lunes, 13 de agosto de 2012

Aquellos afiches de los años 70 y 80

Estamos de nuevo en los años 70 y 80. Las revistas dedicadas a farándula y entretenimiento incluyen, bien sea en la parte central o en su contraportada, un póster o afiche de los personajes que en ese momento marcan la hora dentro del espectáculo nacional e internacional. Aún guardo algunos de esos ejemplares fotográficos, tal vez por nostalgia, quizá por un afán inexplicable de preservación de algo que, para muchos, es material desechable.

Estoy convencido de que uno de los grandes vacíos existentes en nuestro país apunta a resguardar los vestigios de nuestro pasado. Por eso, cada cierto tiempo, se nos quieren cambiar los patrones históricos que  manejamos, en función de intereses muchas veces espurios. La memoria en materia de espectáculo y entretenimiento es aún más corta. Salvo estrellas consagradas, muy poca es la documentación gráfica o textual que se encuentra en internet acerca de personalidades de la televisión y del cine venezolano. Me he encontrado con páginas extranjeras, en idiomas como ruso y croata, dedicadas a brindar biografías e imágenes de nuestros artistas criollos y muy pocas, por decir casi nada, realizadas en nuestro país, salvo honrosas excepciones.

Por ello, si bien no ha sido nunca un área de interés formal en mi vida, he creído oportuno compartir todas esas cosas que algún día guardé sin razón aparente, sólo porque el afiche me pareció curioso, poco común o sencillamente porque la actriz estaba hermosamente fotografiada.

Espero que disfruten este espacio de memorabilia tanto como yo.

Marina Baura, revista Venezuela Gráfica, finales de los 70
Caridad Canelón, revista Venezuela Gráfica, finales de los 70
Fedra López, revista Venezuela Gráfica, mediados de los 80
Carolina Perpetuo, revista Feriado, década de los 80
Amanda Gutiérrez, revista Ronda, mediados de los 80
Alicia Plaza, revista Ronda, mediados de los 80
Elluz Peraza, revista Venezuela Farándula, finales de los 70
María Alejandra Martín, Diario de Caracas, década de los 90
Herminia Martínez, revista Venezuela Farándula, finales de los 70.
Flor Núñez, revista Ronda, década de los 80
Mayra Alejandra, revista Venezuela Gráfica, finales de los 70.
Chony Fuentes, revista Venezuela Farándula, finales de los 70.
Haydée Balza, revista Venezuela Farándula, finales de los 70
Pierina España, revista Televariedades, década de los 80.
Hilda Carrero, finales de los 70.

jueves, 2 de agosto de 2012

Marilyn vista por dos leyendas del cine

En la década de los 50, Marilyn Monroe se había consolidado como el nuevo símbolo sexual de Hollywood. Su imagen aparecía frecuentemente en revistas y sus películas se convertían en sucesos de taquilla. Por ello, no es de extrañar que dos leyendas del cine mudo como  Theda Bara y Clara Bow, en algún momento, hayan expresado su opinión en torno a la nueva estrella.

Theda Bara, la pecadora original.
Theda Bara (Theodosia Burr Goodman, 1885-1955) fue la precursora de la mujer fatal en el cine norteamericano. Su rostro pálido con grandes ojeras y mirada lasciva encandiló a las audiencias en los inicios del cine mudo. Su fama de vampiresa la logró gracias a su participación en el drama Érase una un tonto (A fool there was, 1915), en la cual encarnaba a una mujer que llevaba a los hombres a la perdición. Protagonista de la primera versión de Cleopatra y de Salomé, Theda se retiró del cine antes de la llegada del sonoro, pues ya a mediados de la década de los veinte del siglo pasado, su figura era percibida como decadente, ante la oleada de efervescentes flappers que emergían de la gran pantalla.

Theda Bara poco antes de morir.
Casada con el director Charles Brabin y en una solvente posición económica, Bara sobrevivió a su gloria hasta el 7 de abril de 1955, cuando falleció en Los Ángeles, víctima de un cáncer en el estómago.   Según revela  Eve Golden en la biografía sobre la actriz Vamp. The rise and fall of Theda Bara (Emprise Publishing, 1996), en una de sus últimas entrevistas el primer símbolo sexual de Hollywood ofreció una valoración de Marilyn Monroe, quien para el momento ostentaba ese reinado. «Creo, como todo el mundo, que ella es sexy. Pero no creo que a ella le guste mucho, ¿verdad? Probablemente tenga el mismo problema que he tenido», indicó Theda. «Ella nunca será capaz de dejar atrás su reputación».

Las palabras de Bara resultaron proféticas: a finales de los 50, cuando Marilyn trató de ser tomada más seriamente como actriz, sus intenciones se toparon con el excepticismo de los grandes magnates de la industria, de directores y de críticos cinematográficos. A pesar de viajar a Nueva York y estudiar con Lee Strassberg en el famoso Actor's Studio, las oportunidades para encontrar roles más interesantes nunca fueron abundantes. Su imagen sexy prevaleció por encima de su interés en demostrar una mayor versatilidad interpretativa.

