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jueves, 30 de diciembre de 2021

Viola Wills en Maracaibo y otros brollos de camino

En 1981, Viola Wills visitó Maracaibo para ofrecer dos conciertos en el legendario Pub Club. Eran los últimos coletazos de la música disco y la recordada cantante de éxitos como Si pudieras leer mi mente y Me voy a quedar sola sin ti emocionó a un selecto auditorio conformado por más de 400 personas en la capital zuliana.

El diario Panorama (08/03/1081, p.30) reseñaba el clamoroso éxito en su primera presentación de la delgada y “hasta un poco desgarbada” intérprete afroamericana, a quien calificó como una artista en toda la extensión de la palabra. “Aparte de su calidad individual, cada uno de sus músicos tiene un arte que demostrar y ello queda en evidencia cuando ella les permite actuar por sí solos, contagiando el ambiente de una magnitud artística,  como pocas veces hemos tenido aquí en Maracaibo”.

La presentación, pautada para una hora y cinco minutos, se extendió por 25 minutos más, pues el público de pie no la dejaba ir y, según el medio informativo, ovacionó a la estrella como hacía tiempo no se veía en estos predios. En cuatro oportunidades los asistentes pidieron que regresara a la tarima e incluso cuando ya habían desconectado los micrófonos, a los gritos de “otra, otra, otra”, Wills regresó al escenario para complacer a la audiencia. Una tercera presentación fue concertada esa misma noche y el 8 de marzo, la voz de Viola volvió a brillar en el Club Alianza.

Otra que triunfaba en 1981 era María Conchita Alonso. Panorama se hacía eco de su éxito en Europa, donde bajo el nombre artístico de Ámbar había vendido 200 mil copias del disco en inglés The Witch, con canciones de Rudy La Scala. Para el 27 y 28 de marzo se anunciaban entonces sus presentaciones en Maracaibo y Cabimas, respectivamente.

Para María Conchita, fue un año de consolidación de éxitos en RCTV, con su participación en la serie Angelito, junto a Raúl Amundaray y la estrella infantil Amílcar Rivero, así como su protagonización de dos telenovelas junto al galán zuliano Jean Carlo Simancas: Marielena y Luz Marina. Había ya dado los primeros pasos para su proyección internacional en Hollywood, pues había emigrado a Los Ángeles para interpretar pequeños papeles en series de televisión. Pocos creían en ella —si no lo había logrado Lupita Ferrer con el apoyo de Hall Bartlet, consideraban que era cuestión de tiempo su regreso sin gloria—. Ella, terca como era, se encargó con el tiempo de demostrar que podía lograr una sólida carrera en el cine y la televisión norteamericanos.

La juvenil Arelys daba un vuelco a su carrera e iniciaba sus primeras giras con una revista musical al estilo de Lila y Mirla Castellanos. Contaba para ello con una banda y coreografías de la conocida Gudelia Castillo. Su debut en esta nueva faceta fue en el espacio de variedades La Gran Revista por Venezolana de Televisión y tenía programadas presentaciones en el interior del país donde, en sus propias palabras, usaba atuendos “muy interesantes, muy sexy todos y los números también sin caer en lo grotesco. En cada actuación hago cuatro cambios de topa. Todas las piezas son nuevas y de otro estilo, incluyendo en ocasiones solamente un popurrí con aquellos hits de siempre, todo en español”.

Una noticia insólita se colaba en medios periodísticos, al conocerse el implante de cabello realizado al actor Raúl Amundaray, quien por temor a quedarse calvo invirtió en este tratamiento la cantidad de 16 mil bolívares.

La rápida revisión de la cartelera cinematográfica local y regional ofrecía no pocas sorpresas en marzo de 1981. En el Teatro Cabimas, continuaba el éxito de la temporada, La Laguna Azul, con Brooke Shields y Christopher Atkins, mientras el cine La Fuente proyectaba en función continua El Implacable, con Steve McQueen. En Ciudad Ojeda, Olivia Newton John y Gene Kelly revivían con poco éxito los musicales con Xanadú, mientras que el Cine Teatro Canaima se decantaba por las artes marciales con Jackie Chan en La Gran Pelea y en función de medianoche, con estricta censura para mayores de 21 años, ofrecía Tentaciones Prohibidas.Llama la atención que todas eran producciones de 1980 que se encontraban ya de salida en ese momento.

No obstante, en la capital zuliana, acontecía un muy peculiar revival de viejas cintas extranjeras. Así, eran rescatadas de un merecido olvido dos películas españolas: La vida sigue igual (1969), con Julio Iglesias, en el Cine Centro Las Lomas; y Una mujer de Cabaret (1974), con Carmen Sevilla, la recientemente fallecida Ágata Lys y Armando Calvo, en el Cine Metro, el cual también proyectaba la producción colombo-mexicana María (1972), con Taryn Power, fallecida en 2020 y Fernando Allende. Se anunciaba la argentina Fuego (1969), una de las producciones que contribuyó a la creación del símbolo sexual sureño Isabel Sarli junto a su marido, Armando Bo. El Gran Escape (1963), con Steve McQueen, James Garner y Charles Bronson, tenía lugar en el Cine Landia, mientras se esperiaba con gran expectativa una regular producción de terror setentera: El Anticristo (1974), con Mel Ferrer y Arthur Kennedy.

Los matinées se habían convertido en el reino casi absoluto de la productora Disney: Contacto en Londres (1979), en el cine Las Tejas, era la más reciente de este lote de películas, seguido por Cupido motorizado enamorado (1977) en el cine Lido. Bambi (1942) en el Roxy; y la eterna Blanca Nieves y los siete enanitos (1937) en Valle Claro, ratificaban que los clásicos permanecían incólumes en el gusto infantil. Excepción en la taquilla: La colina de Trinity (1969), con Bud Spencer y Terence Hill, en el Varillal; y Los Beatles (1979), un drama musical de poco renombre dirigido por Richard Marquand, en el París. 

Los estrenos estelares iban liderados por Flash Gordon (1980), de Dino de Laurentis,  con Sam J. Jones, Max Von Sydow y Ornella Mutt. Musicalizada con banda sonora de Queen, era proyectada en uno de los mejores cines de la época, el Costa Verde. Sin embargo, las otras producciones no dejaban de ser decepcionantes: una mala película de artes marciales como Octagon (1980), con Chuck Norris y Lee Van Cleef, en el Plaza y el San Felipe; Monstruos del Abismo (1980), película de terror que de tan mala, se convertía en cómica, en el Lido; Corre, Corre, Corre (1979), una insulsa película con Gabe Kaplan, en Valle Claro; y Glenda Jackson y George Segal en Yo mando, tú obedeces (1979), comedia romántica de poca repercusión que quiso beneficiarse del éxito de Un toque de distinción (1973), con la misma pareja, en el Roxy.

