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jueves, 4 de agosto de 2016

Renée de Pallás: aquella Chica del 17

Renée de Pallás, toda una vida
dedicada al Arte, con mayúsculas.
A los 79 años, la actriz Renée de Pallás confesaba en una entrevista (1): «Tengo las mismas ganas de vivir de siempre, las mismas ideas. Yo he hecho de todo en esta vida, hasta he escrito programas de televisión, cosa que nadie lo sabe. Soy montañera, toda mi vida practiqué el esquí de nieve, hasta hace pocos años. Todavía cuento las horas para salir de viaje y conocer otro mundo. Ahora no estoy muy bien, la recaída fue fuerte, me vi grave, pero ya verás como en un mes estoy como una uva, dispuesta a subir montañas otra vez».

La veterana artista se refería a una fuerte bronconeumonía padecida luego de regresar de Francia, donde había viajado en compañía de unas amigas y que la mantuvo en cama durante varios meses. «Esta vez no llegó mi hora, será para después», diría en esa ocasión.

Después fue un año más tarde, luego de varias recaídas a causa de fuertes afecciones bronquiales que la mantuvieron hospitalizada en el Urólogico San Román durante una semana, hasta la mañana del 14 de noviembre de 1987. Su médico de cabecera, el doctor Reinaldo Muñiz Cano, le comentaría a la periodista Corina Yépez, del diario Panorama: «Luchó contra viento y marea como una “generala” para seguir con vida». Tristemente, su cuerpo no pudo ganar esta fuerte batalla, a pesar de ese espíritu indómito que la acompañó siempre.

Fuente: Diario Panorama
A Renée de Pallás la recordamos como una abuelita, a veces dulce, en otras una villana de alto vuelo, pero siempre haciendo gala de su profesionalismo al frente de los papeles que le encomendaran. Su vida transcurrió entre el teatro de revistas, la música, la radio y la televisión, donde supo ganarse el respeto y la admiración de todos quienes la conocieron y del público, que siempre le fue fiel.

Su nacionalidad siempre ha sido motivo de polémicas: se ha señalado que era cubana, española y hasta argentina. Sin embargo, ella misma develó sus orígenes venezolanos. Sus padres, el español Manuel Pedroso y la cubana Josefa Cabal, viajaron de España a Venezuela en 1906 para pasar unas cortas vacaciones en Trujillo, en una hacienda de un amigo, donde podían ordeñar vacas, comer carne fresca, además de respirar aire puro. «Un año después nací yo. Inmediatamente mi familia se fue a Cuba. Luego mi padre vendió todo y nos fuimos a España. Allí pasé muchos años y por eso conservo este acento».

Nació, entonces, el 12 de enero de 1907 con el nombre de María del Carmen Pedroso Cabal. De niña estudió ballet clásico, arte, pintura y música. Era muy soñadora y tocar el piano se convirtió en su pasión.

Su debut en la actuación se produjo de manera fortuita a los seis años de edad en Santiago de Compostela: «Necesitaban una niña para una obra de teatro a beneficio y por tratarse de esto último mi padre aceptó. Tuve un éxito tremendo aunque creo que fui novelera desde que nací».

Fuente: Foro Recordar es vivir.
Las telenovelas del ayer.
Siendo que su vocación ya estaba determinada, María del Carmen empezó a trabajar en el mundo del entretenimiento desde muy joven, especialmente en lo que llamaban teatro de variedades y revistas, que combinaban el canto con la interpretación de zarzuelas y obras ligeras. Los viajes eran frecuentes y en uno de ellos conoció al que sería el gran amor de su vida: el maestro de música Jesús Pallás Astorga, nacido en Cádiz el 18 de octubre de 1891. Sin pensarlo mucho, se casaron. Ella tenía 19 años y él casi le doblaba la edad.

«Nunca me gustaron los jovencitos. Siempre he sido muy madura para mi edad, creo que en parte porque viajé mucho y él era ya un hombre. Nunca más volvió a existir otro para mí», expresó en una entrevista. «Era un gran músico, muy buen amigo de sus amigos. Lo quería todo el mundo. Era muy inteligente, muy guapo y elegante. Lo tenía todo, un gran don de gente. Era muy grato estar con él».