Clara Bow en la foto que le permitió ganar
el concurso de la revista Motion Picture
La sucesora de Theda en el gusto popular tomaría en los años 20 la vivaz personalidad de Clara Bow (1905-1965). Esta voluptuosa pelirroja encarnaría con soltura la figura de la flapper, esa chica alocada de la era del jazz a quien su amor por la vida y por las fiestas generalmente la metía en problemas, tanto en las tramas de sus películas como en la vida real.

Clara llegó a la fama luego de ganar un concurso organizado en 1921 por la influyente revista Motion Picture. Alcanzó una popularidad impresionante; de hecho, llegó a recibir en una oportunidad 45.000 cartas de sus fanáticos en un mes. Sin embargo, siempre fue explotada por los magnates del estudio Paramount, del cual fue estrella exclusiva, quienes no le retribuyeron ni económicamente ni en respeto profesional su dedicado trabajo como actriz. Paralelamente, quien había tenido una infancia difícil, se vio envuelta en varios escándalos, que incluyeron una demanda por una esposa traicionada y un juicio por desfalco en el cual su propia secretaria, Daisy DeVoe, reveló detalles íntimos de su vida privada que afectaron negativamente su carrera cinematográfica.

Clara Bow, la chica con "eso" (The It Girl)
Clara se casó con Rex Bell, actor del cine B especializado en películas de vaqueros, quien posteriormente fue Gobernador de Nevada. A pesar de que los primeros años de matrimonio funcionaron bien y le permitieron ser madre de los gemelos Tony y George, Clara empezó a confrontar problemas crónicos de insomnio y colapsos nerviosos que la llevaron a ser recluida en sanatorios en varias oportunidades, en las cuales incluso se le practicó electroshocks. Prácticamente reclusa, murió de un ataque cardíaco el 27 de septiembre de 1965.

David Stenn, en la biografía Clara Bow. Runnin´ Wild (Cooper Square Press, 2000), señala que ella sentía una gran admiración por su actriz favorita, Marilyn Monroe, la cual fue acompañada por sentimientos de parentesco y proteccionismo. Según Stenn,  la afinidad era obvia: Clara y Monroe tenían madres con enfermedades mentales, al igual que sus abuelas maternas, todas ellas confinadas en asilos mentales; ambas sufrieron abuso físico y emocional en su infancia; ambas habían sido catapultadas a una fama opresiva; a continuación, habían sido mal pagadas por sus servicios y subestimadas por su talento; y ambas habían sido dotadas con, y luego atrapadas por, esa misma imagen de vulnerabilidad sexual femenina, un tanto infantil y estúpida.

Marilyn encarna a Clara Bow en la sesión fotográfica realizada por Avedon
Cuando la revista Life asignó a Richard Avedon para fotografiar a Marilyn como Clara, la rubia actriz se puso una peluca roja y decidió retratar a su predecesora en una película. Clara se sintió halagada por el gesto, pero nunca permitiría una película biográfica sobre sí misma mientras estuviese viva. Sin embargo, expresó claramente su preferencia para el reparto: "Entregaría mi antigua corona de Chica "It" no a Taylor o a la Bardot, sino a Monroe", escribió a Hedda Hooper y Louella Parsons, dos de las columnistas de chismes más leídas de la época. Era la manera de Clara de devolver el cumplido de Monroe. Paradójicamente estas dos mujeres, ambas tan descaradas en el cine,  fueron demasiado inseguras como para conocerse en persona.
Clara Bow en su madurez.

Cuando la muerte de Marilyn fue anunciada, hacía apenas un mes que Clara había enviudado. Aunque ella había sobrevivido el estrellato y su sucesora no, la pérdida la dejó desolada. «Ella era tan hermosa y demasiado joven para morir. Dios la bendiga », escribió de su actriz favorita, según relata su biógrafo David Stenn. Sin embargo el martirio de Monroe, que en el instante había golpeado a Clara de forma extrema, al ser comparadas con las situaciones que ella misma había vivido, hicieron parecerle menores las tribulaciones de su sucesora. « Ella nunca estuvo en la posición en la que yo estuve atrapada», supuestamente señaló Clara. « Una copia en caliente, sí, las dos éramos eso, pero la mía era una mala copia en caliente. Ella nunca tuvo que pasar a través de todas las cosas horribles que me han ocurrido».