Se anunciaban los estrenos de Terror en la noche de graduación (1980), una mediocre película de terror con Leslie Nielsen y Jamie Lee Curtis; pero también del clásico de culto de Brian de Palma, Vestida para matar (1980), con Michael Caine, Angie Dickinson, Keith Gordon, Nancy Allen y Franz Dennis; y la insuperable Gloria (1980), de John Casavettes, con la imprescindible Gena Rowlands.

Sé que la pregunta les quema la punta de la lengua: ¿Qué pasaba en el muy conocido pero poco comentado circuito porno marabino? Muy poco, a decir verdad: la italiana El mundo porno de dos hermanas (1979) en función continuada en el Cine Urdaneta; La consentida (Malibú High, 1979), producción de soft porno con una hoy desconocida Stuart Taylor, en el Uairén; y Amores Prohibidos, de la cual desconozco mayores datos, en el cine Ávila.

miércoles, 16 de enero de 2019

Ilustres cadáveres

Judy Garland, inolvidable Dorothy
Londres, París, Los Ángeles…el sitio no importa cuando la muerte llega. A veces te encuentra en el sitio más inesperado. Lo cierto es que, con frecuencia, algunos acuden a la cita fatal a destiempo, si bien cada ladrillo del camino advertía la colisión inexorable. Otros, por el contrario, se encuentran en el lugar equivocado solo para descubrir al final que su destino ya había sido marcado sin que ellos lo supieran.

En el primer grupo se encuentra Judy Garland. El cine hollywoodense vio transformarse a la inocente Frances Ethel Gumm, miembro de un grupo de vaudeville junto a sus hermanas, primero en revelación infantil, luego en prometedora estrella adolescente y finalmente en consagrada actriz de los géneros musical y drama, donde brilló en títulos como El mago de Oz (1939), la serie de Andy Hardy (1938-1941), Cita en Saint Louis (1944), El reloj (1945), Repertorio de verano (1950), Nace una estrella (1954) y El juicio de Nüremberg (1961).  

Judy en su legendario número en Summer Stock.
Sin embargo, la leyenda de Garland ha sido alimentada con la tragedia personal de esta extraordinaria intérprete, cuya vida fue signada por los fracasos amorosos y la inmisericorde explotación por parte del régimen  de Hollywood y de la Metro Goldwin Mayer, especialmente del todopoderoso Louis B. Mayer, quien suministraba una constante dosis de fármacos que ella tenía que consumir para aguantar el exagerado ritmo de trabajo y evitar su tendencia al sobrepeso. Tal dependencia la llevaría a profundizar sus trastornos mentales y la condujo a padecer de anorexia, alcoholismo, drogadicción y a una lucha continua por superar su carácter inseguro.

La diminuta Judy —apenas medía 1,51 mts.— aseguraría en alguna entrevista: “Siempre estuve sola. La única vez que me sentí aceptada o deseada fue cuando estuve en el escenario actuando. Supongo que el escenario era mi único amigo: el único lugar donde me podía sentir cómoda. Era el único lugar donde me sentía igual y segura."

Mickey Dean y Judy Garland. Fuente: Express
El 22 de junio de 1969 fue encontrada muerta en el baño del apartamento que compartía en Londres con su quinto esposo, Mickey Dean. Preocupado al despertar y no encontrarla, este se dirigió instintivamente a la sala sanitaria, la cual encontró cerrada. El hombre salió de la casa, escaló a la ventana y desde allí divisó su cuerpo inerte, ya en rigor mortis, con la cabeza caída sobre su pecho y sentada en el inodoro.

Si bien su defunción se produjo por una sobredosis de barbitúricos, la versión oficial la atribuyó a un paro cardíaco accidental. A su funeral, realizado el 27 de junio de ese año, asistieron más de 20.000 personas, quienes permanecieron en el lugar durante horas para poder despedir los restos embalsamados de su ídolo.

La cultura popular ha querido enlazar la muerte de Garland con la lucha por los derechos de los homosexuales —sus eternos fanáticos— a través de los sucesos ocurridos un día después del deceso de la estrella. En esa fecha, un grupo de sus seguidores se encontraban en un bar de ambiente neoyorquino escuchando las canciones de Judy, de quien se sentían conmovidos deudos. Cuando los policías entraron en el local, el Stonewall Inn, para efectuar una de sus abusivas redadas, estos clientes enfrentaron a las autoridades y dieron inicio a violentas y espontáneas manifestaciones. La confrontación ha sido considerada el inicio de los movimientos reinvidicativos de los grupos LGBT, en los que Judy tal vez sirve como telón de fondo musical pero no detonante como se le quiere hacer ver. De esto hacen ya cinco décadas, pero solo es uno de los hechos llamativos, cuando no perturbadores, registrados en ese fatídico año.

Sharon Tate. Fuente: Independent.ie
En el segundo grupo de las víctimas del destino se encuentra una modelo y actriz, ícono de los años 60, quien se convertiría en referencia no precisamente por su talento. Se trata de Sharon Tate. El 9 de agosto de 1969 los seguidores de Charles Manson ingresaron subrepticiamente en el 10050 de Cielo Drive, en Beverly Hills, para asesinar con saña e inusitada violencia  a un grupo de celebrities  entre quienes estaban Jay Sebring, Abigail Folger, Steven Parent, Vyteck Frytowski y Tate, apuñalada 16 veces apenas a dos semanas de alumbrar a su primogénito. El caso se convirtió en uno de los más sangrientos que se recuerden, donde las drogas, las sectas satánicas y el movimiento hippie cobraron relevancia como elementos del espeluznante rompecabezas.

Un embarazo interrumpido.
Sharon despuntaba en la escena cinematográfica como una prometedora estrella en ciernes, gracias a su belleza y a su intervención en las cintas El baile de los vampiros, donde conoció a Roman Polanski; y en El Valle de las Muñecas, versión del bestseller de Jacqueline Susan. Sin embargo, su vida personal no fue precisamente un cuento de hadas. Según Ed Sanders, su biógrafo en el libro “Sharon Tate: A life”, después de haber ganado importantes concursos de belleza, fue víctima de una violación por parte de un soldado que la pretendía. Esto marcó lo que sería el inicio de muchos complejos o inseguridades en su persona. Padeció una relación extremadamente violenta con el actor francés Phillipe Forquet y su matrimonio con Roman, a quien conquistó durante su estancia en Londres y con el que contrajo matrimonio en 1968, no estuvo exenta de excesos, entre los cuales las drogas y el sexo tenían un rol principal.

Fuente: NY Daily News
Las víctimas de la matanza.
Fuente: Truecrimezone
El sueño con el estrellato devino en una oscura pesadilla aquella fatídica noche, de la cual Polanski pudo escapar pues había viajado a Londres. La pareja había tenido desaveniencias por el embarazo de Sharon y, de hecho, Roman había pedido a la joven que abortara, a lo cual ella se rehusó. Él prefirió alejarse antes del nacimiento del bebé, en una decisión que marcaría amargamente el resto de su vida.

