miércoles, 5 de octubre de 2016

Pedro Oporto: mago de la creación popular


Pedro Oporto y su obra Sueños de Libertad
Entre la extensa galería de peculiares personajes que forman parte del panorama artístico en Cabimas, Pedro Oporto tiene un lugar especial como ejemplo de individuo que enfrentó un entorno adverso del cual salió airoso gracias a su empuje y creatividad.

Primer punto a aclarar: Pedro Oporto no nació en Cabimas. Su ciudad natal fue Barcelona, estado Anzoátegui, donde vio la luz el 8 de julio de 1902. A la edad de ocho años perdió a sus padres y quedó al cuidado de una tía solitaria.

Como había mostrado desde niño una innata disposición al arte, corriendo el año 1912 recibió consejos y orientación de un viejo pintor francés supuestamente apellidado Perrouguet, quien cada tarde recibía a este muchachito menudo y tímido en donde funcionaba su desordenado estudio. También a temprana edad se dedicó a tallar la madera y a los 12 años elaboró un Cristo Negro que regaló a la iglesia del pueblo y del cual él mismo señaló en una entrevista al diario Panorama (1) desconocer su paradero definitivo.

El niño Pedro
De esa época recordaba Oporto su disposición a dibujar a algunos personajes de su pueblo. Así fue como en plena época gomecista elaboró un retrato del Gobernador de Anzoátegui y este le regaló 20 bolívares, el primer pago formal que recibió por una obra suya.

No obstante, alguien con su sensibilidad no era persona de quedarse en un solo lugar a la espera de que los tiempos cambiaran. Movido por su afán de lograr mejores condiciones de vida, en su adolescencia viajó a Ciudad Bolívar, donde luego de pasar diversas penurias fue acogido por la familia Larrazábal Ugueto. De allí se trasladaría a Caracas, con 18 años de edad, en búsqueda de mejores oportunidades de vida.

El joven Pedro
A principios de la década de 1920 se inscribió en el Círculo de Bellas Artes y por un corto periodo recibió formación artística, la cual no pudo seguir debido a la falta de recursos económicos. Atrás quedó la esperanza de un viaje a París para continuar sus estudios de pintura, ante la falta de concreción de una beca o de apoyo oficial.

En esos años se dedicaba a diversas actividades para sobrevivir: decoró zaguanes en las casonas de El Paraíso y algún amigo le consiguió la oportunidad de hacer dibujos publicitarios para la Litografía El Comercio.

Al referirse a este periodo en la vida del pintor, la educadora y ensayista Nancy Noguera expresó en un folleto dedicado a Oporto: “Caracas era una ciudad complicada y difícil para un joven soñador con muchos proyectos en la cabeza, pero sin dinero, tímido y con muy pocas relaciones. Por ello, tres años más tarde se marcha a probar suerte en Maracaibo y se inscribe como parte de la tripulación del vapor “Progreso”, con el que recorre las Antillas”. Más tarde llegaría al grado de contramaestre en esa misma embarcación.

Paseo en el lago. Obra de Pedro Oporto, cortesía de Edicta
García de Negrón.
Mientras tanto, en el occidente del país, la fiebre del Oro Negro emergía con furor en el estado Zulia. En 1922, el reventón del pozo Barrosos II en Cabimas despertaba la codicia de las potencias mundiales y el interés de un pueblo, carente de oportunidades para el desarrollo social, que vio en la industria petrolera su esperanza de progreso.

Viviendo en en Zulia, Pedro ejerció otros oficios para ganarse la vida y así se desempeñó como herrero y electricista en las transnacionales de la época, la Creole Petroleum Corporation y la Mene Grande Oil  Company.

No obstante, para alguien creativo como Oporto, la industria petrolera no era lo que buscaba. Ya establecido en Cabimas, tierra agreste que vive a espaldas del petróleo explotado por intereses foráneos, desarrolló algunas habilidades que le permitieron su sustento en el futuro: estudió por correspondencia mecánica dental y fotografía, ambos oficios por los que sería ampliamente conocido. Un técnico norteamericano le traducía las enseñanzas que le llegaban del Instituto de Filadelfia.

Don Pedro con su banda masónica, elaborada a mano por él
mismo. Foto cortesía Edicta García de Negrón.
No dejó de pintar en ese tiempo, pero esto ya no era su objetivo principal. Mantuvo una constante necesidad de conocimiento, algo que ratifica la abogada Flor Romero, quien fungiera como directora del Instituto Municipal de Cultura y Bellas Artes en Cabimas (IMCBA) en un artículo publicado en Panorama (2): “lee todo cuanto cae en sus manos, se hace miembro de la Logia Masónica de Cabimas, aprende a tocar el arpa…”. Aquí instaló su gabinete dental, donde confeccionaba prótesis; y un estudio fotográfico, de los primeros reconocidos en la localidad, los cuales se encontraban ubicados por los alrededores del cementerio viejo de la ciudad. Paralelamente, continuaba con su labor artística, ya acompañado por Mélida Padrón, con quien se casó en 1926  y estableció una sólida familia en la que procreó cuatro hijos:Edicta de García, quien también se dedicaría a la pintura; Alfonso; Nelly de Salazar y Pedro.