Fuente: rauldario.blogspot.com
Tan grato fue que sacrificó tener una familia propia por estar a su lado. A la periodista Diana Barráez (2) le contó que perdió unos morochos: «De todas formas, él no quería que tuviéramos hijos, porque vivíamos viajando. Yo cantaba en su orquesta, nos presentábamos en diversos escenarios. Una vez me dijo que si quería tener un hijo, tendría que quedarme en casa de mamá mientras él viajaba. Yo le respondí que si me había casado con él, era para estar a su lado y preferí acompañarlo. Pero tengo una sobrina que es como mi hija, porque es su sobrina y porque se le parece. Se llama Amparo y le digo Amparul. Tiene dos hijos que son mis nietos».

Renée, ahora de Pallás, volvió a Venezuela en agosto de 1926, en una gira con una compañía de teatro, en la que también estaba su esposo. Caracas y sus habitantes, por su chispa y su gentileza, les resultaron muy agradables. «Él, que era andaluz, me dijo: ‘Los caraqueños son andaluces’. Y como le gustó también el clima de esta ciudad, aquí nos quedamos», indicó.

La radio era su pasión. Acá con Luis López
Puentes en Radio Rumbos. Fuente: Hombres
de Radio (1986)
, libro de María Angélica Olivero.
Tanto les gustó nuestro país que cuando una periodista le preguntó su nacionalidad, ella respondió con firmeza: «Soy más venezolana que nadie. Conozco este país de cabo a rabo, pero mis raíces, mis costumbres, todo lo que aprendí en los colegios donde estudié no me las cambia nadie, son españolas».

Dos años más tarde, Renée de Pallás se encontraba en el Zulia, de gira con una compañía teatral. Ella rememoraba (3): «La primera vez que visité Maracaibo fue en el año 28. Se viajaba para allá en barco, pasando por Curazao. Recuerdo también mucho los paseos a Lagunillas y Cabimas. Lagunillas estaba sobre el lago. Fui con una compañía de teatro. También íbamos a La Ceiba y tomábamos un tren por toda una selva hasta Valera. El camino estaba bordeado de cafetales […] Era mucho más lindo que ahora».

Hermelinda Alvarado, Mapy Cortés y Renée en
Venezuela también canta (1951). Fuente: revista
Encuadre No. 59, 1996.
Ya asentada en nuestro país, el trabajo sería constante y muy productivo. Fue una de las pioneras de nuestro medio radial y también hizo algo de cine, en la película Venezuela también canta (Fernando Cortés, 1951), junto a Mapy Cortés, Héctor Monteverde, Luis Salazar, Tomás Henríquez, Pura Vargas, Lucila Herrera y Linda Olivier.

El 19 de agosto de 1949, en la Oficina Principal de Registro Público del Distrito Federal, los esposos Pallás manifestaron su voluntad de acogerse a la nacionalidad venezolana. Llama la atención que en el documento legal indicaron ser de nacionalidad cubana y que contaban con suficientes medios de vida provenientes de su trabajo, así como la propiedad de un terreno en la urbanización Los Chaguaramos. “Hace veinte y tres años que vivimos en este País, aquí tenemos nuestras más queridas amistades y casi toda nuestra familia, hemos sido felices…”, declararon en esa ocasión de manera formal.

La feliz unión se mantendría hasta 1967, cuando falleció el maestro Pallás. En 1982  (4) Renée afirmó: «Fue mi adoración. Cuarenta años lo adoré y él a mí. Fue mi gran amor y lo sigue siendo». Cuatro años más tarde (5), reafirmaba su devoción a la figura de quien fuera su esposo: «Fueron 40 años de matrimonio, toda una vida. Él murió […] y nunca más volvió a existir otro hombre para mí. Amigos tengo muchos, pero a todos los veo como puedo ver a una mujer, a una amiga.»