Irónicamente, el 19 de diciembre del año pasado, Manson falleció en prisión, donde fue recluido luego de ser sentenciado en 1971 a morir en la cámara de gas. Esta condena le fue conmutada por cadena perpetua después de declararse inconstitucional castigar con la muerte a los reclusos en California. Si bien él no participó directamente en el múltiple homicidio, su rol fue decisivo en los asesinatos al instar a sus seguidoras más jóvenes —que formaban parte de la denominada Familia Manson— a asesinar a siete personas (las otras dos eran el matrimonio LaBianca, acuchillados un día después para tratar de despistar a las autoridades). A juicio de los fiscales, todo era parte de un plan para incitar una guerra racial. Charles tenía 83 años y su muerte por causas naturales resulta como mínimo una paradoja para alguien con un pasado tan cruento.

Dolorosa por la crueldad que la marcó, la muerte de Sharon Tate cerró una década especialmente violenta en los Estados Unidos de Norteamérica, en la cual murieron por las balas el presidente de esa nación John Fitzgerald Kennedy (1963) y su hermano, el senador Robert Kennedy (1968); el líder de los derechos civiles afroamericano Martin Luther King (1968) y el más radical de los activistas negros, Malcolm X (1965).

Barbara Bates
Otra que en algún momento aspiró al estrellato y vio sus sueños truncados fue la actriz Bárbara Bates, quien fue hallada muerta el 18 de marzo de 1969 en el garaje de su casa en un aparente suicidio por inhalación de monóxido de carbono de su coche. Con apenas 43 años, Bates se despedía de una vida llena de frustraciones. Su incursión en el mundo cinematográfico se inició de manera auspiciosa con un pequeño papel al final de la película Eva al desnudo, el film clásico de Bette Davis estrenado en 1950. A los pocos años se encontró con una fallida carrera, que sumado a un historial de fracasos matrimoniales, cuadros depresivos recurrentes y problemas financieros culminó fatalmente en los vapores tóxicos emanados de su vehículo.

Jean Seberg en el set de Sin aliento (1960)
Fuente: Raymond Cauchetier
Una década más tarde, otra tragedia asomaría sobre el persistentemente enrarecido panorama cinematográfico. A finales de agosto de 1979, familiares de la actriz estadounidense Jean Seberg reportaron su desaparición. La protagonista de clásicos como Juana de Arco (1957) y Buenos días, tristeza (1958), ambas de Otto Preminger, se había convertido en un ícono de la Nouvelle Vague francesa por su protagonización junto a Jean Paul Belmondo de Sin aliento (A bout de Souffle, 1960), de Jean-Luc Goddard. A pesar de su origen norteamericano y su incursión en Hollywood, sus mayores éxitos se produjeron en el cine europeo. No obstante, para la fecha, su buena estrella se encontraba en declive.

Fuente: LA Times
El 8 de septiembre el cuerpo sin vida de la actriz fue encontrado en el asiento trasero de un Renault, vehículo de su propiedad, estacionado en la calle General Apper, cerca de su apartamento en París. Estaba desnuda, cubierta únicamente por un poncho y en estado de descomposición. Había frascos de barbitúricos, una botella de agua mineral vacía y una nota para su hijo, pidiéndole perdón. La data de la muerte se estimó que había ocurrido el 30 de agosto.

Si bien tanto la familia como la policía lo calificó como suicidio, en 1995 su entonces guardaespaldas, Guy Pierre Geneuil, denunció que había sido asesinada. A su juicio, había muchas incongruencias entre los datos de investigación policial y las conclusiones. Apuntaba que la autopsia había evidenciado el uso de barbitúricos como causa de la muerte, pero también que había ocho gramos de alcohol en su sangre. Esta era una dosis letal que, en su opinión, le fue inyectada con fines mortales por representantes de la mafia argelina de tráfico de drogas. Hasta la fecha esta teoría no ha sido confirmada.

La vida amorosa de Jean había sido algo agitada. Casada en tres oportunidades, una de ellas con el diplomático y escritor Romain Gary, con quien procreó su hijo Alessandre, se vio ligada sentimentalmente al actor Clint Eastwood, al escritor mexicano Carlos Fuentes y al director español Ricardo Franco, entre muchos otros amantes ocasionales. No obstante, el mayor problema era su compromiso con los movimientos en favor de los derechos civiles, entre quienes se encontraban los Panteras Negras, lo cual le trajo serios inconvenientes con el gobierno norteamericano.

Fuente: Infobae
Seberg fue víctima de uno de los peores casos de difamación aceptados por el FBI. En  1970 el organismo de inteligencia hizo correr el rumor de que su segundo embarazo fue concebido durante sus relaciones con uno de los líderes del grupo afroamericano. Eran tiempos en que los prejuicios políticos y raciales podían arruinar una carrera, así que tal patraña tuvo consecuencias nefastas para su reputación. Los medios se hicieron eco del infundio y el propio esposo de la actriz tuvo que establecer una querella contra la revista Newsweek. Tristemente, el 23 de agosto Jean alumbró a una niña, que murió dos días más tarde. Tanto ella como su esposo decidieron efectuar el funeral a urna abierta, a fin de que se comprobara que la criatura era blanca.

Años más tarde, se revelaría que la actriz había sido vigilada y perseguida durante años por los servicios secretos norteamericanos, lo cual le causó inestabilidad emocional y mental que desembocaría en graves problemas sicológicos. Luego de varios intentos fallidos de suicidio, Jean encontró la muerte en tan turbias circunstancias.

Ciertamente, la cita mortal siempre es inexorable, incluso para aquellos a quienes el destino supondría un trato más benévolo por sus logros sobresalientes durante su trayectoria vital.

El cine, como siempre reciclando sus propias historias, anuncia para el 2019 el estreno de varias películas muy esperadas a propósito del aniversario luctuoso de algunas estrellas: Judy, que narra los últimos días de Garland en la piel de Reneé Zellgewer; Once Upon a Time in Hollywood, proyecto de Quentin Tarantino con Margot Robbie como la malograda Sharon Tate; The haunting of Sharon Tate, cinta de terror independiente dirigida por Daniel Farrands en la que Hillary Duff encarna a la rubia actriz, en una recreación de la vigilia de la masacre y los asesinatos; y Tate, dirigida por Michael Polish con Kate Bosworth, que interpreta a Sharon obviando el episodio de la masacre. No hay que pasar por alto Against all enemies, dirigida por Benedict Andrews y con Kristen  Stewart como Seberg. La trama recrea el momento cuando Jean fue investigada por el FBI por su activismo político.

Las tres primeras películas no cuentan con el apoyo de los familiares de Garland y Sharon. Liza ha marcado fuerte distancia con respecto al biopic de su madre mientras que las otras dos cintas han sido criticadas por la familia de Tate, al cuestionar que se quiera “explotar” su muerte en taquilla. Habrá que esperar el resultado final de estas producciones para constatar si valió la pena rememorar tales dramas.

viernes, 1 de septiembre de 2017

América Barrio: una actriz todo terreno

América Barrio conservó su belleza hasta la madurez.
Fuente: RCTV
Entre las caracterizaciones del comediante Henry Rodríguez en la inolvidable Radio Rochela, una de las más hilarantes era su remedo de la voz de la veterana actriz América Barrio. Era un timbre agudo, con quiebres tan característicos, que su sola escucha me hacía sonreír. No obstante, era una caricatura dolorosa, principalmente para alguien que se había hecho famosa por su delicada voz y esmerada pronunciación, una a la cual ella aplicaba los matices requeridos para hacer que sus personajes pudieran transmitir una amplia gama de emociones y dramatismo. Ese instrumento en cuya modulación ella había demostrado una fabulosa maestría.