La realidad de la vida (1943). Foto
cortesía Edicta García de Negrón
La labor pictórica de  Oporto es consistente a lo largo de estos años. Él mismo afirmaba: “Yo no soy pintor, yo nací con la pintura”.  Su imaginación alzaba vuelo y con sus mínimos conocimientos, casi un autodidacta, pintó cuadros simbolistas como La realidad de la vida, fechado en 1943, en el cual presentaba una mujer desnuda acostada sobre un libro abierto y rodeada de osamentas; La Primavera, también de ese mismo año, mostraba a una mujer de larga cabellera, al estilo de las antiguas diosas greco-romanas, en un entorno de vegetación y flores. En Visión recreaba un sueño de juventud en el cual su madre muerta se le aparecía cuando se encontraba acompañado por su tía. Para la Logia Ricaurte No. 82, de la cual formaba parte como masón, pintó un retrato del General Rafael Urdaneta.

En 1947 se atrevió a montar una exposición de sus obras en el local de la farmacia de Víctor Romero Galué, según él mismo lo manifestó a Prieto Soto, información recogida en el libro Cultura y Petroplástica Costa Oriental (3).

La Primavera (1943). Foto cortesía Edicta
García de Negrón. 
El trabajo artístico de Pedro Oporto ha sido clasificado por lo general dentro de la corriente del arte popular venezolano, antes marginado y cuya visibilidad fue recuperada a partir de la década de 1970. Quien pretenda buscar en él los rigores de la pintura academicista se encontrará con una obra apartada de la perfección clásica, si bien el artista toma de esta fuente con las limitaciones propias de alguien no formado apropiadamente en las escuelas de arte de la época.

Prieto Soto lo consideraba como un “copista y pintor autodidacta. Los temas simbólicos los llevó a la tela con una técnica realista, que recuerda la pormenorización de los pintores primitivos, y detrás de la cual se plasma una intensa cualidad poética”.

Para el periodista y crítico de arte Sergio Antillano, Oporto “pintó el sentimiento, el mito, el amor, el pecado capital y la aventura solo para que recordemos”. Por su parte, Nancy Noguera, en su artículo Arte popular en Venezuela: raíces y vigencia (4) es más precisa:

En Tinieblas. Foto cortesía Edicta García de Negrón
Este pintor es sorprendente. A mitad de camino entre el pintor culto y el espontáneo, puede a voluntad perfilar sus poderes, matizar sus técnicas y vivir la pintura como una aventura.

Oporto pintaba lo que quería, ángeles y amantes en la plaza, muchachas en flor ardientes, diosas o retratos familiares, poco importaba, era su visión, su lenguaje eminentemente fabulatorio, la lectura de una realidad empapada del sobresalto de lo imposible.”

Como hombre polifacético, entre sus amigos Pedro se hizo famoso por sus habilidades como prestidigitador y en más de una ocasión presentó un espectáculo de magia ante maravillados asistentes. También fue un inventor popular y entre sus creaciones se encuentran un candado de combinación, una alarma de vibraciones y una cámara de revelado fotográfico, las cuales lamentablemente nunca fueron patentadas.

Pedro Oporto junto a su obra Visión
Si bien la obra de este creador siempre fue apreciada por quienes le conocían, es a partir de la década de 1970 cuando su labor es mayormente reivindicada y reconocida. Por ejemplo, en ocasión del famoso Congreso Cultural Cabimas 70, el médico y artista conceptual Carlos Contramaestre organizó una exposición con pintores locales, en la cual mostraron sus producciones Rafael Chirinos, Emilia Navarro, Rafael Vargas, Pedro Oporto y Edicta Oporto de García, su hija. En esa ocasión, mostró las pinturas Sueño de Libertad, la Santa Cena, Tinieblas, Acacia y Visión.

En 1979, luego de la toma de la Escuela de Artes Plásticas de Cabimas, la directora del Instituto Zuliano de la Cultura, Lía de Bermúdez, anunció el cambio de nombre de dicha institución. Así, a partir del 2 de abril de ese año se llamaría Escuela de Artes Plásticas Pedro Oporto en lugar de Vitaliano Rossi, como un justo homenaje a la figura del pintor popular.

