domingo, 24 de septiembre de 2017

Juan Iturbide: obrero y caballero del arte

Juan Iturbide: caballero ante todo. Fuente: revista
Venezuela Gráfica, 1977. 
Si hubo un actor que hacía gala de elegancia y buen vestir en la televisión venezolana, ese fue Juan Iturbide, aunque su refinamiento a veces le hacía lucir algo afectado. Hoy casi olvidado por las nuevas generaciones, el otrora galán no dudó en afirmar un día: “Si acaso tengo alguna dosis de talento que me ha sido concedido por un Poder Superior a la condición humana, ese talento lo he supeditado por más de 25 años con todo corazón e intención, honestidad y profesionalismo, sin renunciar a esfuerzo ni sacrificio alguno, al servicio de ese gran y muy querido público para el cual trabajo”.

Reconocido por su versatilidad, además de por su educada voz forjada en el teatro y la radio, Juan Iturbide nació el 15 de septiembre de 1933 con el nombre de Juan Rodríguez Hernández. Hijo de María Teodolinda Hernández, nativa de Ciudad Bolívar;  y de Juan Rodríguez González, oriundo de San Fernando de Apure, su alumbramiento se dio por casualidad en la población de El Sombrero, estado Guárico, en uno de los viajes de regreso de la capital donde su padre tenía sus negocios.

A los dos años su familia se residenció definitivamente en Caracas, capital venezolana en la que permaneció sus primeros años de infancia, disfrutando de las travesuras propias de su edad, junto a su única hermana, Gladys.

Una sonrisa traviesa.
Fuente: revista Venezuela
Gráfica
, 1977.
Juan y su hermana Gladys.
Fuente: revista Venezuela
Gráfica, 1977.
Sus estudios primarios los cursó en la Escuela Experimental Venezuela. En esa época, quien fuera un niño travieso se convirtió en un ser tímido, más interesado por las actividades creativas y artísticas que en los estudios formales. A tal punto llegó su retraimiento que un día ganó un premio por la escenografía de una obra teatral en la escuela y no se atrevió a presentarse para recibirlo.

Al llegar la adolescencia, Juan se había transformado en un joven apuesto que estudiaba bachillerato en el liceo Andrés Bello. Un día le presentaron a una compañera por teléfono y luego de una conversación muy afable, esta le confió: “Qué bonita voz tienes, ¿eres locutor?”. Según él, ese fue el disparador para que unido a sus inquietudes artísticas infantiles, viajara a Nueva York, Estados Unidos, a explorar opciones de formación en esa área.

Juan en su época de adolescente. Fuente: revista
Venezuela Gráfica, 1977.
Allí lavó platos en restaurantes para mantenerse y asistió como oyente a la National Dramatic Arts School, en la que aseguró que había aprendido mucho, a pesar de no dominar el inglés. En la Gran Manzana residió casi dos años y de regreso a Venezuela, se inscribió en el grupo de teatro del Ateneo de Caracas, donde se convirtió en discípulo de Horacio Peterson y Juana Sujo, con quienes hizo su papel como debutante en la obra María Lionza, de Ida Gramcko.

En un estudio radial.
Fuente: revista
Venezuela Gráfica, 1977.
Aquella llamada telefónica que despertó sus ansias de desarrollar una carrera artística, le llevó además a incursionar en la radiodifusión. En este medio laboró en Radio Cultura y junto a Raúl Amundaray, Franklin Vallenilla y Argenis López fue fortaleciendo sus habilidades histriónicas y de locución.

Juan vislumbró las amplias posibilidades que tenía para desarrollar su carrera en paralelo, tanto en radio como en televisión. Su esfuerzo rindió frutos. En la primera trabajó con Ana Mercedes Escámez y Graciela López, pioneras en la actuación radial. También protagonizó con Carmen Julia Álvarez obras clásicas versionadas para las ondas hertzianas, tales como Cumbres Borrascosas y Ana Karenina. Asimismo dirigió el seriado Tamakún, con Armando Palacios como Alí Yabor.


Rebeca Iturbide
Sus primeros pasos en la pequeña pantalla los dio en Televisa, en un espacio dramático. Es en ese momento cuando adopta el nombre artístico de Juan Iturbide, en homenaje a la actriz de la Época de Oro del cine mexicano Rebeca Iturbide, por quien profesaba gran admiración.

Luego de un pequeño papel en Televisa, fue llamado por Radio Caracas Televisión para una prueba de pantalla, la cual aprobó sin problemas. Contratado para ese canal, intervino en producciones dramáticas que al principio resaltaron sus dotes de galán. Poco a poco le fueron otorgando papeles de mayor responsabilidad hasta alcanzar los roles estelares. También logró la posibilidad de fungir como animador.

Teñido de rubio, junto a Amalia Pérez Díaz en Las mujeres
también perdieron la guerra
. Fuente: revista Venezuela Gráfica, 1977.
Bajo las órdenes de José Antonio Ferrara, en Televisa, actuó en las obras Dios se lo pague; Arsénico y encaje, junto a Daniel Farías; Todos eran mis hijos, con Eva Moreno y Paul Antillano; y Las mujeres también perdieron la guerra, de Curzio Malaparte, en la cual debió cambiar el color natural de su cabello a rubio para interpretar a un soldado alemán. “Tenía mucho complejo por teñir mi pelo, lo que me ponía muy nervioso ante la cámara, pero poco a poco fui entrando en el papel y tuve buenas críticas”, comentó en una entrevista para la revista Venezuela Gráfica en 1977.

A la par de su trabajo en los canales comerciales, Juan se desempeñó como actor en producciones de calidad en la Televisora Nacional canal 5. Tal fue el caso de su participación en Otelo, de William Shakespeare, protagonizado por Fernando Gómez. También intervino en el espacio La Novela Venezolana, en el que actuó en La casa de los Ábila, de José Rafael Pocaterra; y Cumboto, de Ramón Díaz Sánchez, “donde me pintaron de negro y me quemaron el cuero cabelludo rizándome el pelo muchas veces para interpretar al personaje Natividad”, recordaba el actor.

Fiesta, con Alfrado Sadel, Adilia Castillo y Pedro
Vargas. Fuente: revista Venezuela Gráfica, 1977.
Las posibilidades se ampliaban para Juan y se convirtió en el animador del programa Fiesta, en Venevisión, en el cual tuvo como invitados especiales a estrellas de la talla de Olga Guillot, Pedro Vargas, Libertad Lamarque, Berta Dupuy, además de importantes cantantes venezolanos como Adilia Castillo y Alfredo Sadel.

Una iniciativa excepcional desarrollada en canal 5 fue lo que se llamó Teatro de Extras, según la idea del periodista Oswaldo Hernández para proporcionar una oportunidad a aquellos talentos desconocidos que quisieran ingresar a la TV. El objetivo era hacer una escuela de actores y presentarlos en televisión. Para concretarlo, consiguieron el permiso de Televisora Nacional y Juan se dirigió a las pocas escuelas de teatro existentes para comenzar a formar un grupo de alumnos, creando los repartos de acuerdo al tipo de cada uno de los actores y de los personajes.

Teatro de extras, una experiencia extraordinaria. Fuente: revista
Venezuela Gráfica, 1977.
“En ese grupo recuerdo haber visto a Alexander Milic, Levy Rossell, Leyda Torrealba, Juan Manuel Laguardia, Carlos Subero, Ibrahim Guerra y otros que no alcanzo a recordar”, comentaba Juan en 1977. “Debido a este programa me dediqué a adaptar y a escribir libretos, además de dirigir artísticamente el espectáculo, mientras que Oswaldo me asesoraba. Tengo recuerdos positivos de aquellas obras que se hacían de memoria, con solo una semana previa al reparto de libretos y ensayos. Por esto me cabe la satisfacción de decir que nunca tuvimos que cortar una grabación o repetir un videotape.