América Barrio es una referencia importante en el medio artístico venezolano. Su amplia trayectoria en nuestro país incluye la radio, el cine, la televisión y el teatro, además de sus inicios como cantante de tangos y boleros, lo cual demuestra su increíble vocación de trabajo y fortaleza profesional. Este año se cumple el primer centenario de su nacimiento, por lo que recordarla se hace imperativo.

Nació en Santiago de Cuba el 11 de septiembre de 1917. Según Luis Caropreso Ponce (1), desde pequeña mostró inclinaciones artísticas y participaba en todos los actos culturales de su escuela. A los 12 años debutó como cantante en fiestas y obras benéficas. Ante su emergente talento, sus maestros la incentivaron para que desarrollara sus cualidades vocales con estudios de teoría y solfeo, los cuales ella realizó en el Conservatorio Musical de Cuba.

El actor y director Jorge Reyes.
Fuente: revista Encuadre 44-45, año 1993
Se intuía sus posibilidades como soprano, por la tesitura de su voz, pero lejos de desarrollar carrera en el canto lírico, al poco tiempo incursionó en programas musicales de una estación radial en su ciudad natal. Allí conoció a Juan Manuel Jorge Reyes—conocido como Jorge Reyes—, quien actuaba y dirigía radionovelas en vivo. La falta inesperada de una actriz en el elenco de una de esas producciones hizo que él le propusiera a América sustituirla, algo a lo que en principio rehusó, temerosa de fallar en esta actividad para la que no se consideraba estar preparada. Sin embargo, ante la insistencia de Reyes, terminó por aceptar. Ese fue su debut en la actuación y a partir de ese momento, América y Jorge trabajarían juntos en radio, teatro, cine y televisión.

Como actriz profesional, ella se presentaría en las principales estaciones radiales cubanas: la CMKO y la CMQ, de mayor proyección internacional. Luego integraría la compañía de Leopoldo Fernández, en la que era dama joven mientras que Jorge Reyes se desempeñaba como actor de carácter. Con esta compañía viajaría a varias ciudades del interior de su país de origen y luego haría giras por diferentes naciones latinoamericanas.

América Barrio a los 18 años.
Fuente: revista Encuadre 44-45, año 1993
Ricardo Tirado, en su libro Amores Públicos (2), señala que la joven cantante y actriz arribó a Caracas entre los años 1935 y 1940, procedente de La Habana como figura integrante de Fantasías Cubanas, una lujosa revista musical que incluía entre sus atracciones a Rita Montaner, la vedette Rosita Fornés, Armando Bianchi, René Cabel y la pareja conformada por América Barrio y el galán Otto Sirgo.

Según esta referencia, ellos cantaban hermosos boleros y emotivos tangos, entre los cuales América destacaba por su interpretación de María La O, de Ernesto Lecuona.  Permanecería durante varios meses en esta gira por diversas ciudades y pueblos venezolanos, pero supuestamente fue en Caracas donde alcanzaría un triunfo excepcional. “Se convertiría en estrella con espectáculo propio cuando una vez terminada su relación laboral con la empresa que la trajese al país, sus padres le exigieron casarse con su enamorado de siempre, el actor y empresario Jorge Reyes, quien le doblaba la edad. Se casaron en 1935 y permanecieron unidos por más de 38 años, hasta la muerte de él, procreando un hijo, quien estudió Medicina y alcanzó el doctorado”. (3)

América Barrio, toda una leyenda.
A juicio de Tirado, ya establecida en Caracas, América “se fue revelando como una actriz segura, de fácil naturalidad, de pulida y sólida expresión dramática que demostró en radioteatros y radionovelas”. (4)

Luis Caropreso Ponce, en su Historia del Cine Nacional (1909-1964), diverge un poco de esta versión y sitúa su llegada a tierras venezolanas en 1941, “oportunidad que aprovecha la pareja para cancelar su contrato (se refiere a la Compañía de Fernández) y residenciarse definitivamente en nuestro país, gratamente impresionados por el clima y el agradable ambiente de la Caracas de la época…América se fue aclimatando al diario vivir del venezolano, en medio de un ir y venir por los escenarios del teatro, la radio o los recintos acondicionados para el rodaje de nuestras películas” (5).

América Barrio y Carmen Rodríguez en Pobre hija mía, película de 1941.
Fuente: revista Encuadre 44-45, año 1993
Sea cual sea la fecha correcta de su arribo a Venezuela, lo cierto fue que en cuanto llegó al país, se incorporó rápidamente al movimiento de incipiente desarrollo de un cine criollo. A finales de 1941 participó en el melodrama Pobre Hija Mía, con guion y dirección de José Fernández, que llevaba en su elenco a Carmen Rodríguez, Miguel Arenas, Elena D'Orgaz y Domingo Hurtado. La producción estuvo a cargo de Cóndor Films y Venezuela Cinematográfica.
América Barrio y Antonio Bravo en Sangre en la playa
Fuente: revista Encuadre 44-45, año 1993.

En 1946 se unió al rodaje de Sangre en la playa, producida por Atlas Films de Venezuela e Internacional Films, bajo la dirección de Antonio Bravo, autor también del guion, seleccionador del elenco artístico y actor en la mencionada cinta. América actuó al lado de su esposo, Jorge Reyes, así como junto a la debutante Aurora Vargas, Carlos Flores, Roberto Hernández y el cantante-actor Héctor Monteverde.

Pese a que ambas películas recibieron críticas adversas, por sus fallas técnicas y otras deficiencias, el público nacional las apoyó con su asistencia. Las oportunidades siguieron apareciendo y en 1947 logró una actuación especial como ella misma en la comedia Rincón Criollo, de José María Galofré.

América en La balandra junto a Nestor Zavarce y Arturo de Córdova.
Fuente: revista Encuadre 44-45, año 1993.
Sin embargo, su gran oportunidad en la pantalla grande llegó en 1949 con La balandra Isabel llegó esta tarde, película dirigida por Carlos Hugo Christensen y producida por Bolívar Films. El guion —escrito por el mismo director— era una versión del cuento homónimo del reconocido escritor Guillermo Meneses, con diálogos a cargo del periodista y humorista, Aquiles Nazoa. Se utilizaron locaciones en Caracas, la Isla de Margarita, la costa de Barlovento y el barrio Muchinga de La Guaira. La banda sonora estuvo a cargo del compositor venezolano Eduardo Serrano.

América aparecía sexta en el orden de los créditos estelares de la película, antecedida por el mexicano Arturo de Córdova, las argentinas Virginia Luque y Juana Sujo —quien ya se encontraba radicada en Venezuela—, así como los venezolanos Tomás Henríquez y Néstor Zavarce, toda una revelación como actor infantil.