María Luisa Sandoval, Luis Guillermo Vegas, Arturo Uslar Pietri,
Héctor Monteverde, Mapy Cortés, Tomás Henríquez, Renée de
Pallás. Lucila Herrera y Alfredo Boulton. Fuente: revista
Encuadre No. 59, 1996.
Cuando la televisión hizo su aparición en nuestro país, Renée de Pallás fue de las primeras en incorporarse al nuevo medio. Su debut en la pequeña pantalla fue con Radio Caracas Televisión, canal 2. Luego se marchó a CVTV, canal 8, recién inaugurado, «porque allí tenía un jardín, unos banquitos para sentarse, donde respirar aire natural y podía disfrutar de la vista de El Ávila». Finalmente se estableció en Venevisión, canal cuatro, donde realizó importantes papeles en producciones dramáticas de los años 70 y 80, por los cuales aún es gratamente recordada.

Trabajó en María Teresa (1972); en Peregrina (1973), donde interpretó a Victoria, quien regala su hijastra Gisela (Rebeca González) a la gitana Dorinda (Esperanza Magaz); y en Una muchacha llamada Milagros (1973/1974), cuyo papel de la intrigante Onelia, la suegra de Juan Luis (José Bardina), la ubicó entre las mejores villanas del género. También participó en Los Poseídos (1974), en el rol de Martha; en Mamá (1975), era la sirvienta Coromoto de Libertad Lamarque; y en Mi hermana Gemela (1975) encarnaría a Julia, la inescrupulosa vecina del apartamento donde residía Marta (Lupita Ferrer).

En el siguiente video se le puede ver en una escena de "Una muchacha...", donde aparecen Renée en su papel de Onelia y Haydée Balza, como Mónica Ruiz:

Fuente: canal Youtube de guanabanapuyua

En La Zulianita (1975), su personaje de Amelia de Arocha, madre de Juan Carlos Arocha (otra vez Bardina), la ubica en el rol por el cual se le conocería durante un largo tiempo: una dama de clase alta, orgullosa, a veces prepotente, inflexible y con cierta dosis de crueldad.

Recorte de prensa de una revista borinqueña.
Fuente: Foro Recordar es vivir. Las telenovelas
del ayer.
En esa época declararía a una revista borinqueña: «Detesto hacer el papel de madre posesiva y sobreprotectora. Mucha gente cree que estoy muy amargada y todo se debe a los papeles que me asignan». Al preguntársele cómo era en realidad, se autodefinió como «comprensiva y dulce. Fuera de escena traigo café y confites para los compañeros en la novela. Por ejemplo, en la novela Mamá mortificaba a Libertad Lamarque en mi papel de […] Coromoto. Sin embargo, en la vida real somos muy buenas amigas». Al referirse a su compañero José Bardina, comentaba divertida: «Bardina dice que soy la única que ha sido su suegra y su madre en menos de dos años…».

Ivonne Attas, Renée de Pallás, Caridad Canelón y
Herminia Martínez en Tres Mujeres. Fuente: ppdigital.com
Ya Renée tenía casi 70 años, pero demostraba ser una profesional altamente disciplinada, que madrugaba para estar en Radio Visión a las 6:45 am y participar en un programa diario.

En Tres Mujeres (1978) interpretaba a María Fernanda Aranguren, un papel que recordaba con gran afecto «porque era una vieja templada, igualita a mi abuela, mandaba como un general». Luego le comentaría a la periodista que la entrevistaba: «Hablando de eso, sabes cómo me dicen en Chile: ‘La Generala».

Captura de pantalla de Elluz Peraza y Doña Renée
en una escena de la telenovela Emilia.
Emilia (1979) la presentaba otra vez en el rol de la abuela de la protagonista, Doña Josefina: interesada, alcahueta, desconsiderada con su nieta Emilia (Elluz Peraza) pero apañadora de las trastadas de Nereida (Hilda Carrero), con ínfulas de mujer de dinero venida a menos.

Seguirían nuevos personajes en Buenos días, Isabel (1980), Ligia Sandoval (1981) y La Heredera (1982). En La Bruja (1982), con Flor Núñez, Daniel Lugo y Rubens de Falco, sorprendería en el papel de una anciana de mucha sabiduría y experiencia. Su personaje requería cierta dosis de misterio, por lo cual se le presentaba sentada en una cueva —supuestamente inmensa, en medio de “la selva”—, cubierta de una larga cabellera blanca y casi resplandeciente, mientras revelaba grandes secretos a Lucía (Flor Núñez). Para sorpresa de muchos, el pelo no era falso, sino su propio cabello.

