenovelas
del ayer.
En esa época declararía a una revista borinqueña: «Detesto hacer el papel de madre posesiva y sobreprotectora. Mucha gente cree que estoy muy amargada y todo se debe a los papeles que me asignan». Al preguntársele cómo era en realidad, se autodefinió como «comprensiva y dulce. Fuera de escena traigo café y confites para los compañeros en la novela. Por ejemplo, en la novela Mamá mortificaba a Libertad Lamarque en mi papel de […] Coromoto. Sin embargo, en la vida real somos muy buenas amigas». Al referirse a su compañero José Bardina, comentaba divertida: «Bardina dice que soy la única que ha sido su suegra y su madre en menos de dos años…».

Ivonne Attas, Renée de Pallás, Caridad Canelón y
Herminia Martínez en Tres Mujeres. Fuente: ppdigital.com
Ya Renée tenía casi 70 años, pero demostraba ser una profesional altamente disciplinada, que madrugaba para estar en Radio Visión a las 6:45 am y participar en un programa diario.

En Tres Mujeres (1978) interpretaba a María Fernanda Aranguren, un papel que recordaba con gran afecto «porque era una vieja templada, igualita a mi abuela, mandaba como un general». Luego le comentaría a la periodista que la entrevistaba: «Hablando de eso, sabes cómo me dicen en Chile: ‘La Generala».

Captura de pantalla de Elluz Peraza y Doña Renée
en una escena de la telenovela Emilia.
Emilia (1979) la presentaba otra vez en el rol de la abuela de la protagonista, Doña Josefina: interesada, alcahueta, desconsiderada con su nieta Emilia (Elluz Peraza) pero apañadora de las trastadas de Nereida (Hilda Carrero), con ínfulas de mujer de dinero venida a menos.

Seguirían nuevos personajes en Buenos días, Isabel (1980), Ligia Sandoval (1981) y La Heredera (1982). En La Bruja (1982), con Flor Núñez, Daniel Lugo y Rubens de Falco, sorprendería en el papel de una anciana de mucha sabiduría y experiencia. Su personaje requería cierta dosis de misterio, por lo cual se le presentaba sentada en una cueva —supuestamente inmensa, en medio de “la selva”—, cubierta de una larga cabellera blanca y casi resplandeciente, mientras revelaba grandes secretos a Lucía (Flor Núñez). Para sorpresa de muchos, el pelo no era falso, sino su propio cabello.

Fuente: Panorama
En su trayectoria sumaron otros roles en la miniserie La culpa de Ismenia (1984), Virginia (1984) y un nuevo personaje que le acercaría más a su público: la dulce abuela consentidora de Alba Roversi en Ligia Elena (1982 /1983). Las Amazonas (1985) la devolvería a sus interpretaciones de dama de clase alta orgullosa, pero esta vez como Doña Delia, quien en el fondo era de buen corazón. Su última participación televisiva fue en El sol sale para todos (1986) como Doña Florentina.

América Alonso y Renée en uno de los dramáticos
de Venevisión. Fotografía: Carlos Marques
Respetuosa de su profesión como nadie, la veterana actriz afirmaría categórica en alguna ocasión: «Nadie puede ser actor por bonito. Hay que empezar por abajo y no por ser un galán». La periodista Corina Yépez (6) mencionaba que Renée era muy querida, que en el canal le decían abuelita y las jóvenes le pedían la bendición. Para todas tenía un consejo y nunca fue egoísta ni mezquina, pues no era de esas actrices que se negaban a reconocer los nuevos valores. A su juicio, era una mujer positiva, que amaba el lado hermoso de la vida y que sabía hacer algo hermoso de ella.

Si bien poseía un apartamento en Caracas, sentía que su verdadero hogar estaba ubicado en El Junquito, una localidad cercana a la capital venezolana, de agradable clima y paisaje, donde mantenía un cuarto fijo en el Country Club. «Es mi casa, más que mi propia casa. Adoro la naturaleza y los animales, me gusta mucho el frío. El calor no. Allí tengo mis muebles, ropa de frío, ruanas…».