El personaje que le tocó interpretar fue Isabel, la esposa sumisa y enamorada de Segundo (Córdova), un marinero que vive entre dos amores: por un lado,  el reposado y puro que ella le ofrece; en el otro, el apasionado, arrebatador, de Esperanza (Luque), la amante que le espera en el puerto. Era un rol de heroína romántica que calzaba con su imagen, la que sufre por cuidar lo que para ella era más importante: la familia.

Fuente: canal Youtube de Ottoniel Parra

Fuente: revista Encuadre No. 46, enero/febrero, año 1994
La balandra… se estrenó el 24 de junio de 1950 en Caracas y el 5 de agosto de ese mismo año en Argentina (de donde era oriundo Christensen) e inmediatamente fue alabada por críticos y público. En Francia se estrenó en abril de 1951 durante el Festival de Cannes; allí recibió el premio a la Mejor Fotografía y desde entonces se convirtió en una obra de culto para los espectadores venezolanos.

1950 fue un año muy especial para la actriz, pues aparte del éxito en el séptimo arte, se transmitió por Radio Continente El Derecho de Nacer, una radionovela original de Félix B. Caignet que ya desde su estreno en Cuba se había convertido en un suceso sin precedentes. Caracas no sería la excepción y la versión local fue protagonizada por Luis Salazar como Albertico Limonta, mientras que América encarnó a Isabel Cristina, “personaje que ella desarrolló con tan convincentes tonalidades dramáticas que, aunado a la suave y tierna vocalización, arrancaron lágrimas a los oyentes de entonces”(6) 

América Barrio, Luis Guillermo Villegas Blanco, Luis María Poleo
Néstor Zavarce y Susana Guízar en el estreno de Amanecer a la vida.
Fuente: revista Encuadre No. 59, enero/marzo, año 1996. 
El Derecho de Nacer se transmitió de lunes a viernes en horario de seis de la tarde y era producida en vivo, pues todavía no se grababan los capítulos. Por eso, los protagonistas eran esperados con gran entusiasmo por los radioescuchas a las puertas de la emisora y les recibían con aplausos muy efusivos para ella, Salazar, Rafael Guinand, Olga Castillo, Rosita Flores y Lolita Lázaro, a quien la policía debía proteger “por ser considerada una mujer ‘mala’, como madre de la sacrificada heroína metida a monja”. (7) Para América, “ninguna novela realizada en Venezuela tuvo tanto éxito como El Derecho de Nacer. Creo que en Cuba ha sido lo mismo”(8)

No obstante, esta actriz también destacó en la versión novelada de la melodía La vida de las canciones, de Alberto López Ruíz, así como en el ciclo de novelas de Radio Caracas Radio. Allí presentaría Pecado Mortal, junto a Josefina Hernández y Héctor Hernández Vera, con América como madre de la protagonista.

Era la época de oro de la radio en nuestro país y ella intervendría en cientos de radionovelas y radioteatros. En Radio Rumbos actuaría en Lo que los padres olvidan, de Inés Rodena; Estrellita, de César Leante; y en una nueva versión de La vida de las canciones. En esa época, las exclusividades las pagaban las empresas publicitarias a cada programa, lo que permitía a los intérpretes trabajar en varias estaciones al mismo tiempo.

América Barrio Amador Bendayán y Héctor Monteverde
en Seis meses de vida. Fuente: revista Encuadre No. 59,
 enero/marzo, año 1996.
En 1951, América regresó al cine para actuar junto a Amador Bendayán en Seis meses de vida, dirigida y actuada por Víctor Urruchúa, de la cual actualmente no existen copias en celuloide —como le ha ocurrido a muchos de los filmes venezolanos—. Allí interpretó a una vampiresa que intentaba atrapar a Amador de manera fallida. Esta vez los críticos de la época descalificaron los méritos de la película por haber malgastado las posibilidades de desarrollar una mejor realización cinematográfica en momentos cuando Bolívar Films se encontraba bien cimentada.

La llegada de la televisión al país fue todo un suceso y en 1953, Radio Caracas Televisión inició sus operaciones. América se incorporó al elenco pionero de esa planta, de la cual formó parte hasta su jubilación a mediados de los años 90. Nunca participó en otras televisoras, a pesar de que las ofertas de la competencia nunca cesaron, por lo cual su lealtad a RCTV es equiparable a la de Amalia Pérez Díaz, Tomás Henríquez y Carlos Márquez.

América Barrio en RCTV, año 1957.
Fuente: revista Encuadre, No. 44-45, año 1993
En ese año América participó como acompañante en el programa Week-End con las Estrellas: Programa de entrevistas, producido y presentado por Rodolfo “Big Ben” Wellis. En este espacio, grandes figuras de la canción respondían las interrogantes hechas por el conductor, haciendo de dicha revista musical un lugar importante dentro de la programación del nuevo canal. Allí también participaron Alfredo Sadel, Carlos Fernández, Luis Salazar, Ana Teresa Guinand,  Néstor Zavarce y Héctor Monteverde.

En una entrevista realizada en 1997(9) por el historiador cubano Adalberto Afonso Fernández, América recordaba que todas las novelas de la radio y la TV en nuestra país tenían mucha influencia de las radionovelas cubanas. “Se compraban los libretos en Cuba y había personas que las adaptaban para la radio y, años después, para la televisión. Telenovelas verdaderamente originales, solo de unos añitos para acá, con Cabrujas, Verdial y algunos otros más que son muy buenos autores”.

América Barrio y Héctor Hernández Vera en el teleteatro
El Fantasma del Camino. Fuente: RCTV
Cuando comenzaron las telenovelas, algunos capítulos duraban quince minutos, cuando más, media hora. Y no eran tantos, como en estos tiempos. En 1964, Radio Caracas Televisión comenzó a transmitir la obra Historia de tres hermanas, de la escritora cubana Mercedes Antón. Se transmitía una vez a la semana…con una hora de duración. Por primera vez los capítulos se alargaban tanto. Actuaban Eva Moreno, Eva Blanco y Doris Wells. Eran mis hijastras, porque yo estaba casada con el papá de ellas (en la trama).

Amores de juventud, telenovela transmitida en 1967 por RCTV.
En la gráfica Edmundo Arias,  Doris Wells, América Barrio
 y Raquel Castaños. Fuente: RCTV
Junto a la radio y la televisión, hizo varias temporadas musicales representando operetas, entre ellas La Viuda alegre, con dirección y producción de George Stone y Pepita Embil, madre de Plácido Domingo; así como Gigi, encarnando a la frívola y elegante tía de la protagonista. En teatro hizo Conociendo a Bertold Brecht (1957), al año de la muerte de este importante dramaturgo alemán; Madre coraje, del mismo autor, dirigida por César Henríquez; así como El abanico de Lady Windermere (1965), versión del clásico de Oscar Wilde, en el rol de Lady Erlynne, con la producción y dirección del argentino José María Fernández Unsaín.