Fuente: Panorama
En su trayectoria sumaron otros roles en la miniserie La culpa de Ismenia (1984), Virginia (1984) y un nuevo personaje que le acercaría más a su público: la dulce abuela consentidora de Alba Roversi en Ligia Elena (1982 /1983). Las Amazonas (1985) la devolvería a sus interpretaciones de dama de clase alta orgullosa, pero esta vez como Doña Delia, quien en el fondo era de buen corazón. Su última participación televisiva fue en El sol sale para todos (1986) como Doña Florentina.

América Alonso y Renée en uno de los dramáticos
de Venevisión. Fotografía: Carlos Marques
Respetuosa de su profesión como nadie, la veterana actriz afirmaría categórica en alguna ocasión: «Nadie puede ser actor por bonito. Hay que empezar por abajo y no por ser un galán». La periodista Corina Yépez (6) mencionaba que Renée era muy querida, que en el canal le decían abuelita y las jóvenes le pedían la bendición. Para todas tenía un consejo y nunca fue egoísta ni mezquina, pues no era de esas actrices que se negaban a reconocer los nuevos valores. A su juicio, era una mujer positiva, que amaba el lado hermoso de la vida y que sabía hacer algo hermoso de ella.

Si bien poseía un apartamento en Caracas, sentía que su verdadero hogar estaba ubicado en El Junquito, una localidad cercana a la capital venezolana, de agradable clima y paisaje, donde mantenía un cuarto fijo en el Country Club. «Es mi casa, más que mi propia casa. Adoro la naturaleza y los animales, me gusta mucho el frío. El calor no. Allí tengo mis muebles, ropa de frío, ruanas…».

Una abuelita muy coqueta y "pata caliente".
Fuente: diario Panorama.
Sin embargo, su placer era viajar y acostumbraba hacerlo, tanto dentro
como fuera del país. Ella misma se autocalificaba de “pata caliente”: «Me gustan la montaña, la selva y los animales. La playa me mata, me aplasta. Fíjate que cuando me voy de viaje y llego a Maiquetía, me siento con ganas de tirarme al suelo, me asfixio». Anualmente acostumbraba preparar sus maletas y dirigirse a Europa: «cuando no puedo salir del país a España, Francia o Viena, donde viajo todos los años, entonces voy a los Andes, al Salto Ángel, no me gusta la vida de ciudad».

Confesaba además que le gustaban más los animales que la gente, sobre todo los gatos. «Tengo tres hermosas gatas: Chichí; Casilda, la más pequeña; y una linda siamesa llamada Pusi Pusi».

En aquella conversación, dijo a la periodista que le desagradaban las groserías y los términos que degradaban el lenguaje: «Por eso cuando los encuentro en los libretos, los cambio, porque pienso que no tenemos derecho a dañar nuestro idioma que es muy rico y hermoso».

Oscar Mendoza, Esperanza Magaz, Napoleón Deffit, Renée de Pallás, Diego Acuña y Olga Castillo
en un especial musical de De Fiesta con Venevisión en 1982. Fotografía: Carlos Marques.
Todavía en 1982, Renée haría gala de su carisma para entretener a los venezolanos. Primero en un especial en De Fiesta con Venevisión y luego en Sábado Sensacional, donde se presentó el 17 de julio de ese año bailando piezas de cuplé, con gracia y picardía, junto a otras dos veteranas de la actuación: Olga Castillo y Chela D’Gar. Las escoltaban los actores Napoleón Deffit, Oscar Mendoza y Diego Acuña. Así es como la recuerdo: engalanada de traje largo, guantes blancos y un tocado de plumas, otra vez revivía a la Chica del 17, coqueta, deslumbrante y encantadora, lista para hechizar a la audiencia.

Un año más tarde, compartía con Mirla Castellanos en el especial de televisión "Esta Noche Mirla", presentado por Carmen Victoria Pérez y con el actor Eduardo Serrano como compañero de tertulia y canto. Vale la pena verla, para demostrar porqué a casi 30 años de su desaparición física aún se le recuerda con gran afecto, como una figura entrañable, de las cuales ya no existen.