Una abuelita muy coqueta y "pata caliente".
Fuente: diario Panorama.
Sin embargo, su placer era viajar y acostumbraba hacerlo, tanto dentro
como fuera del país. Ella misma se autocalificaba de “pata caliente”: «Me gustan la montaña, la selva y los animales. La playa me mata, me aplasta. Fíjate que cuando me voy de viaje y llego a Maiquetía, me siento con ganas de tirarme al suelo, me asfixio». Anualmente acostumbraba preparar sus maletas y dirigirse a Europa: «cuando no puedo salir del país a España, Francia o Viena, donde viajo todos los años, entonces voy a los Andes, al Salto Ángel, no me gusta la vida de ciudad».

Confesaba además que le gustaban más los animales que la gente, sobre todo los gatos. «Tengo tres hermosas gatas: Chichí; Casilda, la más pequeña; y una linda siamesa llamada Pusi Pusi».

En aquella conversación, dijo a la periodista que le desagradaban las groserías y los términos que degradaban el lenguaje: «Por eso cuando los encuentro en los libretos, los cambio, porque pienso que no tenemos derecho a dañar nuestro idioma que es muy rico y hermoso».

Oscar Mendoza, Esperanza Magaz, Napoleón Deffit, Renée de Pallás, Diego Acuña y Olga Castillo
en un especial musical de De Fiesta con Venevisión en 1982. Fotografía: Carlos Marques.
Todavía en 1982, Renée haría gala de su carisma para entretener a los venezolanos. Primero en un especial en De Fiesta con Venevisión y luego en Sábado Sensacional, donde se presentó el 17 de julio de ese año bailando piezas de cuplé, con gracia y picardía, junto a otras dos veteranas de la actuación: Olga Castillo y Chela D’Gar. Las escoltaban los actores Napoleón Deffit, Oscar Mendoza y Diego Acuña. Así es como la recuerdo: engalanada de traje largo, guantes blancos y un tocado de plumas, otra vez revivía a la Chica del 17, coqueta, deslumbrante y encantadora, lista para hechizar a la audiencia.

Un año más tarde, compartía con Mirla Castellanos en el especial de televisión "Esta Noche Mirla", presentado por Carmen Victoria Pérez y con el actor Eduardo Serrano como compañero de tertulia y canto. Vale la pena verla, para demostrar porqué a casi 30 años de su desaparición física aún se le recuerda con gran afecto, como una figura entrañable, de las cuales ya no existen.

Fuente: canal youtube de Daniel Jiménez. 

Referencias
(1, 2 y 5) Diario Panorama, 30/03/1986, p. 3-12
(3, 4 y 6) Diario Panorama, 15/07/1982, p. 39

3 comentarios:

  1. Estupendo trabajo. Es bien posible que mis abuelos estuvieran en la visita a Maracaibo que refieres, porque ellos estuvieron aquí en esa época presentándose. Ellos y René de Pallás eran amigos, y la telenovela Mamá, que como cuentas protagonizaba Libertad Lamarque, fue escrita por mi tía abuela Caridad Bravo Adams. Creo que fue su última telenovela (de la tía Carita), por cierto. A lo mejor tú lo puedes aclarar.

    Juan Bravo

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  2. Me gusta este modo de reportaje con mucho detalles pero relatando a manera de cuento, lo que lo hace muy ameno, interesante y no aburrido. Además el respeto en pro del agasajado con el reportaje, sobre todo cuando se trata de una dama que aportó mucho en nuestra tierra... ¡Le felicito, excelente trabajo de investigación!

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  3. Muy ameno este trabajo periodístico sobre la inolvidable e icónica,a la ves irreverente, abuelita René de Pallas, un personaje elegante con frescura diría yo. Gracias José Gregorio.

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