En 1958 regresó al cine junto a Amador Bendayán en Yo y las mujeres (de Giusseppe Scotese). No retornaría a los estudios de rodaje hasta 1972, cuando interpretó un pequeño papel en Bárbara, coproducción venezolana-mexicana, dirigida por Julián Soler y producida por Mauricio Wallerstein. Esta era una versión de la novela del mismo nombre protagonizada por Hilda Aguirre y Edmundo Arias, transmitida por RCTV en 1971.
América y Amalia Pérez Díaz en Sacrificio de Mujer (1972). La
fecha de la captura e pantalla está errada.
A partir de la década de los 70, su actividad artística se concentró principalmente en la televisión. Participaría en unas 50 telenovelas, entre las cuales figuran Cristina (1970), La Usurpadora (1971), Sacrificio de Mujer (1972), La italianita (1973), Raquel (1973), Orgullo (1974), Alejandra (1975) y Carolina (1976). En La Fiera (1978) fue la primera dama del pueblo donde se desarrollaba la trama, pues era la esposa del jefe civil (Domingo del Castillo) y madre de la caprichosa Elena Fajardo (Cecilia Villarreal).

América Barrio en los años 70.
Fuente: RCTV
En la década de los 80 sus roles secundarios se alternarían como nana, madre o abuela de alguno de los protagonistas. Eventualmente interpretaría villanas, pero su fuerte eran damas de alta sociedad o de clase media, fieles consejeras y/o “paño de lágrimas”, caracterizadas por su dulzura y sometidas a algún sufrimiento emocional.  Por ejemplo, en  Estefanía (1980) su papel fue el de María Gracia, esposa de Genaro Cataldo (Julio Jung) y madre de Silvana (María Conchita Alonso). Allí moría al golpear su cabeza contra el filo de una acera al ser empujada por un esbirro de la Seguridad Nacional cuando trataba de impedir que se llevaran detenida a su hija.

Se convirtió en la nana de Mayra Alejandra en El esposo de Anaís (1980); madre de Jean Carlos Simancas (Mario) en Luz Marina (1981). También intervino en Luisana mía (1981), Jugando a vivir (1982) y Bienvenida, Esperanza (1982), todas protagonizadas por Mayra Alejandra. En 1982, participó en la enésima versión de El Derecho de Nacer, titulada De su misma sangre, en la cual como una curiosidad se trastocaban los papeles principales: el hijo marginado ya no era un hombre sino una mujer (Tatiana Capote).

En esta etapa avanzada de su vida personal y de su carrera, América era una figura constante como actriz de carácter dentro de los elencos de las telenovelas de RCTV, como Leonela (1983); Acusada (1984); Cristal (1985), donde fue la madre de Marion (Marita Capote); Abigaíl (1988); Selva María (1988); Anabel (1990) y Por estas calles (1992). También hizo los teleteatros Quién yace en su tumba (1980), La Virgen de Coromoto (1982) y la miniserie Pobre Negro (1989).

Fuente: canal YouTube Póngalo

Jose Manuel Pozo, America Barrio, Maria Hinojosa
y Javier Vidal en la cinta Más allá del silencio. Fuente: revista Encuadre No. 44-45, año 1993
Todavía tuvo tiempo para hacer una breve aparición en el cine, en la que sería su última película: Más allá del silencio (1985), de César Bolívar, con Jean Carlos Simancas, Javier Vidal, Julie Restifo, Luis Rivas, José Manuel Pozo y Doris Wells.

Al jubilarse no se retiró del todo y aceptó papeles muy específicos, como en la novela Cambio de piel (1998), una nueva versión de La dama de rosa, protagonizada por Coraima Torres y Eduardo Serrano. También ese año participó en el episodio Desde el pasado, de la serie española Brigada Central, rodada en nuestro país por Pedro Masó.

América en una foto autografiada para
Pedro Herrera, colaborador de la revista
Encuadre en la década de los 80.
Con una trayectoria abundante en reconocimientos, en el año 2000 la Casa del Artista le entregó el premio El Árbol de la Vida por sus 60 años de vida artística, en lo que sería la última edición de ese galardón.

Por esas fechas le diría a Ricardo Tirado (10)“Lo más importante en la vida de una actriz es hacer vibrar, tocar la fibra sensible del que te mire actuando…y en la vida de la mujer, sentirse madre”. Ambos roles los ejerció con distinción.

Ya para ese momento, América Barrio contaba con más de 80 años, pero ante la pregunta de qué le pedía a la vida, su respuesta conmueve por su sinceridad: “Que me permita llegar a vieja…tengo esperanza de llegar a serlo”.

Falleció casi un mes después de cumplir los 84 años de edad, el 5 de octubre de 2001 en Caracas, una ciudad que hizo suya, donde desarrolló una de las más intensas y atractivas carreras profesionales de nuestro medio artístico. Isabel había llegado a puerto seguro.


Fuentes consultadas:

(1) Caropreso Ponce, L. (1993). Breve historia del cine nacional (1909-1964). Revista Encuadre No. 44-45, septiembre/diciembre 1993. CONAC, Caracas.
(2) Tirado, R. (2004). Amores Públicos. Fundación para la Cultura Urbana, No.22. Econoinvest, Caracas
(3) Tirado, R. Op cit.
(4) Ídem.
(5) Caropreso Ponce, L. Op cit.
(6) Ídem.
(7) Ibidem.
(8) Afonso Fernández, A. (2012). Mis investigaciones…y algo más. Obras completas, volumen 3. Palibrio, Estados Unidos de Norteamérica. 
(9) Ídem.
(10) Tirado, R. Op cit.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Asta Nielsen: del Abismo al estrellato


“En términos de expresión y versatilidad…
soy nada comparada con ella”
Greta Garbo refiriéndose a Asta Nielsen

Asta Nielsen: la seducción danesa.
Fuente: astanielsen.tumblr.com
Pese a lo que muchos suponen, la precursora de la mujer fatal en el cine no vino de Hollywood. Ni Theda Bara, ni Mae Murray, ni Pola Negri, mucho menos Louise Brooks, fueron las primeras en encarnar la figura de la fémina apasionada que lleva a los hombres a su propia destrucción. La pionera fue una actriz danesa, casi desconocida para el público actual, cuyo nombre llegó a la cima de la fama en los inicios del séptimo arte: Asta Nielsen. Sin embargo, su camino al estrellato no vino exento de obstáculos.

Nacida el 11 de septiembre de 1881 en Vertebro, un barrio de la capital de Dinamarca, a los 14 años murió su padre, por lo que debió ayudar a su madre y a su hermana para poder subsistir en medio de serias limitaciones económicas. Para ello, se ganaba la vida trabajando en una panadería de día y estudiando por las noches en la Escuela del Coro del Teatro Real. A los 18 años resultó embarazada de su única hija, Jesta, pero ello no obstaculizó su desarrollo como intérprete. Así, su carrera teatral continuó en ascenso y ya para 1909 era la primera actriz del Nuevo Teatro de Copenhague, todo un logro para alguien que había surgido desde la más profunda pobreza.