Teatro de extras se transmitió durante dos años y aunque no podían pagarle un sueldo a los noveles actores, él estipulaba del suyo una cifra mensual para quien más destacara en su trabajo, porque “la ambición de estos jóvenes era la de ingresar como actores estables en la televisión, cosa que hasta entonces habían considerado un imposible”.

Galán actor. Fuente: revista
Venezuela Gráfica, 1977.
Cuando se creó la Corporación Venezolana de Televisión (CVTV) canal 8, en 1964, Juan se incorporó al elenco pionero de esa planta. En sus inicios, animó el Show de Aldemaro Romero, junto a Carmen Victoria Pérez. También se desempeñó como actor regular junto a Josefina Rovira. En Pasiones Humanas, fue secundado por el actor argentino Luis Sandrini, quien no dudó en ceder el crédito principal a Iturbide, a pesar de su negativa, argumentándole que para él era mucho más importante el trabajo que ambos iban a hacer que la colocación de créditos.

Al respecto, Juan señaló en una entrevista (Venezuela Gráfica, 31/07/1977): “Por eso es que, precisamente, no me ha preocupado mucho eso del cartel. Yo solo aspiro que mi público acepte lo que he hecho año tras año, y ha sabido premiar con su admiración y su cariño mi trabajo. Tal vez todo esto se deba a que quiero mucho a la gente sin distingo de tipo o clase y, sin apasionamientos ideológicos de ningún tipo. Cuando debo desempeñar un papel, estoy consciente de mi responsabilidad ante la masa y me doy por entero, sin reserva de ninguna clase”.

Juan y Mario Moreno.
Fuente: Crónicas de Tánatos.
El actor tuvo ocasión de estar al lado de los grandes, como Luis Sandrini y Cantinflas, a quien acompañó cuando vino por primera vez a Caracas para la inauguración del canal 8. También conoció en su juventud a Vivien Leigh, la legendaria Scarlet O´hara de Lo que el viento se llevó, actriz a quien admiraba mucho.

En el rodaje de Dies Irae (1965).
 Fuente: revista Venezuela Gráfica, 1977.
En el cine participó en la cinta Días de ira (Dies Irae, 1965), dirigida por José Martín. Allí intervinieron Sonia Glen, Amalia Pérez Díaz, Enrique Benshimol, Carmen Antillano, Ninón Racca, Hermelinda Alvarado, Aurora Mendoza, Betty Ruth, Olga Castillo, Ivonne Attas, Isabel Padilla y José Luis Silva. De este film comentó: “a pesar de la poca promoción que tuvo en el país, fue considerada por la crítica europea como la “Viridiana” venezolana. Su éxito en Europa le valió varios premios cinematográficos a esta cinta”.

En las telenovelas tuvo papeles destacados en El Amo (1971, CVTV), donde fuera contrafigura de Manolo Coego; Enamorada (CVTV), en el que hizo de villano, un rol por el que se destacó en varias oportunidades; El secreto de Adrián, que protagonizó junto a Cecilia Villarreal (CVTV); pero su rol de Ramiro “Papito” en Raquel (RCTV, 1973) le granjeó gran popularidad.

Cecilia Villarreal y Juan, pareja estelar.
Fuente: revista Venezuela Gráfica, 1977.
En esa época, Juan residía en La California Norte y se encontraba aún actuando en dicha telenovela cuando en la madrugada del 24 de noviembre de 1974 tuvo un grave accidente automovilístico, en el cual estuvo a punto de perder la vida.

De acuerdo con las noticias de prensa, el actor se desplazaba en un carro placas LO-41-36 a la altura de lo que se conoce como El Ciempiés, en la autopista del Este; allí perdió el dominio del vehículo y se estrelló contra una valla. Según el diario El Nacional, él se había quedado dormido sobre el volante de su auto.

El Papito al borde de la muerte.
Fuente: diario Panorama.
Iturbide iba acompañado por un joven de 22 años de edad, quien resultó con una lesión en la región frontal que requirió tres puntos de sutura. Sin embargo, el actor de 41 años llevó la peor parte, al sufrir la fractura de cinco costillas del lado izquierdo, contusiones y fuertes traumatismos generalizados. Atendido en primera instancia en el Hospital Pérez Carreño, dado su delicado estado de salud fue trasladado al Hospital Militar, donde fue operado de emergencia.

“Gracias al cuerpo médico de esa institución, que me atendió durante mis cinco meses de reclusión, logré salvar la vida. Recuerdo que el día de la intervención quirúrgica a la que me sometieron, cuando me desperté de la anestesia me llevé la impresión más grande de mi vida, porque me vi rodeado  de una cantidad de personas que intentaban entrar en mi habitación desde el pasillo del hospital. Ya se había corrido la voz, entre los internos y el personal de guardia que el “Papito” había sufrido un terrible accidente y la gente corrió, tratando de ver al personaje, que cada noche observaba por televisión”, recordaba tres años después.

Capítulo de Raquel (12/11/1974), en el cual se ve a Juan Iturbide interpretando a Ramiro "El Papito" poco antes del accidente. Fuente:canal Youtube Nostalgia TV

Aún no totalmente recuperado, regresó a los estudios de televisión y siguió haciendo su papel en la telenovela. Durante una escena violenta que debía hacer junto a Oscar Martínez, cayó sobre un decorado que tuvo que sostener durante el transcurso de la acción para que no le cayera encima toda la escenografía. “Como consecuencia de esta situación, tuve que regresar al hospital y ser operado sin anestesia, teniendo que soportar un drenaje de tres días, sin poder comer ni dormir, porque una de las costillas, aún no soldadas, me había perforado la pleura”.

Lila Morillo y Juan Iturbide
en Cuartos separados. Fuente:
revista Venezuela Gráfica, 1977.
En su vida personal, Juan era una persona educada y afable, pero también muy reservado. Actrices como Rebeca González, Marisela Berti y Mirna Rodríguez valoraban sus especiales condiciones humanas. Sin embargo, él reconocía ser implacable consigo mismo: “Como actor nunca podré sentirme realizado, ya que el actor nunca termina de aprender y cada vez que veo uno de mis trabajos, gracias a la maravilla del Video-Tape, pienso que puedo hacerlo mejor. Jamás me perdono nada a mí mismo. Soy mi peor crítico, pero tengo la conciencia de saber que siempre que puedo trabajar para mi público, que sin saberlo admiro y respeto, le entregaré lo mejor que mi capacidad, mi sinceridad y mi honestidad puedan brindar. Considero que soy un actor porque cada papel que se me impone, sea de protagonista, de segunda o de tercera, con o sin cartel, trataré de hacerlo bien”.

Fuente: revista Venezuela Gráfica, 1977.
Públicamente, nunca se le conoció pareja —femenina o masculina—. En una entrevista de finales de los 70, Juan reconoció que el gran amor de su vida era su madre: “Actualmente tengo una novia que ocupa todos mis pensamientos y capacidad afectiva, ya que es ahora en su enfermedad, cuando más me necesita. Ella es una tierna viejecita, mi madre”.

Su relación con los medios periodísticos no estuvo exenta de tensiones. En un Remitido dirigido a la opinión pública con fecha 18 de junio de 1979 y difundido a través del diario El Nacional (21/06/1979, sección D, p.9), Iturbide se vio obligado a hacer una aclaratoria pública debido a un supuesto hecho que comprometía su prestigio personal y profesional. En él hacía mención de un reportaje publicado la semana anterior en una revista, en el cual se aseveraba que él había cometido un acto bochornoso en la Ciudad Vacacional de Los Caracas. Según la historia referenciada por el actor, supuestamente había sido sacado a punta de pistola de un baño de un establecimiento comercial por funcionarios de la Guardia Nacional, en compañía de otra persona en estado de embriaguez. Se señalaba además que el actor había regresado e insultado a dos personas sentadas en una de las mesas del sitio.