Fuente: canal youtube de Daniel Jiménez. 

Referencias
(1, 2 y 5) Diario Panorama, 30/03/1986, p. 3-12
(3, 4 y 6) Diario Panorama, 15/07/1982, p. 39

martes, 9 de febrero de 2016

El último vuelo de La Alondra Olga Castillo

La Alondra, Olga Castillo. Fuente: Televisión y Cine
en retrospectiva
, grupo de Facebook.
Pese a su categoría de pionera y primera actriz de la radio y la televisión venezolanas, el fallecimiento de Olga Castillo no trascendió más allá de unos tuits de excolegas y breves comentarios en las redes sociales. La prensa nacional obvió totalmente su deceso, en una actitud lamentable que ha mantenido durante los últimos años hacia los artistas que marcaron pauta en el espectáculo local.

Para los despistados y las nuevas generaciones, tal vez el nombre de Olga Castillo les sea totalmente desconocido, pero ella desarrolló de manera admirable una carrera artística de más de 50 años que merece ser recordada.

Caraqueña, nacida el 18 de enero de 1921, Olga Margarita Castillo se inició como cantante en espacios radiales y presentaciones en vivo. Gracias a la dulzura de su voz, irrumpió con éxito en programas musicales durante la década de los 40, bajo el apodo de La Alondra. En 1947, ya su nombre era conocido y se presentaba en el programa Desfile Chesterfield, desde el Nuevo Circo de Caracas, junto al charro mejicano Jorge Negrete, quien se encontraba en el esplendor de su carrera artística.

Entre 1947 y 1948, Olga Castillo participó en importantes espacios que le permitieron una interesante proyección radial, entre ellos El Torneo del Saber, programa de variedades conducido por Raúl Sanz Machado. En él, además del concurso de conocimientos, intervenían cantantes extranjeros como Leo Marini, Pedro Infante y Los Panchos, así como nacientes estrellas nacionales como María Teresa Acosta, Graciela Naranjo, Magdalena Sánchez y la propia OIga.

Su impacto en las audiencias fue notable. Así lo ratificó Guillermo Sánchez García, en la sección de espectáculos del diario Panorama (Mundo Artístico, junio de 1973), quien al rememorar su interpretación del tango Qué es lo que puedo esperar, señaló: “quizá Olga ni lo recuerde, pero a nosotros, por la buena interpretación que ella hacía, se nos quedó en la mente”.

Milagros del Valle, Luis López Puentes, Arquímedes
Rivero y Olga Castillo (de espaldas) durante la grabación
de una radionovela en Radio Tropical. Fuente: Hombres
de radio
, libro de María Angélica Olivero.
Su campo de acción no lo limitó al aspecto musical. Con el creciente repunte de las radionovelas, Olga incursionó en el género y se convirtió en protagonista de la primera versión de El derecho de nacer, original del cubano Félix B. Caignet, transmitida en Venezuela. La primera emisión de esta historia se llevó a cabo el 1 de abril de 1948 en la isla caribeña, con una duración de 314 episodios de veinte minutos y un éxito total.

En 1949, este drama llegó a los radioescuchas venezolanos. La adaptación fue adelantada por Radio Continente, en horario de 6:30 de la tarde, con un elenco integrado por Luis Salazar, en el rol estelar de Albertico Limonta. Olga Castillo interpretaba a María Elena del Junco, su madre; América Barrios personificaba a Isabel Cristina del Castillo; Rosita Flores era la recordada María “Mamá” Dolores Limonta; Pedro Zarlengo fue Alfredo Martínez; Rafael Guinand encarnó al inflexible padre de María Elena del Junco, don Rafael del Junco, aunque luego el papel sería asumido por el actor Andrés Olías; y Lolita Lázaro representó a Doña Clemencia, la madre de María Elena.

La historia causó sensación y paralizaba la ciudad en horas vespertinas. Durante su transmisión entre 1949 y 1950, marcó un récord de sintonía que sería difícilmente superado por radionovelas futuras. Se estableció así el reinado del drama cubano, importado a nuestro país, y que luego cobraría ramificaciones en las telenovelas.