Su imagen no impresionó a los empresarios
del cine. Fuente: Kultur-Online
Eran los inicios del siglo XX y la novedad del cinematógrafo se extendía rápidamente desde que los hermanos Lumiere presentaran en 1895 el primer cortometraje ante una asombrada audiencia. No obstante, a estas alturas, ya las películas comenzaban a articular un lenguaje propio. En Europa, países como Dinamarca contaban con cierta experiencia en este nuevo medio de expresión, si bien el cine danés anterior a la Primera Guerra Mundial no se destacaba por ser moralista. José Andrés Dulce, en su artículo Camino a la perdición, indica que este se encontraba lleno de temas sensacionalistas, desde cacería de leones hasta trata de blancas.

A su aspecto andrógino se sumaba un
particular atractivo diferente a los cánones
de la época. Fuente: Pinterest
Para los empresarios cinematográficos del Copenhague de 1909, Asta Nielsen no era una figura acorde para desempeñarse en este nuevo medio: afirmaban que tenía la nariz torcida, los labios demasiado delgados y un tipo excesivamente varonil. Si bien era cierto que su aspecto andrógino y su particular atractivo distaban mucho de los cánones de belleza imperantes, tampoco estaban ellos en posición de exigir, pues entre los artistas consumados, el cine aún se consideraba como de poco prestigio, rudimentario en cuanto a su forma de expresión. Por lo tanto, no era una sorpresa que Asta hubiese rechazado ofertas para aparecer en la pantalla grande y luego, cuando se mostró interesada, sus pretensiones resultaron demasiado ambiciosas para tales empresarios, más motivados por conseguir rápidos beneficios económicos que en ofrecer producciones de calidad.

Asta en la película El Abismo, 1910.
Sin embargo, ese mismo año le fue presentado un guion que cambiaría el curso de su carrera por un joven de 30 años llamado Peter Urban Gad. Este, quien era sobrino del pintor Paul Gauguin e hijo de Emma Gad, escritora experta en buenas maneras, empezaba a destacar en el medio y pretendía con esta historia debutar en solitario en una producción de la compañía independiente Kosmorama, fundada por Hjalmar Davidsen y competidora de la Nordisk Film. Para la fecha, Asta contaba con 28 años y estaba consolidando, no sin muchos sacrificios, cierta fama por sus interpretaciones teatrales.

De la inocente maestra de piano a la sensual
vampiresa nórdica en menos de media hora.
El guion de Urban Gad y Davidsen no era precisamente inspirador: Magda Vang, una virtuosa y algo tímida profesora de piano conoce a un joven honesto, Knud, quien se enamora de ella y decide llevarla al campo para presentarla a su padre, un ministro de la iglesia. Con la llegada de un circo ambulante a la ciudad se despierta la curiosidad de la joven y se inicia su descenso a la degradación.  Rudolph, integrante del elenco como vaquero, repara en ella y despierta su sexualidad dormida. Después de abandonar a su novio, Magda escapa con el vaquero para formar parte del circo itinerante. Convertida en la amante de Rudolph, la antigua pianista participa en el espectáculo bailando con él una atrevida danza gaucha para disfrute del público. Pero el mujeriego vaquero se cansa pronto de ella para interesarse en otra mujer. Después de una acalorada discusión, los amantes se separan. Magda logra encontrar trabajo tocando el piano y cuando pareciera que su vida podría recomponerse junto a Knud, aparece nuevamente Rudolph para desencadenar la tragedia.

Die Suffragette. Fuente: steffi-line.de
No en vano la historia se titulaba Afgrunden (El Abismo) y fue llevada a la pantalla con las limitaciones propias del primitivo cine silente. La filmación se realizó en ocho días, incluyendo locaciones en el patio de una vieja cárcel y en las mismas calles de Copenhague, con fotografía de Alfred Lind. Sus intérpretes eran actores casi desconocidos para el gran público e incluía a Asta Nielsen, como Magda; Robert Dinesen, quien años después desarrollaría una carrera como director, era su prometido; Hans Neergaard, el pastor;  Paul Reumert, el vaquero del circo; acompañados por Oscar Stribolt, Arne Weel, Emilie Sannom y Betty Nansen.

El presupuesto final de 10.000 coronas resultó una cantidad ínfima al considerar la proyección que alcanzaría el producto final, estrenado el 12 de septiembre de 1910, un día después del cumpleaños de la protagonista. La duración de la cinta fue de 41 minutos, un poco más extensa que la media de las películas de la época, estandarizadas casi todas en 20 minutos, con un máximo media hora.

El articulista José Andrés Dulce destaca el inquietante hilo argumental de esta producción:

Los atuendos de Asta rozaban la
extravagancia con lo sensual.
«Por supuesto que […] es una película atrevida. Pero su osadía se reparte por igual entre las peripecias de Magda y la puesta en escena de Gad, quien permite que el camarero proxeneta se dirija a la cámara con modos propios del burlesque tras llevar a Magda a la habitación donde habrá de reencontrarse con un cliente que no es otro que su antiguo prometido, obstinado en la salvación de su amada. Si el paso de Magda por el circo está descrito con pocas y certeras pinceladas, un plano magníficamente compuesto basta para mostrar la integración final de los amantes en la bohemia de Copenhague, mezcla de lumpen urbano y la canalla pequeño burguesa representada por el camarero. Puede que el naturalismo brandesiano y el teatro escandinavo de ideas ejercieran una influencia decisiva en Gad, pero ‘Afgrunden’ demuestra que el director ya pensaba desde el primer momento - y de forma nada primitiva - en términos de cine.»

Inspiradora de toda una legión de
mujeres fatales. Fuente: Getty Images
Para Luis Enrique Ruíz (1), El Abismo traduce efectivamente el nivel de incipiente libertad de la que gozaba la mujer danesa de la época: por primera vez la gran pantalla se hacía eco de hábitos y maneras que en ese momento eran posibles y que en el pasado habían sido proscritos para el sexo femenino, como fumar o expresar deseo sexual.

Al preguntársele a Asta porqué había abandonado sus reticencias con respecto al cine para actuar en esta producción nada convencional, ella respondió: «Solo para demostrar a los daneses que era una buena actriz, y el mundo entero me dio la oportunidad de probar que tenía razón

Asta: la estrella de cine.
A pesar de sus intenciones, el estreno no pudo ser más descorazonador: únicamente asistieron 153 personas y los directores de teatro de la ciudad cuidaron muy bien de hacer notar su ausencia. Sorpresivamente, la historia impactaría a esta mínima audiencia y la convocatoria se fue extendiendo poco a poco hasta convertir a esta precursora del melodrama erótico en un suceso internacional. La misma Nielsen lo aseveraría en su libro autobiográfico Den Tiende Muse: «A pesar de que Afgrunden se estrenó sin que nuestros nombres figurasen en ninguna parte, el mío surgió como el ave fénix de las cenizas. Me empezaron a llegar cartas de todo el mundo. La aventura del cine se convirtió a partir de entonces en mi realidad». ¿Podría pensarse una iniciación más espectacular en un medio que para entonces apenas si se consideraba un bebé balbuceante?