Fuente: diario El Nacional, 1979.
Su respuesta fue contundente: “Jamás me he considerado verdaderamente importante, ni me he dado tampoco demasiada importancia; no me he sentido nunca dominado por sentimientos ególatras ni vanidosos que suelen adjudicarse al grupo de trabajadores de la escena, ya que creo ser un obrero del arte […] He sido condecorado por el Estado con la Orden Andrés Bello por intermedio de uno de sus primeros magistrados, lo cual colmó mi más íntima satisfacción y rebasó los límites de mi modestia. Releyendo cada frase y cada palabra del artículo en cuestión publicado en dicha revista la semana pasada, se palpa la virulencia y un ensañamiento tan pustulento, producto de un odio o motivos que considero de carácter inconfesables que, sinceramente, a pesar de los méritos que yo pueda tener, no me creo con la altura suficiente para merecerlo”.

Fuente: revista Venezuela Gráfica, 1977.
Señalaba que había acudido al Destacamento No. 56 de la Guardia Nacional en Los Caracas a verificar si había algún registro de los hechos que mencionaba la publicación, pero el comandante de dicha instalación, luego de interrogar a los funcionarios, constató la total falsedad de dichas acusaciones. Igual concurrió a la Fuente de Soda Los Frailes, de cuyo dueño obtuvo una carta en la cual se le absolvía de participación alguna en hechos bochornosos como a los que se aludían. Concluía el actor el Remitido haciendo un llamado al presidente del Colegio Nacional de Periodistas y a su Tribunal Disciplinario, así como al público en general, para que consideraran los hechos expuestos y juzgaran en concordancia.

Dos años antes, en la sección Vida de Estrellas, publicado por la revista Venezuela Gráfica (31/07/1977), Juan recordaba una anécdota peculiar con un representante de la prensa: “Un periodista me preguntó porqué no había recibido premios. Le contesté que no sabía, pero, tenía el consuelo de que ni Charles Chaplin ni Greta Garbo habían recibido reconocimientos siendo figuras importantes en el mundo del cine”. Al periodista le pareció pedante su respuesta y terminó allí mismo la entrevista. “Yo la verdad es que me quedé sorprendido por su actitud, ya que solo intentaba hacer un chiste de la situación”. Tal vez esas circunstancias tan peculiares expliquen la razón por la que su presencia en los medios informativos de la época fuese tan escasa.

Rosario Prieto, Juan Iturbide y Rebeca González, en la telenovela Stella. Fuente: página de Facebook Televisión y Cine
en retrospectiva
.
Juan y Rebeca en Stella. Fuente: página de Facebook Televisión
y Cine en retrospectiva
.
Después de su segunda etapa en RCTV, Juan volvió a Venezolana de Televisión, la antigua CVTV que ahora se había convertido en televisora del Estado. Se incorporó a importantes dramáticos de la planta de finales de los 70 y durante los años 80, entre ellos Ana Isabel, una niña decente y Stella (1977), junto a Rebeca González; Documento Leonardo Ruíz Pineda (unitario, 1985), protagonizado por Orángel Delfín; Las Marquesitas, en el cual hizo pareja protagónica con María Cristina Lozada, Belén Díaz y Rodolfo Drago. Sus roles cada vez se alejaban del protagonista para convertirse en un actor de carácter.

Juan en su madurez. Fuente: Andrei
Shkarin.
Hubo un tiempo en que poco se supo de él. Años más tarde, reapareció en lo que sería su última actuación en televisión: Bellísima (Venevisión, 1992), donde interpretó a Federico Linares, padre de Víctor Cámara. Se veía ciertamente avejentado, pero mantenía su dicción impecable y su elegancia característica, aquella apostura que tantos suspiros arrancara en su juventud.

Juan Iturbide falleció a principios de la década de los 90; algunos ubican la fecha en 1992 y otros en 1994, pero esta aún no ha podido ser confirmada.

Fuentes consultadas:

Gravemente lesionado Juan Iturbide. Diario Panorama, 25/11/1974, última página

Lesionado en un choque el actor de TV Juan Iturbide. Diario El Nacional, 25/11/1974, sección D, pág. 20.

Remitido de Juan Iturbide a la opinión pública. Diario El Nacional, 21/06/1979, sección D, pág.9.

Gutiérrez, Julio. “Juan Iturbide: de niño tímido a primer actor”. Revista Venezuela Farándula No. XXX, 31/07/1977. Sección Vida de Estrellas. 

Especial agradecimiento a la periodista Zaida Campos y al archivo del Grupo Últimas Noticias por el apoyo brindado. También a Andrei Shkarin, del grupo de Facebook Televisión y Cine en Retrospectiva por los datos aportados.


lunes, 11 de septiembre de 2017

1967: Marina y Bardina brillan con "Lucecita"

La leyenda rosa encarnada por la pareja Marina Baura - Jose Bardina
tuvo su punto máximo en Lucecita.
En 1967 los medios de comunicación social venezolanos anunciaban el estreno de Lucecita en el canal 4. Este melodrama había sido de las primeras radionovelas escritas por Delia Fiallo, quien había logrado con ella gran receptividad en la radio cubana. Cuando tocó el turno de llevar adaptaciones de estas producciones radiales para la televisión de ese país caribeño, Delia no dudó en seleccionarla por su probado éxito.

Al profundizarse las medidas implementadas por el gobierno de Fidel Castro en la isla, la autora cubana salió al exilio en 1966 y estableció su residencia en Miami, Estados Unidos. Al año siguiente se presentó la oportunidad de iniciar una relación profesional con los Cisneros a través de su canal Venevisión. ¿Cuál de sus guiones propuso llevar a la pantalla? Por supuesto, Lucecita, en una adaptación a cargo de la escritora venezolana Ligia Lezama, quien regresaba a la TV después de un receso. Ella se encargaría de aumentar algunas escenas y ajustar el libreto a la audiencia criolla.

Eva Moreno
Ese año, la televisión nacional exhibió producciones dramáticas de gran impacto. Durante el mes de julio, el canal de la competencia —Radio Caracas Televisión, RCTV— había comenzado a grabar en videotape los primeros capítulos de La Tirana, la obra de Manuel Muñoz Rico que marcó el retorno de Eva Moreno al medio televisivo, con el galán Edmundo Arias. Entre el reparto se encontraban Amalia Pérez Díaz, José Jordá y Rafael Cabrera. Reaparecía Eduardo Serrano, para la época un joven actor prometedor, mientras que Bárbara Teyde hacía su primera actuación en el staff de Bárcenas. La Tirana se estrenó a partir del mes de agosto, meses después de Lucecita, en horario de 9:00 de la noche.

Sin tener rival en su horario de 6:00 pm, Lucecita fue transmitida de lunes a viernes para reforzar el bloque vespertino de dramáticos; antecedía a La pasión de los débiles primero y, al terminar esta, a La otra. Inserta dentro de la tradición romántica del melodrama rosa —muchacha inocente del campo viaja a la ciudad y trabaja como sirvienta en casa del joven rico; allí es víctima de la(s) maldad(es) de la(s) villana(s) y luego de muchas vicisitudes, descubre que ella también es rica y alcanza el amor—, significó una gran oportunidad para muchos de los que intervinieron en su realización. De hecho, se convirtió en el lanzamiento de una nueva pareja protagónica para el canal: Marina Baura y José Bardina, quienes a partir de entonces lograron una posición estelar.

El elenco reunía a destacadas figuras de la actuación, entre las cuales se encontraban Carmen Antillano, como la abuela aristócrata; María Luisa Rico como la altiva Graciela; Leonardo Oliva, como el amargado y sufrido Álvaro; José Oliva como Miguel, el hombre apegado a los convencionalismos sociales; Esperanza Magaz como la humanitaria Modesta; María Isabel Alba como la graciosa Fefa; y la reaparición de Néstor Zavarce como actor. La dirección estuvo a cargo de Tito Borbollo y Juan Lamata, un director que estuvo al lado de la Baura en varias de sus telenovelas más conocidas y a quien ella profesó un afecto especial.