A propósito de la conmemoración del 50 aniversario de la muerte de Marilyn Monroe, resultan curiosas las opiniones emitidas por ambas leyendas del cine mudo. Nadie como ellas para conocer el peso de llevar sobre sus hombros la imagen de chica sexy, adorada por multitudes, que sin embargo, pasada la efervescencia de la moda en las audiencias, fueron relegadas al olvido, descendiendo de sus pedestales para tocar nuevamente tierra.

lunes, 9 de julio de 2012

Bellas entre las bellas. Primera parte

Nadie se llame a engaño: la belleza es según el ojo de quien la ve. «La belleza es el esplendor de la verdad», afirmó Platón en su obra El Banquete. Mariángel de Luca lo resume muy bien: para el filósofo, la belleza es una idea, que existe independientemente de las cosas bellas. En el mundo podremos verla, pero sólo adentrándonos en ella podremos conocer la belleza verdadera, que es aquella que reside en el espíritu. Lo terrenal, la belleza del mundo, es tan solo una manifestación de tal belleza. Casi un trabalenguas,pues.

En su Historia de la Belleza, Humberto Eco plantea que ésta “…nunca ha sido algo absoluto e inmutable, sino que ha ido adoptando distintos rostros según la época histórica y el país”. E incluye el concepto de mirada subjetiva, como para no dejar dudas. Lejos estamos, entonces, del ideal griego según el cual “la Belleza es proporción y armonía”, que se mantendría hasta la Edad Media. Fue por esa época, en la que abundaban los “bestiarios moralizados”, cuando San Agustín aclaró: “Los monstruos también son criaturas divinas; nacen por voluntad divina”. Y como consecuencia se llegó a creer que “lo feo es necesario para la belleza”. Es decir, podíamos apreciar la belleza por su opuesto, que era la fealdad.

Antón Castro menciona, refiriéndose al tema desarrollado por Eco, la existencia de una criatura recurrente a lo largo de los siglos en la evolución de la belleza: la mujer, quien pasa por distintas representaciones: «la dama angelical (Botticelli), la dama sensual medieval, la dama huidiza, la dama de belleza supersensible, la Venus, que adopta una paulatina mutación. Aquí se ponen ejemplos muy diferentes en el arte: la mujer de belleza práctica de Vermeer, la mujer de belleza enigmática de Leonardo, la mujer de belleza huidiza o que se oculta de Velázquez, la mujer gracia o de belleza más inquieta, que encontramos en Durero y en los románticos… En el Barroco asistimos a una hermosura “que está más allá del bien y del mal, que puede expresar lo bello a través de lo feo, lo verdadero a través de lo falso, la vida a través de la muerte”, y recordamos aquí que la muerte es una obsesión barroca, y también será luego una obsesión simbolista»

El concepto de belleza, ciertamente, ha ido mutando a lo largo de los siglos, hasta el momento actual, en el que afirmamos nuevamente: la belleza está en el ojo de quien la mira. En ocasiones, el concepto asumido es el impuesto por la moda del momento, pero con el transcurrir del tiempo, al igual que la moda, este ideal de belleza es superado por otro.

En el cine, a principios de siglo, las mujeres bellas eran rellenitas, con abundante cadera y busto. En ocasiones se ha impuesto el tipo andrógino, que encarnaron mujeres delgadas y de rasgos efébicos. Han reinado morenas, rubias, pelirrojas; con maquillaje recargado o caras casi al natural. Eso sí, la armonía en los rasgos ha sido una constante, si bien una boca o unos ojos extremadamente grandes nunca han sido desdeñados.

Yo creo en la belleza. Y debo confesar que mi concepto ha estado regido por el ideal griego de proporción y armonía. No obstante, sé reconocer la belleza en un rostro con arrugas, esas que delatan una vida bien vivida con la experiencia como bandera.

Hoy, comparto con ustedes algunas de las mujeres más bellas, a mi juicio, que han pasado por la cinematografía.

Anne Sheridan
Carole Lombard
Ava Gardner
Dolores del Río
Greta Garbo
Louise Brooks
Lillian Gish
Madeleine Carroll
Mary Astor
Brigitte Helm
Verónica Lake
Vivien Leigh
Dorothy Lamour
Frances Dee

Anita Page
Dolores Costello
Gloria Swanson
Linda Darnell
Marion Davies

Joan Crawford
Ingrid Bergman
Loretta Young
Mae Murray
Musidora
Pina Menichelli
Pola Negri
Clara Bow
Alice Terry
Dorothy Dandridge
Lauren Bacall
Jean Peters
Lana Turner
María Félix
Marlene Dietrich
Carroll Baker
Elizabeth Taylor
Jean Simmons
Joan Bennett
María Montez
Paulette Goddard
Shirley Jones
Simone Signoret
Susan Hayward
Yvonne De Carlo
Silvana Mangano
Lucía Bosé
Michelle Morgan
Simone Simon
Alida Valli
Hedy Lamarr
Eleanor Parker
Jayne Mansfield
Kim Novak
Martine Carol
Norma Shearer
Marilyn Monroe
Francesca Bertini
Machiko Kyo
Gene Tierney