Olga durante una emisión radial. Fuente: Hombres
de radio
, libro de María Angélica Olivero.
Ya para 1957, Radio Rumbos tenía en el aire un bloque de más de 30 radionovelas diarias, producido por Arquímedes Rivero. Con su voz de dulces matices, Olga pasó a engrosar el grupo de destacadas actrices de este medio, entre las que se encontraban las hermanas Antillano, Carmen y Margot; la recientemente fallecida Cecilia Martínez; Carmencita Serrano; Conchita Ascanio; Angelina de Witske; Gladys Hernández; René de Pallás; las hermanas Guinand, Josefina y Ana; María Teresa Acosta; Lolita Álvarez; Mahuampi Acosta; Rosita Vásquez; Milagros del Valle; Hilda Vera; Hilda Moreno; Eva Blanco y Eva Moreno, entre otras.

Amador Bendayán con las actrices Patricia Morán, Yolanda Méndez,
Olga Castillo, Sara García, Pilar Sen, Sonia Furió y el actor Jesús Maella,
en Mi Maestro. Créditos: Armando Moreno / UN Archivo Fotográfico
Su éxito en el mundo radial lo trasladó al naciente medio televisivo. En la década del 60 participó en series como La Fracasada (1961), Días de ira (1965) y Mi maestro (1968), con reconocidos actores como Amador Bendayán, Sara García, Sonia Furió y Yolanda Méndez.

En los 70 actuó en recordadas telenovelas, tales como Mi hermana gemela, Mariana de la noche y La señorita Elena (todas de 1975), donde era Regina, la madre del Juez interpretado por José Luis Rodríguez y causante de que Elena fuese recluida en la cárcel, porque la acusó de la muerte del hijo (Alejandro Mata), a pesar de que este en su lecho de muerte le había revelado la verdad.
En la fallida Laura y Virginia (1977) le correspondió el rol de Isabel y en La Zulianita (1977), el papel de Morocota.

En el video se pueden apreciar varias producciones de esa década, entre ellas una escena de La Zulianita, con Lupita Ferrer, Enrique Alzugaray y Olga Castillo:


Uno de sus personajes más recordados fue el de Generosa, la buena aunque metiche vecina en la telenovela Emilia (1979-1980), al cual seguirían roles secundarios con cada vez con menos peso en las tramas: Ligia Sandoval (1981), Querida mamá (1982), La heredera (1982), Mundo de fieras (1991) y Dulce enemiga (1995).

Fuente: revista Venezuela Farándula.
A pesar de que gozaba de gran aprecio en el mundo televisivo, Olga debió pasar algunos tragos amargos, como el acontecido en 1973,  cuando ignorando su respetable recorrido, los productores de CVTV le ofrecieron un papel de sirvienta, casi de extra, sin lucimiento alguno, en la telenovela Gabriela, protagonizada por Pierina España. Como la gran profesional que era, sin armar escándalos publicitarios ni denigrar de los directivos ni de sus compañeros, la actriz se presentó al Departamento de Producción, conversó con la persona encargada y declinó el papel que le habían otorgado.

Otro episodio desagradable ocurrió en la década de los ochenta. En 1981, Olga Castillo celebró 50 años de trayectoria profesional y recibió un emotivo homenaje en Sábado Sensacional, con Amador Bendayán. Allí recordó su época como cantante y con el entusiasmo de una debutante interpretó hermosas canciones ante un público nuevo. Sin embargo, al año siguiente, con el estupor que le causó el que la telenovela Lo que no se perdona fuese sacada del aire por disposiciones del Ministerio de Transporte y Comunicaciones (MTC), ofreció indignada unas fuertes declaraciones a la periodista Corina Yépez (Diario Panorama, 23/07/1982, p.3).

Fuente: Telenovelawiki.com
En esa producción encarnaba por primera vez un rol de villana: Constanza, madre de Henry Salvat, Alba Roversi y Corina Azopardo, aunque al final su personaje se volvía buena. Sin embargo, el MTC consideró que las escenas de este dramático eran “truculentas y deforman la personalidad de los niños y adolescentes”.