En ese momento, Marina era considerada como “una actriz que se destacaba notablemente y una de las más talentosas del medio”. Su verdadero nombre era Julia Pérez y había nacido el 1º de noviembre de 1941 en Santa María Madre, un pueblo de Galicia, España. Al poco tiempo su familia se mudó a Celanova, donde transcurriría su infancia y adolescencia. A los 14 años de edad debieron emigrar a Latinoamérica; fue así como se radicó junto a sus padres y su hermano Jesús en Venezuela.

Marina Baura: Color de Oro.
A pesar de su timidez, decidió ingresar al medio artístico a principios de los años 60, primero como modelo. En esa faceta destacaría en varios comerciales, especialmente en una publicidad de la Cerveza Caracas, en la que se le calificaba como “Color de Oro”, asociando su rubia cabellera a uno de los atributos de esta bebida.

En esa etapa, la inexperta Julia exhibía tanto sus atractivas cualidades físicas como un talento aún sin pulir para la interpretación. Consciente de la necesidad de desarrollar sus habilidades histriónicas, estudió arte dramático con el reconocido actor y director Paul Antillano en la academia Carmen Antillano. «Realmente lo que me gustaba era la actuación. Como modelo yo era muy mala», señaló en una ocasión.

Fuente: diario Panorama.
Estaba decidida a lograr destacar en el medio artístico venezolano y, por ello, no perdió oportunidad para entrenarse y mostrar su talento ante el público, aunque significara pequeñas apariciones. Así, logró hacer de extra en El Casino de la Alegría, bailó durante un mes en El Show de Renny y logró su primer trabajo como actriz en la serie Casos y cosas de casa, con América Alonso y Jorge Félix, donde  interpretó a una mucama que le provocaba celos a la Alonso. «Tenía que decir 'Sí, señor', 'No, señora' y me temblaba todo», comentó la actriz en una entrevista para la revista Todo en Domingo. También haría un pequeño personaje llamado Karuka en El Escuadrón Tacamajaca, un programa en vivo con Chuchín Marcano; e intervendría en La Quinta de Simón, junto a Simón Díaz.

Ya había incursionado en el cine, donde hasta 1967 había participado en cuatro películas. En 1962 intervino como extra en una breve escena junto a Ada Riera en la película Acosada, protagonizada por Libertad Leblanc y Néstor Zavarce. La primera en la que tuvo un rol de mayor importancia fue en Cuentos para mayores (1962), específicamente en el capítulo denominado La falsa oficina del supernumerario, junto a Rafael Briceño. Esta aparición representó su debut de la mano de Román Chalbaud, quien le sugirió cambiar su nombre real —el cual consideraba anodino— por el de Marina Baura. A esa le siguió una pequeña aparición en El raspado o Aventuras de un sinvergüenza (1964), dirigida por René Cardona Jr.; y luego un rol secundario en Yo, el Gobernador (Cardona Jr., 1965), junto a Joselo y José Jordá.

Marina Baura, de 19 años; y Ada Riera, de 14 años: dos extras de lujo en el film Acosada (1962).
Fuente: canal YouTube de Paúl Salazar Rivas.

En esta entrevista para la serie Archivo de la Palabra, de la Biblioteca Nacional, Marina cuenta cómo nace su nombre artístico:


Escena de la tercera historia de Cuentos para mayores: La falsa oficina del supernumerario, con Simón Díaz,
Rafael Briceño y Marina Baura. Fuente: canal YouTube de  Héctor Acosta Rojas

Amelia Román y Marina Baura en Madres
Solteras
(1966). Fuente: Getty Images.
Fotografía: Joseph Fabry
Sin embargo, su mayor logro se produjo al ser seleccionada como Yolanda, la hermana de la protagonista, en Madres solteras, con Amelia Román y Jorge Félix. A su juicio, «este trabajo me emocionó mucho porque era la primera vez que me daban un papel importante. Después de eso vino Lucecita…».

La actriz recordó en una entrevista que cuando le propusieron hacer la prueba para estelarizar Lucecita, no pensó lograrlo. A pesar de ello, accedió a cortarse el cabello, teñírselo de color oscuro y probar suerte. En ese momento, Marina se acababa de casar con el periodista Felo Jiménez y pensaba retirarse, «pero me ofrecieron ese papel y lo acepté. Por lo general, el público que ve telenovelas es sencillo, busca un mensaje bonito de amor o de mentiras y engaños, pero no algo complicado porque la idea no es complicar la vida del ama de casa», agregó.

José Bardina, todo un galán.
Para José Bardina, Madres solteras igualmente había sido un paso importante en su carrera. Como Marina, él también era de origen español, nacido el 27 de marzo de 1939 en Barcelona. Había estudiado hasta el tercer curso de bachillerato y también algo de contabilidad, pero en 1958 lo abandonó todo para concentrarse en su formación como actor en la Escuela Juana Sujo, en Caracas.

El escenario teatral se convirtió en el lugar de sus inicios como intérprete y en 1961 dio el salto a la televisión al ser contratado por  RCTV. Luego de varios roles menores, en 1965 encarnó a un célebre personaje de ficción conocido como El Halcón, que le granjeó las simpatías del público. Su transición hacia las telenovelas a través de Madres solteras fue fundamental para su proyección como galán y el logro de la estabilidad en su profesión. Lucecita fue el segundo escalón de lo que a futuro se convertiría en una fructífera carrera.

Ivonne Attas personificando a Angelina.
Fuente: diario Panorama, 1967.
En este teledrama destacaba además Ivonne Attas como la mala de la historia. En el diario Panorama (1967) se alababa la labor desplegada por ella y se la describía como una actriz que “siempre cumplió en los trabajos que a lo largo de su carrera le fueron encomendados”. De igual manera, destacaban su participación en Madres solteras, donde desempeñó un papel noble y humano que le valió el reconocimiento general del público, pero a juicio del periódico, ella estaba a la espera de su gran oportunidad de brillar y esta llegó en el rol de villana en Lucecita.

Su personaje de Angelina era “...de extraordinaria fuerza, de diversas transiciones, muy temperamental, lleno de amargura y frustraciones, inclinado al egoísmo y a la farsa“. Según el redactor de la nota periodística, ella lograba un insuperable trabajo artístico, pues el personaje fue aceptado y estudiado por Ivonne, “quien juega con él, lo conduce con propiedad y conocimiento…En un diálogo o un monólogo la vemos pasar de un estado apático a uno eufórico, de una bondad extrema a una inusitada violencia y para hacer esto frente a una cámara de TV, se necesita ser primero actriz y después también actriz”.

Ivonne Attas, un ángel perverso.
Lo que más cautivaba de esta interpretación era la diferencia entre el rol que le había tocado asumir en la ficción y su comportamiento en la vida real, pues Ivonne era considerada una dama de modales finos, de distinguida prestancia y de una bien acusada personalidad. En 2012, la actriz de origen sirio —nació en Damasco el 2 de agosto de 1943—recordaba los inicios de su relación profesional con la Baura:

«Mi relación con Marina empieza hace muchos años en un canal de televisión, con una telenovela que se hizo famosa en el mundo entero, porque ha sido grabada con diferentes títulos en otros países. Se trata de Lucecita, de la extraordinaria escritora de telenovelas, Delia Fiallo. Al éxito de esta novela siguieron otras de la misma autora, donde tuvimos el agrado de trabajar juntas, como lo fue La Señorita Elena. Por supuesto, allí también nos peleábamos ambas por el galán de moda de esa época, José Bardina. Cada una en su rol, ella de buena y sufrida, y yo de villana, donde estuve encasillada durante muchos años gracias a que Delia siempre escribió para mí estos personajes que me hicieron famosa …». (La TV en el banquillo, 26 de marzo de 2012)

José Oliva. Fuente: Panorama, 1967.
José Oliva, calificado por los medios como un actor recio, de gran personalidad y magnífica dicción, obtenía en esta novela una vitrina para exhibir sus cualidades histriónicas. En la columna “Tips”, de Ebert J. Lira (Panorama, 1967), se indicaba que Oliva se había retirado de la televisión donde años atrás “brindara tan buenos trabajos de actor en 'Domingos a las nueve' por el canal 2. Venevisión pensó en él para un personaje central en Lucecita y los días han demostrado su calidad interpretativa, su seguridad escénica que le permite bordar un papel bastante difícil y que requiere un gran trabajo encarnando a Miguel, personaje que le ha puesto de nuevo en primer plano de popularidad”.