El Romántico. Foto cortesía de Edicta García de Oporto
Un mes después, el 21 de mayo de 1979, el Centro Filosófico del liceo Hermágoras Chávez en Cabimas organizó el evento Nueve hombres y un propósito después de El Chorro, el cual era una manera de mostrar que en nuestra ciudad no solamente se producía petróleo y calor, sino también artistas, a pesar de su estado deprimente. “Somos seres que tenemos mucho que dar, seres que a pesar de las privaciones pueden pintar cuadros como todos esos que ustedes aprecian aquí”, afirmó en el acto inaugural José Gregorio González, presidente del centro. Entre los homenajeados no podía faltar Pedro Oporto.

Las Espigadoras. Foto cortesía de Edicta García de Negrón
Luego, entre el 1 y 8 de julio de 1979, se efectuó la única retrospectiva que se ha hecho del pintor, organizada en un espacio del entonces Centro Comercial Borjas, en la carretera H en Cabimas. Esta muestra, que recogía sus creaciones de los últimos 40 años, así como sus inventos y demás creaciones, contó con Flor Romero, Agustín Prieto, Abimelet Pinto, Alix Guerra y Edicta Oporto de García como organizadores, constituidos como Comité Pro Rescate del Arte Popular. Sergio Antillano, entonces director de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad del Zulia, estuvo presente y habló acerca de la trayectoria del homenajeado.

Valentina en el país de las margaritas. Retrato de Valentina
Contramaestre. Foto cortesía Edicta García de Negrón.
Oporto estaría presente también en el II Congreso Cultural Cabimas 80-81, con el cuadro titulado Sueños de Libertad, el cual presidió la exposición montada en los salones del IMCBA el 5 de diciembre de 1980.

Entre el 23 y el 30 de octubre de 1981, el Instituto Municipal de la Cultura y Bellas Artes de Cabimas, bajo la gestión de Flor Romero, ofreció una exposición colectiva titulada Los Pintores Populares y el Infierno Petrolero, en la cual Pedro Oporto compartió espacio con otros creadores populares como Rafael Vargas, Luis Alberto Sánchez, Rafael Chirinos y Ángel Benito Pirela(5).
A sus 80 años, todavía se mantenía visible en los actos culturales locales y presto acudió a la inauguración del I Salón de Pintura Lagoven Costa Oriental el 30 de noviembre de 1982, donde posó junto a Emerio Darío Lunar y Margarita Soto, en un encuentro muy significativo para la cultura cabimense.

Obra en posesión del IMCBA de Cabimas.
El 28 de diciembre de 1984, a los 82 años, falleció el artista popular, el creador permanente, el que hizo de la tierra petrolera su última parada y morada, pero sobre todo el hombre inquieto que no supo limitarse ante las circunstancias que rodearon su vida. Ese mismo año, la galería Malú Fuenmayor de la Secretaría de Cultura del Estado Zulia, presentó una muestra de algunas de sus obras, aquellas que se conservaban en el entorno familiar. Tres años más tarde, el Museo de Petare presentó la exposición Color y Calor de Cabimas, en homenaje póstumo a Oporto y Rafael Vargas(6).

Como colofón y para ratificar la percepción que se tiene de que su producción artística fue subvalorada por la crítica y el público en su momento, es muy esclarecedor el comentario del crítico de arte Roberto Guevara, quien calificó a Pedro Oporto como un “artista singularísimo, extravagante y original florecido a la sombra de las más peculiares circunstancias y con una suerte tercamente ingrata. Casi toda la obra perdida, destruida y sin ubicar. Como el retrato de general gomecista por el que le obsequiaron veinte bolívares. O las diosas del Art Noveau borradas por un inclemente aguacero cuando fueron olvidadas en el patio. O peor aún, por los cientos de trabajos que pasaron de mano en mano, todas indiferentes, todas despectivas, hasta conducirlos al más absoluto de los destinos: la destrucción.”
Ninfa, obra de Pedro Oporto. Foto
cortesía de Edicta García de Negrón
Don Pedro, durante la inauguración de
su retrospectiva en 1979. Foto cortesía
grupo Facebook Cabimas en el tiempo


























Fuentes consultadas
(1) Pedro Oporto:  hombre que ha dedicado toda su vida al arte cumple 82 años. Diario Panorama, 08/07/1984, p.19 
(2) Pedro Oporto desde hoy en la Malú Fuenmayor. Diario Panorama, 12/08/1990, p. 1-7. 
(3) Prieto Soto, Jesús (2000). Cultura y Petroplástica Costa Oriental.
(4) Noguera, Nancy (1987). Arte popular en Venezuela. Raíces y vigencia. Revista Sic No. 500, diciembre de 1987, Centro Gumilla. Pp. 544-547
(5) Panorama, 04/11/1981, p.24
(6) Panorama, 13/05/1987, p. 4-9.