Para Castillo, totalmente identificada con el canal de la Colina, la medida tenía su origen en una campaña contra Venevisión: “¿Por qué si teníamos tiempo sin sacar una telenovela a esa hora, justo ahora cuando lo hacemos se toma esa absurda decisión?”, se preguntaba. Lo que no se perdona es una novela suave, escrita por Ana Mercedes Escámez con mucho cariño. No estoy de acuerdo con la medida. No hay ninguna truculencia en las escenas. Se trata, simplemente, (de) que no nos quieren y no importa arremeter contra el talento vivo, el esfuerzo. Lo malo de todo eso es que se hizo una campaña muy negativa contra nosotros”, aunque no aclaraba de parte de quién.

Durante la entrevista, la periodista Yépez calificaba a Olga como espontánea y sincera, con una personalidad muy cristalina: “No oculta nada porque su naturalidad no le permite actuar en la vida real. Además, se confiesa muy rencorosa y ese rencor parece haber florecido contra quienes ordenaron la suspensión de la novela en la que actualmente trabaja”. Olga le confesaba a la periodista que se consideraba a sí misma de personalidad “silvestre” y con carácter infantil.

Para Castillo, “el trabajo se respeta”. Por eso, aceptaba aunque no compartía el que les exigieran cambiar los diálogos, pero nunca aceptaría tener que cortar una novela porque sí. El caso expuesto le permitió hacer
una reflexión sobre su propia carrera:

Fuente: diario Panorama
“Se dice que hacemos cosas malas. Después de cincuenta años, que se puede hablar y escribir fácil, pero que hay que vivirlos, estoy orgullosa de lo que he hecho. Si no, no lo hubiera hecho nunca, me avergonzaría. Además, el dinero que he ganado trabajando lo he empleado en algo muy bello, que es mi hogar.

De este hogar, han nacido y crecido niños y jóvenes muy lindos y sanos, que se han hecho profesionales y son personas muy normales, y han vivido viendo novelas en televisión sin que ello les haya afectado su personalidad. Lo que daña no es la televisión sino el ejemplo que se les dé a los niños y adolescentes en la vida real”.

Olga estuvo casada con el reconocido actor y director teatral Horacio Zaro, con quien procreó a su único hijo, Ernesto Horacio Zaro Castillo. Su último trabajo en Venevisión fue en la telenovela Sol de Tentación (1996), con Natalia Streignard y Miguel de León. Luego, las ofertas de trabajo en el canal de la Colina cesaron por completo y, más tarde, la actriz enviudó.

A pesar de que aún vivían su hijo y otros parientes, en el año 2001 decidió que no quería ser una carga para ningún familiar y ella misma se buscó un hogar de ancianos en Caraballeda, estado Vargas, donde pasar sus últimos días.

Alejada totalmente del ojo público, muchos la daban por muerta. Según comentarios recogidos en las redes sociales, se mostraba renuente a recibir a sus antiguos compañeros de televisión y solo permitía las visitas de sus familiares. Aunque nonagenaria, fuentes cercanas manifestaron que en sus últimos años gozó de buena salud y lucidez mental. Lamentablemente, el pasado 7 de febrero de 2016, la actriz falleció a los 95 años, dejando tras de sí gratos recuerdos de sus interpretaciones en las producciones dramáticas radiales y televisivas.

El velatorio se efectuó el martes 9 de febrero en la Capilla Funeraria Monumental en el Cementerio del Este y su sepelio se llevó a cabo el mismo día a las 11:30 de la mañana.

Fuentes consultadas:

Benítez, Lunaidy (1983). La radionovela venezolana: tres momentos y ¿una muerte anunciada? Revista Sic, Caracas.

Flores, Robert. (2009).La radionovela caraqueña del siglo XXI. Trabajo Especial de Grado presentado en la Escuela de Comunicación Social de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela, para optar al título de Licenciado en Comunicación Social. Documento pdf.