La pareja de Marina y Bardina alcanzaría con esta producción un éxito sin precedentes. De hecho, Lucecita fue calificada por el diario Panorama (columna De aquí y de allá, Ebert J. Lira, 1967) como la “telenovela de mayor éxito en los últimos tiempos”.

En un giro curioso donde la realidad se fundía con la ficción, Marina quedó embarazada, al igual que su personaje en la trama: «Di a luz durante las grabaciones y, de hecho, mi hija salió en la novela. El embarazo se me notaba poco, era mi primer bebé, así que pudimos disimularlo. Hacíamos tomas cortas para que no me cansara, usaba vestidos anchos para que no se viera y cuando llegó la hora del parto se adelantaron algunos capítulos, pero apenas di a luz debí empezar de nuevo».

Marina en el camino a la fama. Fuente:
grupo Facebook Caracas en Retrospectiva
Para la actriz, el impacto de la protagonización le dejó gratos recuerdos, pero visto en retrospectiva ¿qué significó realmente para Marina su ascenso en el plano laboral? Ella lo resumió de manera muy sencilla: «Si los directores ven que tú rindes y que cumples con ciertas condiciones, te dan un papelito más grande y punto…Significó trabajo, hacerme una plataforma económica, hacer amigos que estuvieron en mi vida y que aún están. Mis hijas vieron la luz en la televisión: Marifé nació por Radio Caracas, Lolymar por Venevisión y Mónica es la única que nació fuera, pero prácticamente dentro».

- Cuando hice Lucecita, como cuando se hacen las cosas por primera vez, sentí que todo era bello. Todos éramos excelentes compañeros. Nada me molestaba, la pasé maravillosamente. Cuando di a luz, me llegaron ramos de flores de gente que ni conocía. Se cree que cuando tienes éxito con una novela llegas al estrellato y no es verdad. Corrimos con la suerte de que la novela gustó mucho y eso aumentó nuestra popularidad. Creo que en la mitad del camino se le agregaron capítulos y personajes a la trama, para poder alargarla. Por eso duró como dos años.

Paralelamente, la fama de Bardina fue muy comentada en ese momento: “El nuevo galán del canal 4 tuvo ocasión de saborear su popularidad en el reciente viaje que efectuara con otros artistas de Venevisión a la hermosa isla de Margarita. Las pavitas lo asediaron por todas partes y fue la primera figura más aplaudida de la delegación” (Panorama, julio de 1967).

Una pareja que hizo historia. Fuente:
grupo Facebook Caracas en Retrospectiva
La dupla Baura-Bardina daría aún más que hablar. A este hit seguirían La Señorita Elena (1968), Rosario (1969) y Lisa, mi amor (1970). Es precisamente al comenzar la década del 70 cuando Marina recibe una tentadora oferta de RCTV. Se muda de canal para interpretar junto a Oscar Martínez La virgen ciega (1970 y, luego, Cristina (1970), junto a Raúl Amundaray, pero ambas no contaron con el favor del público. Hubo que esperar hasta La Usurpadora (1971), cuando su doble papel de Alicia Estévez/Rosalba Bracho consolidaría el binomio Baura-Amundaray. Este rol la haría merecedora del reconocimiento de la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York (ACE) como mejor actriz y la llevó a cantar en escenarios extranjeros, algo en lo cual ya había incursionado en 1969, cuando grabó un disco de canciones de Navidad que presentó en De Fiesta con Venevisión.

Aunque el próximo vehículo dramático de Marina junto a Elio Rubens —La Indomable (1972)— tuvo muy buenos niveles de audiencia, Raúl y ella se reunirían otra vez en nuevas producciones: La Italianita (1973), Valentina (1975), Resurrección (1977), TV Confidencial (1978) y Mabel Valdez (1979), pero ninguna tan exitosa como La Usurpadora.

A estas alturas, es necesario precisar que Marina estaba evolucionando en lo profesional, alejándose paulatinamente del personaje de damita joven en novelas rosa. En 1974 se incorporaría a la llamada telenovela cultural liderada por RCTV con la versión de Doña Bárbara, protagonizada con Elio Rubens; también encabezaría el elenco de Canaima y La balandra Isabel llegó esta tarde (1976), junto a Miguelángel Landa, así como Sobre la misma tierra (1976). Natalia de 8 a 9 (1980), de la mano de José Ignacio Cabrujas, marcó su madurez en la actuación, acompañada por otro actor de grandes dimensiones, Gustavo Rodríguez, con quien se le emparejaría nuevamente en Gómez II (1981) y Chao, Cristina (1983).

Entrada de la telenovela Natalia de 8 a 9. Fuente: canal YouTube de Venenovelas.

Su vida personal siempre estuvo expuesta al público, pero su discreción y hermetismo logró mantenerla alejada de murmuraciones y escándalos dentro de los predios faranduleros, incluso cuando se divorció de Felo Giménez y años después se casó con Hernán Pérez Belisario.

Al preguntársele qué hacía la diferencia entre encarnar un rol creado por Cabrujas y otro por Delia Fiallo, Marina respondió:

- Para mí los dos han sido muy importantes, cada uno en su estilo. Delia Fiallo significó mi comienzo como actriz aquí en Venezuela, haciéndome protagonista por primera vez; y José Ignacio me cambió de “damita” a primera actriz con Doña Bárbara.
Bardina y Lupita pronto conformaron
una nueva pareja ideal. Fuente: Tele-Guía. 
Por su parte, José Bardina también tuvo una transición vacilante hacia nuevas parejas protagónicas, pero con Esmeralda (1971), junto a Lupita Ferrer, encontró a la que sería su nueva compañera ideal. Con ella compartiría éxitos tales como Me llamo Julián, te quiero (1972); María Teresa (1972), Mi hermana gemela (1975), Mariana de la noche (1975), La Zulianita (1977) y Ligia Sandoval (1981). Además, formaría pareja con Rebeca González en dos clásicos del género en los 70: Peregrina (1973) y Una muchacha llamada Milagros (1974). Todas estas historias fueron escritas por Delia Fiallo. En su vida personal, se caracterizó por estar alejado de escándalos y líos de faldas. Se casó con la también actriz Amelia Román y con ella procreó su único hijo, José Alberto.

Bardina y Marina no se volvieron a reunir profesionalmente hasta Silvia Rivas, divorciada (1977), de Cabrujas, que marcó el regreso a RCTV del apreciado actor. Los bajos niveles de audiencia de esta producción serían recompensados ante el impacto que representó La Fiera (1978), con Doris Wells y Carlos Márquez.

El reencuentro entre Marina Baura y José Bardina al final
no resultó tan exitoso como en sus inicios.
Lucecita, por sí misma, también tuvo su propio recorrido triunfal: en 1968 la TV Argentina produjo una versión llamada Estrellita: Esa Pobre Campesina. En 1973 Venevision volvió a grabarla para poder exportarla, ya que la producción de 1967 no estaba apta técnicamente para salir al exterior. Esta fue protagonizada con éxito por Ada Riera y Humberto García, quienes tal como ocurrió con Marina y Bardina, conformaron una nueva pareja romántica y más adelante interpretaron La mujer Prohibida. A Ada le tocó revivir otro éxito de esa pareja, como lo fue La Señorita Elena, acompañada por José Luis Rodríguez.