Su atractivo llevaba a los hombres
a la perdición.
En muchas ocasiones se ha citado a Asta Nielsen como la primera vampiresa del cine, precisamente por su actuación en esta película. No obstante, la vampiresa que aquí se presenta no es un personaje estereotipado ni irreconocible para el gran público; por el contrario, es una mujer aparentemente reprimida que asume su sexualidad libremente y quien, producto del despecho, libera su agresividad no solo para dañar al hombre-macho, sino también para condenarse a sí misma.

Urban Gad y Asta en un set de filmación.
A juicio de Ruiz, “la expresiva y pasional Asta Nielsen logra trascender el drama social al uso ofreciendo una visión del destino humano, profundamente impactante y muy realista. El atrevido erotismo y fundamentalmente la exposición del comportamiento sexual voluntariamente aceptado, —sirva, como ejemplo, la danza gaucha donde la mujer frota su cuerpo contra el de su amante—, es mostrado en pantalla de una manera tan explícita como nunca lo había sido hasta entonces.”

Aquí la secuencia de la danza que la hizo famosa:


Fuente: canal Youtube de John Hall.

Posterior a su discreto estreno, la fama de su intérprete principal y de la película fue tomando cuerpo alrededor del mundo. El nombre de Asta pasó de desconocido a casi una marca comercial, al identificar artículos de alimentación, cigarrillos, cremas faciales y hasta restaurantes, lo cual evidencia el impacto y la popularidad que alcanzaría esta actriz hasta llegar al rango de primera estrella por derecho propio en la cinematografía mundial.

Asta Nielsen y Peter Urban Gad en 1910. Fuente:
Thebluelanthern.blogspot.com
Urban Gad y Asta Nielsen se unirían desde entonces, tanto en lo profesional como en lo personal. En 1911 el productor Paul Davidson, gran promotor del cine alemán, los contrataría para filmar en ese país. Se casarían en 1912 y el vínculo conyugal duraría hasta 1918, periodo en el que rodaron juntos unas 30 películas en Alemania, donde se le conocería como Die Asta —algo así como La Asta, tal como posteriormente se reconocería a Greta como La Garbo y a Marlene como La Dietrich—.

En Danza macabra interpretaba a una cantante.
De hecho, la primera película surgida de los legendarios estudios Babelsberg fue la cinta muda Danza macabra (Der Totentanz) de Urban Gad, estrenada el 12 de febrero de 1912, con Asta como protagonista, la cual fue reconstruida a partir de los fragmentos sobrevivientes y exhibida como parte del centenario de estos estudios en la Berlinale en 2012.

Entre 1911 y 1937 la actriz filmó en total unas 70 películas en Berlín, muchas de ellas censuradas en Norteamérica por considerarlas demasiado eróticas. Pero restringir a la Nielsen en los papeles de mujer fatal es injusto: en la variada gama de personajes que encamó se encuentran una muchacha de 16 años que se hace pasar por una niña de 12 — cuando la propia actriz ya contaba con 34 años— en Engelein (1913); una mujer disfrazada de hombre mostrando a un amigo las verdades de la vida (Das Liebes-ABC, 1916); una esquimal (Das Eskimobaby, 1917) y hasta un andrógino Hamlet (1921), producido por ella misma a través de su compañía Art Film, A.G.

Asta, una niña como cualquier otra en
Engelein (1913)
Fue la primera Lulú del cine, mucho antes que Louise Brooks,
en la cinta Erdgeist (1923). Fuente: louisebrookssociety.blogspot

Dos grandes del cine alemán juntas en I.N.R.I. (Robert Wiene,
1923): Asta como María Magdalena y Henny Porten como
la virgen María. Fuente: Getty Images
Asta era Hamlet en la cinta homónima de 1921, en la cual
el príncipe de Dinamarca era en realidad...¡una mujer!
Fuente: blog.flinder.edu.au


La diva del cine en La Calle sin Alegría (1925).
Fuente: elcastillovogelod.com
En 1925, de la mano de Georg Wilhelm Pabst, protagoniza Die freudlose Gasse (Bajo la máscara del placer, también conocida como La calle sin alegría), junto a una jovencísima Greta Garbo en una desgarradora historia ambientada en la Viena de Posguerra. Su única cinta sonora y también la última en su trayectoria cinematográfica fue Amor imposible (Unmögliche Liebe, 1932), en la que interpretó a una madre de mediana edad que intenta estar al día y a la altura de sus hijas.

Con la introducción del sonoro, Asta prefirió dedicarse al teatro. Sin embargo, el ascenso del nazismo en Alemania la hizo regresar a Dinamarca en 1936. Allí residiría los próximos 36 años, dedicada a escribir y a pintar. En su carrera literaria se cuentan los dos tomos de su autobiografía, varias narraciones y artículos para los periódicos.

Asta Nielsen y Gregori Chmara en la playa.
Fuente: Getty Images
La vida sentimental de la Nielsen no fue apacible: divorciada de Urban Gad, se casó nuevamente en 1919 con el constructor naviero sueco Freddy Windgardh, de quien se divorció a mediados de los años 20. Estuvo unida sentimentalmente con el actor ruso Gregori Chmara desde 1923 hasta 1936. No obstante, su verdadero amor lo encontraría a edad avanzada en la persona de Christian Theede, un coleccionista de arte danés de 77 años, con el cual se casó en 1970, a los 88 años, en una unión que a pesar de lo breve resultó muy satisfactoria y plena de alegría. Ambos viajarían juntos constantemente, lo cual disfrutaron tanto que decidieron dejar su fortuna a una fundación dedicada a organizar viajes para adultos mayores.

Sosteniendo su autobiografía Den Tiende Muse
en el documental sobre su vida, dirigido por ella
misma. Fuente: Det Danske Filminstitut
Atrevida hasta sus últimos años, dirigió su primera película a los 86, luego de que un film biográfico no contara con su aprobación y decidiera llevar a cabo el proyecto ella misma.

El 25 de mayo de 1972, a los 90 años, la gran Asta Nielsen falleció en el Hospital de Frederiksberg, la más pequeña municipalidad de Dinamarca, ubicada en la isla de Selandia. Die Asta dejaba tras de sí una vida plena y aunque su nombre no evoque la leyenda, tal como lo hicieron otras que le sucedieron, nadie le quita su distinción como pionera de la mujer fatal en la cinematografía mundial.

Asta Nielsen: toda una diva del cine, a sus 88 años, según aparece en el documental Asta Nielsen.
Fuente: Det Danske Filminstitut
Fuentes consultadas

(1) Ruíz, Luis Enrique (2000).  Obras pioneras del cine mudo.  Orígenes y primeros pasos (1895-1917). Ediciones Mensajero, S.A., Bilbao, España.

Historia Universal del Cine (1982). Fascículo No. 94. Editorial Planeta, Madrid: España.