Romero López, Elba (2014). Historia de la radio en Venezuela (II). Portal: Rescata y bórralo. Publicado el 13 de febrero de 2014, en la dirección electrónica http://rescatayborralo.blogspot.com/2014/02/historia-de-la-radio-ii-radio-caracas.html

Olivero, María Angélica (1986). Hombres de radio. Primera edición, Ediciones Librería Destino, Caracas.




jueves, 29 de octubre de 2015

Rincón de citas

Fuente: revista Venezuela Farándula.
«Lo que daña no es la televisión sino el ejemplo que les dé a los niños y adolescentes en la vida real. La televisión es un género (sic) como lo es el teatro y la literatura. Y si nos pusiéramos a montar las obras clásicas nos encontraríamos que son más truculentas que lo que se afirma que son nuestras novelas».


Olga Castillo, locutora y actriz, diario Panorama (23/07/1982), a propósito de la disposición del Ministerio de Transporte y Comunicaciones de ordenar la salida de la telenovela “Lo que no se perdona”, porque“sus escenas son truculentas y deforman la personalidad de los niños y adolescentes”.




«Jamás he aconsejado un divorcio. Creo en la familia. No soy feminista. Considero imposible que la mujer pueda ser igual al hombre. Ellos no pueden ser como nosotras. No somos iguales, por muchos motivos.
Soy conservadora, pero al mismo tiempo amo la libertad. Entonces también tengo algo de liberal. No me gusta que me manden. Todas las semanas me voy a El Junquito, manejando yo misma».

René de Pallás, actriz, 
diario Panorama, 15/07/1982.






Fuente: diario El Universal
«Aquí todo nace como por azar, no hay planificación casi en ningún aspecto de la vida socio-económica de la nación. Todos hacen de todo, pero pocos ejecutan las cosas bien. De ahí que la incompetencia y la ineptitud sean uno de nuestros males mayores que nos impiden salir del estancamiento».


Gustavo Rodríguez, actor de televisión, radio, cine y teatro. Revista Ronda, 1982. 






«La palabra villana debería estar fuera del diccionario. Los malos son seres humanos con sus circunstancias que los hacen actuar de esa manera.

La maldad no tiene que ver con un físico determinado, depende de las circunstancias, de la autoeducación para canalizarla y disfrutarla».


Bárbara Teyde, actriz, refiriéndose a sus personajes de malvada en las telenovelas. Diario Panorama, 07/12/1994.



Fuente: revista Encuadre
«Aquí no perdonan el triunfo. Si es mujer es esto y si es hombre es lo otro. Parece que les da envidia que alguien pueda surgir y más yo que me levanté de la nada. Yo fui la primera venezolana y la primera latinoamericana que ganó un concurso internacional de belleza. Y eso le dolió a mucha gente».


Susana Duijm, Miss Mundo 1955, actriz, modelo, animadora y locutora, entrevistada por Nelson Hippolite Otega, al referirse a los rumores que la vinculaban al dictador Marcos Pérez Jiménez. Fuente original: diario El Nacional. Publicado en Entrevistas Malandras, 2010.


































«El regalo de un artista es un Oscar, eso no significa que por habértelo ganado o por haber sido nominada, eres mejor o peor. Este año había muchas personas que no fueron nominadas, aunque son artistas fabulosos. No fue su momento, su película, su estrella. Tampoco eres más arrecha que nadie por haberlo ganado».

María Conchita Alonso, actriz y cantante, entrevistada por Nelson Hippolite Ortega. Fuente original: diario El Nacional. Publicado en Entrevistas Malandras, 2010.


Fuente: Venelogia.com
«El arte no se puede hacer químico ni automático porque no tiene fórmulas, pero de esto no tienen la culpa los escritores. Sucede que los gerentes dramáticos de hoy los cargan locos creyendo que ellos tienen la varita mágica para que la producción y la historia sea un éxito».

Julio César Mármol, escritor de telenovelas, guionista y director de cine. Diario Panorama, 22/03/2006.

Fuente: diario El Universal.







«Ahora, a pesar del actual régimen, nada funciona. La inseguridad está en niveles insospechados, ningún servicio es operativo, el desempleo va en aumento…En fin, si actualmente viviéramos una dictadura, las cosas serían mucho peor. Nos quieren poner a nadar en un mar de la felicidad con tiburones».




Pierina España, actriz, diario Panorama, 19/02/2003.