En los setentas se hizo una radionovela en España, una versión en fotonovela y más adelante Lucecita también fue llevada al cine. En 1983 Venevisión produjo una versión bajo el titulo de Virginia, la cual no tenía el consentimiento de la autora y por la que demandó a la empresa. En 1987 fue llevada a la televisión argentina y se convirtió en otro éxito. De esta manera, Estrellita Mía tuvo a Andrea del Boca y a Ricardo Darín en los roles principales. Esta versión fue premiada en Miami y la adaptación la hizo la propia Delia Fiallo.

A principio de los noventas se produjo un nuevo remake en Colombia bajo el título de Lucerito y en 1998 se hizo la más reciente versión, esta vez en Perú, titulada Luz María, con Angie Cepeda, Christian Meier, Mariela Alcalá y Rosalinda Serfatty. Esta ha sido considerada de las más exitosas de este argumento.

José Bardina y Amelia Román, una pareja
ejemplar. Fuente: Las telenovelas d
José Bardina se retiró a finales de los 80 de las telenovelas, para dedicarse a sus negocios y atender la deteriorada salud de su esposa, Amelia Román. Al fallecer ella, regresó a la televisión en papeles de carácter, en telenovelas como Lejana como el viento (2002), Amor descarado (2003), Inocente de ti (2004), La Ley del Silencio (2005) y su último papel en Amor comprado (2007), la mayoría de ellas grabadas para Telemundo. Sus problemas de salud le obligaron a retirarse definitivamente de las cámaras y falleció el 18 de diciembre de 2009, rodeado del cariño de sus familiares y amigos más cercanos.

Marina renunció a RCTV en 1983. Su último trabajo en esa planta fue el de La hora menguada, dentro del ciclo dedicado a Rómulo Gallegos, en el cual compartía créditos protagónicos con su “rival” profesional, Doris Wells. Se adentraba en los cuarenta, edad crítica para una actriz de su jerarquía, cuyo reinado venía siendo amenazado por ascendentes estrellitas provenientes —la mayoría de ellas— de los concursos de belleza. Doris se había retirado y poco después falleció a muy temprana edad; Mayra Alejandra y Pierina España, las otras diosas del canal, aparecían cada vez menos en las pantallas. Nuevos tiempos se acercaban a la televisión venezolana.

Casada en segundas nupcias con Hernán Pérez Belisario, la actriz tuvo su tercera hija Mónica; participó en varios proyectos de la televisora independiente fundada por su marido, Marte TV, entre ellos la exitosa Emperatriz (1990), que la emparejó con su galán de otrora, Raúl Amundaray. Se divorció y se alejó nuevamente de la pantalla chica.


Escena de Emperatriz. Fuente: canal YouTube de Dimitrije Lukic

Eventualmente realizó radioteatros, hasta que en 2003 hizo el papel de Tentación Luján en Cosita  Rica (Venevisión). En 2006 participó en el unitario Soltera y sin compromiso (RCTV) y en 2008 volvió a las tablas para interpretar el monólogo de Gabriel García Márquez Diatriba de amor contra un hombre sentado, dirigida por Carlos Omobono.
Desde entonces se habló de una vuelta a los escenarios, de una posible representación teatral junto a Pierina España, de una obra producida por Nohely Arteaga, pero nada de eso se concretó.

En el siguiente resumen de la entrevista realizada por Leonardo Padrón para su serie Los Imposibles, Marina cuenta algunos aspectos de interés sobre su vida personal y artística:

Fuente: canal YouTube de Onda La Superestación.

Actualmente vive en su residencia en Caracas, llamada no casualmente Lucecita, rodeada de un bello jardín y de recuerdos familiares. Evita dar declaraciones a la prensa —«Ya no trabajo en la televisión, no tengo nada que decir», afirmó—y, eso sí, regularmente viaja a Estados Unidos de Norteamérica a visitar a su hija y a sus nietos. Es una vida apacible, totalmente alejada de las cámaras de TV, donde hace 50 años debutara como una “Lucecita".

viernes, 1 de septiembre de 2017

América Barrio: una actriz todo terreno

América Barrio conservó su belleza hasta la madurez.
Fuente: RCTV
Entre las caracterizaciones del comediante Henry Rodríguez en la inolvidable Radio Rochela, una de las más hilarantes era su remedo de la voz de la veterana actriz América Barrio. Era un timbre agudo, con quiebres tan característicos, que su sola escucha me hacía sonreír. No obstante, era una caricatura dolorosa, principalmente para alguien que se había hecho famosa por su delicada voz y esmerada pronunciación, una a la cual ella aplicaba los matices requeridos para hacer que sus personajes pudieran transmitir una amplia gama de emociones y dramatismo. Ese instrumento en cuya modulación ella había demostrado una fabulosa maestría.

América Barrio es una referencia importante en el medio artístico venezolano. Su amplia trayectoria en nuestro país incluye la radio, el cine, la televisión y el teatro, además de sus inicios como cantante de tangos y boleros, lo cual demuestra su increíble vocación de trabajo y fortaleza profesional. Este año se cumple el primer centenario de su nacimiento, por lo que recordarla se hace imperativo.

Nació en Santiago de Cuba el 11 de septiembre de 1917. Según Luis Caropreso Ponce (1), desde pequeña mostró inclinaciones artísticas y participaba en todos los actos culturales de su escuela. A los 12 años debutó como cantante en fiestas y obras benéficas. Ante su emergente talento, sus maestros la incentivaron para que desarrollara sus cualidades vocales con estudios de teoría y solfeo, los cuales ella realizó en el Conservatorio Musical de Cuba.

El actor y director Jorge Reyes.
Fuente: revista Encuadre 44-45, año 1993
Se intuía sus posibilidades como soprano, por la tesitura de su voz, pero lejos de desarrollar carrera en el canto lírico, al poco tiempo incursionó en programas musicales de una estación radial en su ciudad natal. Allí conoció a Juan Manuel Jorge Reyes—conocido como Jorge Reyes—, quien actuaba y dirigía radionovelas en vivo. La falta inesperada de una actriz en el elenco de una de esas producciones hizo que él le propusiera a América sustituirla, algo a lo que en principio rehusó, temerosa de fallar en esta actividad para la que no se consideraba estar preparada. Sin embargo, ante la insistencia de Reyes, terminó por aceptar. Ese fue su debut en la actuación y a partir de ese momento, América y Jorge trabajarían juntos en radio, teatro, cine y televisión.

Como actriz profesional, ella se presentaría en las principales estaciones radiales cubanas: la CMKO y la CMQ, de mayor proyección internacional. Luego integraría la compañía de Leopoldo Fernández, en la que era dama joven mientras que Jorge Reyes se desempeñaba como actor de carácter. Con esta compañía viajaría a varias ciudades del interior de su país de origen y luego haría giras por diferentes naciones latinoamericanas.

América Barrio a los 18 años.
Fuente: revista Encuadre 44-45, año 1993
Ricardo Tirado, en su libro Amores Públicos (2), señala que la joven cantante y actriz arribó a Caracas entre los años 1935 y 1940, procedente de La Habana como figura integrante de Fantasías Cubanas, una lujosa revista musical que incluía entre sus atracciones a Rita Montaner, la vedette Rosita Fornés, Armando Bianchi, René Cabel y la pareja conformada por América Barrio y el galán Otto Sirgo.

Según esta referencia, ellos cantaban hermosos boleros y emotivos tangos, entre los cuales América destacaba por su interpretación de María La O, de Ernesto Lecuona.  Permanecería durante varios meses en esta gira por diversas ciudades y pueblos venezolanos, pero supuestamente fue en Caracas donde alcanzaría un triunfo excepcional. “Se convertiría en estrella con espectáculo propio cuando una vez terminada su relación laboral con la empresa que la trajese al país, sus padres le exigieron casarse con su enamorado de siempre, el actor y empresario Jorge Reyes, quien le doblaba la edad. Se casaron en 1935 y permanecieron unidos por más de 38 años, hasta la muerte de él, procreando un hijo, quien estudió Medicina y alcanzó el doctorado”. (3)

América Barrio, toda una leyenda.
A juicio de Tirado, ya establecida en Caracas, América “se fue revelando como una actriz segura, de fácil naturalidad, de pulida y sólida expresión dramática que demostró en radioteatros y radionovelas”. (4)

Luis Caropreso Ponce, en su Historia del Cine Nacional (1909-1964), diverge un poco de esta versión y sitúa su llegada a tierras venezolanas en 1941, “oportunidad que aprovecha la pareja para cancelar su contrato (se refiere a la Compañía de Fernández) y residenciarse definitivamente en nuestro país, gratamente impresionados por el clima y el agradable ambiente de la Caracas de la época…América se fue aclimatando al diario vivir del venezolano, en medio de un ir y venir por los escenarios del teatro, la radio o los recintos acondicionados para el rodaje de nuestras películas” (5).

América Barrio y Carmen Rodríguez en Pobre hija mía, película de 1941.
Fuente: revista Encuadre 44-45, año 1993
Sea cual sea la fecha correcta de su arribo a Venezuela, lo cierto fue que en cuanto llegó al país, se incorporó rápidamente al movimiento de incipiente desarrollo de un cine criollo. A finales de 1941 participó en el melodrama Pobre Hija Mía, con guion y dirección de José Fernández, que llevaba en su elenco a Carmen Rodríguez, Miguel Arenas, Elena D'Orgaz y Domingo Hurtado. La producción estuvo a cargo de Cóndor Films y Venezuela Cinematográfica.
América Barrio y Antonio Bravo en Sangre en la playa
Fuente: revista Encuadre 44-45, año 1993.

En 1946 se unió al rodaje de Sangre en la playa, producida por Atlas Films de Venezuela e Internacional Films, bajo la dirección de Antonio Bravo, autor también del guion, seleccionador del elenco artístico y actor en la mencionada cinta. América actuó al lado de su esposo, Jorge Reyes, así como junto a la debutante Aurora Vargas, Carlos Flores, Roberto Hernández y el cantante-actor Héctor Monteverde.

Pese a que ambas películas recibieron críticas adversas, por sus fallas técnicas y otras deficiencias, el público nacional las apoyó con su asistencia. Las oportunidades siguieron apareciendo y en 1947 logró una actuación especial como ella misma en la comedia Rincón Criollo, de José María Galofré.

América en La balandra junto a Nestor Zavarce y Arturo de Córdova.
Fuente: revista Encuadre 44-45, año 1993.
Sin embargo, su gran oportunidad en la pantalla grande llegó en 1949 con La balandra Isabel llegó esta tarde, película dirigida por Carlos Hugo Christensen y producida por Bolívar Films. El guion —escrito por el mismo director— era una versión del cuento homónimo del reconocido escritor Guillermo Meneses, con diálogos a cargo del periodista y humorista, Aquiles Nazoa. Se utilizaron locaciones en Caracas, la Isla de Margarita, la costa de Barlovento y el barrio Muchinga de La Guaira. La banda sonora estuvo a cargo del compositor venezolano Eduardo Serrano.

América aparecía sexta en el orden de los créditos estelares de la película, antecedida por el mexicano Arturo de Córdova, las argentinas Virginia Luque y Juana Sujo —quien ya se encontraba radicada en Venezuela—, así como los venezolanos Tomás Henríquez y Néstor Zavarce, toda una revelación como actor infantil.

El personaje que le tocó interpretar fue Isabel, la esposa sumisa y enamorada de Segundo (Córdova), un marinero que vive entre dos amores: por un lado,  el reposado y puro que ella le ofrece; en el otro, el apasionado, arrebatador, de Esperanza (Luque), la amante que le espera en el puerto. Era un rol de heroína romántica que calzaba con su imagen, la que sufre por cuidar lo que para ella era más importante: la familia.

Fuente: canal Youtube de Ottoniel Parra

Fuente: revista Encuadre No. 46, enero/febrero, año 1994
La balandra… se estrenó el 24 de junio de 1950 en Caracas y el 5 de agosto de ese mismo año en Argentina (de donde era oriundo Christensen) e inmediatamente fue alabada por críticos y público. En Francia se estrenó en abril de 1951 durante el Festival de Cannes; allí recibió el premio a la Mejor Fotografía y desde entonces se convirtió en una obra de culto para los espectadores venezolanos.

1950 fue un año muy especial para la actriz, pues aparte del éxito en el séptimo arte, se transmitió por Radio Continente El Derecho de Nacer, una radionovela original de Félix B. Caignet que ya desde su estreno en Cuba se había convertido en un suceso sin precedentes. Caracas no sería la excepción y la versión local fue protagonizada por Luis Salazar como Albertico Limonta, mientras que América encarnó a Isabel Cristina, “personaje que ella desarrolló con tan convincentes tonalidades dramáticas que, aunado a la suave y tierna vocalización, arrancaron lágrimas a los oyentes de entonces”(6) 

América Barrio, Luis Guillermo Villegas Blanco, Luis María Poleo
Néstor Zavarce y Susana Guízar en el estreno de Amanecer a la vida.
Fuente: revista Encuadre No. 59, enero/marzo, año 1996. 
El Derecho de Nacer se transmitió de lunes a viernes en horario de seis de la tarde y era producida en vivo, pues todavía no se grababan los capítulos. Por eso, los protagonistas eran esperados con gran entusiasmo por los radioescuchas a las puertas de la emisora y les recibían con aplausos muy efusivos para ella, Salazar, Rafael Guinand, Olga Castillo, Rosita Flores y Lolita Lázaro, a quien la policía debía proteger “por ser considerada una mujer ‘mala’, como madre de la sacrificada heroína metida a monja”. (7) Para América, “ninguna novela realizada en Venezuela tuvo tanto éxito como El Derecho de Nacer. Creo que en Cuba ha sido lo mismo”(8)

No obstante, esta actriz también destacó en la versión novelada de la melodía La vida de las canciones, de Alberto López Ruíz, así como en el ciclo de novelas de Radio Caracas Radio. Allí presentaría Pecado Mortal, junto a Josefina Hernández y Héctor Hernández Vera, con América como madre de la protagonista.

Era la época de oro de la radio en nuestro país y ella intervendría en cientos de radionovelas y radioteatros. En Radio Rumbos actuaría en Lo que los padres olvidan, de Inés Rodena; Estrellita, de César Leante; y en una nueva versión de La vida de las canciones. En esa época, las exclusividades las pagaban las empresas publicitarias a cada programa, lo que permitía a los intérpretes trabajar en varias estaciones al mismo tiempo.

América Barrio Amador Bendayán y Héctor Monteverde
en Seis meses de vida. Fuente: revista Encuadre No. 59,
 enero/marzo, año 1996.
En 1951, América regresó al cine para actuar junto a Amador Bendayán en Seis meses de vida, dirigida y actuada por Víctor Urruchúa, de la cual actualmente no existen copias en celuloide —como le ha ocurrido a muchos de los filmes venezolanos—. Allí interpretó a una vampiresa que intentaba atrapar a Amador de manera fallida. Esta vez los críticos de la época descalificaron los méritos de la película por haber malgastado las posibilidades de desarrollar una mejor realización cinematográfica en momentos cuando Bolívar Films se encontraba bien cimentada.

La llegada de la televisión al país fue todo un suceso y en 1953, Radio Caracas Televisión inició sus operaciones. América se incorporó al elenco pionero de esa planta, de la cual formó parte hasta su jubilación a mediados de los años 90. Nunca participó en otras televisoras, a pesar de que las ofertas de la competencia nunca cesaron, por lo cual su lealtad a RCTV es equiparable a la de Amalia Pérez Díaz, Tomás Henríquez y Carlos Márquez.

América Barrio en RCTV, año 1957.
Fuente: revista Encuadre, No. 44-45, año 1993
En ese año América participó como acompañante en el programa Week-End con las Estrellas: Programa de entrevistas, producido y presentado por Rodolfo “Big Ben” Wellis. En este espacio, grandes figuras de la canción respondían las interrogantes hechas por el conductor, haciendo de dicha revista musical un lugar importante dentro de la programación del nuevo canal. Allí también participaron Alfredo Sadel, Carlos Fernández, Luis Salazar, Ana Teresa Guinand,  Néstor Zavarce y Héctor Monteverde.

En una entrevista realizada en 1997(9) por el historiador cubano Adalberto Afonso Fernández, América recordaba que todas las novelas de la radio y la TV en nuestra país tenían mucha influencia de las radionovelas cubanas. “Se compraban los libretos en Cuba y había personas que las adaptaban para la radio y, años después, para la televisión. Telenovelas verdaderamente originales, solo de unos añitos para acá, con Cabrujas, Verdial y algunos otros más que son muy buenos autores”.

América Barrio y Héctor Hernández Vera en el teleteatro
El Fantasma del Camino. Fuente: RCTV
Cuando comenzaron las telenovelas, algunos capítulos duraban quince minutos, cuando más, media hora. Y no eran tantos, como en estos tiempos. En 1964, Radio Caracas Televisión comenzó a transmitir la obra Historia de tres hermanas, de la escritora cubana Mercedes Antón. Se transmitía una vez a la semana…con una hora de duración. Por primera vez los capítulos se alargaban tanto. Actuaban Eva Moreno, Eva Blanco y Doris Wells. Eran mis hijastras, porque yo estaba casada con el papá de ellas (en la trama).

Amores de juventud, telenovela transmitida en 1967 por RCTV.
En la gráfica Edmundo Arias,  Doris Wells, América Barrio
 y Raquel Castaños. Fuente: RCTV
Junto a la radio y la televisión, hizo varias temporadas musicales representando operetas, entre ellas La Viuda alegre, con dirección y producción de George Stone y Pepita Embil, madre de Plácido Domingo; así como Gigi, encarnando a la frívola y elegante tía de la protagonista. En teatro hizo Conociendo a Bertold Brecht (1957), al año de la muerte de este importante dramaturgo alemán; Madre coraje, del mismo autor, dirigida por César Henríquez; así como El abanico de Lady Windermere (1965), versión del clásico de Oscar Wilde, en el rol de Lady Erlynne, con la producción y dirección del argentino José María Fernández Unsaín.

En 1958 regresó al cine junto a Amador Bendayán en Yo y las mujeres (de Giusseppe Scotese). No retornaría a los estudios de rodaje hasta 1972, cuando interpretó un pequeño papel en Bárbara, coproducción venezolana-mexicana, dirigida por Julián Soler y producida por Mauricio Wallerstein. Esta era una versión de la novela del mismo nombre protagonizada por Hilda Aguirre y Edmundo Arias, transmitida por RCTV en 1971.
América y Amalia Pérez Díaz en Sacrificio de Mujer (1972). La
fecha de la captura e pantalla está errada.
A partir de la década de los 70, su actividad artística se concentró principalmente en la televisión. Participaría en unas 50 telenovelas, entre las cuales figuran Cristina (1970), La Usurpadora (1971), Sacrificio de Mujer (1972), La italianita (1973), Raquel (1973), Orgullo (1974), Alejandra (1975) y Carolina (1976). En La Fiera (1978) fue la primera dama del pueblo donde se desarrollaba la trama, pues era la esposa del jefe civil (Domingo del Castillo) y madre de la caprichosa Elena Fajardo (Cecilia Villarreal).

América Barrio en los años 70.
Fuente: RCTV
En la década de los 80 sus roles secundarios se alternarían como nana, madre o abuela de alguno de los protagonistas. Eventualmente interpretaría villanas, pero su fuerte eran damas de alta sociedad o de clase media, fieles consejeras y/o “paño de lágrimas”, caracterizadas por su dulzura y sometidas a algún sufrimiento emocional.  Por ejemplo, en  Estefanía (1980) su papel fue el de María Gracia, esposa de Genaro Cataldo (Julio Jung) y madre de Silvana (María Conchita Alonso). Allí moría al golpear su cabeza contra el filo de una acera al ser empujada por un esbirro de la Seguridad Nacional cuando trataba de impedir que se llevaran detenida a su hija.

Se convirtió en la nana de Mayra Alejandra en El esposo de Anaís (1980); madre de Jean Carlos Simancas (Mario) en Luz Marina (1981). También intervino en Luisana mía (1981), Jugando a vivir (1982) y Bienvenida, Esperanza (1982), todas protagonizadas por Mayra Alejandra. En 1982, participó en la enésima versión de El Derecho de Nacer, titulada De su misma sangre, en la cual como una curiosidad se trastocaban los papeles principales: el hijo marginado ya no era un hombre sino una mujer (Tatiana Capote).

En esta etapa avanzada de su vida personal y de su carrera, América era una figura constante como actriz de carácter dentro de los elencos de las telenovelas de RCTV, como Leonela (1983); Acusada (1984); Cristal (1985), donde fue la madre de Marion (Marita Capote); Abigaíl (1988); Selva María (1988); Anabel (1990) y Por estas calles (1992). También hizo los teleteatros Quién yace en su tumba (1980), La Virgen de Coromoto (1982) y la miniserie Pobre Negro (1989).

Fuente: canal YouTube Póngalo

Jose Manuel Pozo, America Barrio, Maria Hinojosa
y Javier Vidal en la cinta Más allá del silencio. Fuente: revista Encuadre No. 44-45, año 1993
Todavía tuvo tiempo para hacer una breve aparición en el cine, en la que sería su última película: Más allá del silencio (1985), de César Bolívar, con Jean Carlos Simancas, Javier Vidal, Julie Restifo, Luis Rivas, José Manuel Pozo y Doris Wells.

Al jubilarse no se retiró del todo y aceptó papeles muy específicos, como en la novela Cambio de piel (1998), una nueva versión de La dama de rosa, protagonizada por Coraima Torres y Eduardo Serrano. También ese año participó en el episodio Desde el pasado, de la serie española Brigada Central, rodada en nuestro país por Pedro Masó.

América en una foto autografiada para
Pedro Herrera, colaborador de la revista
Encuadre en la década de los 80.
Con una trayectoria abundante en reconocimientos, en el año 2000 la Casa del Artista le entregó el premio El Árbol de la Vida por sus 60 años de vida artística, en lo que sería la última edición de ese galardón.

Por esas fechas le diría a Ricardo Tirado (10)“Lo más importante en la vida de una actriz es hacer vibrar, tocar la fibra sensible del que te mire actuando…y en la vida de la mujer, sentirse madre”. Ambos roles los ejerció con distinción.

Ya para ese momento, América Barrio contaba con más de 80 años, pero ante la pregunta de qué le pedía a la vida, su respuesta conmueve por su sinceridad: “Que me permita llegar a vieja…tengo esperanza de llegar a serlo”.

Falleció casi un mes después de cumplir los 84 años de edad, el 5 de octubre de 2001 en Caracas, una ciudad que hizo suya, donde desarrolló una de las más intensas y atractivas carreras profesionales de nuestro medio artístico. Isabel había llegado a puerto seguro.


Fuentes consultadas:

(1) Caropreso Ponce, L. (1993). Breve historia del cine nacional (1909-1964). Revista Encuadre No. 44-45, septiembre/diciembre 1993. CONAC, Caracas.
(2) Tirado, R. (2004). Amores Públicos. Fundación para la Cultura Urbana, No.22. Econoinvest, Caracas
(3) Tirado, R. Op cit.
(4) Ídem.
(5) Caropreso Ponce, L. Op cit.
(6) Ídem.
(7) Ibidem.
(8) Afonso Fernández, A. (2012). Mis investigaciones…y algo más. Obras completas, volumen 3. Palibrio, Estados Unidos de Norteamérica. 
(9) Ídem.
(10) Tirado, R. Op cit.