“Como en la tragedia antigua soy Ifigenia; navegando estamos en plenos vientos adversos, y para salvar este barco del mundo que tripulado por no sé quien corre a saciar sus odios no sé adónde, es necesario que entregue en holocausto mi dócil cuerpo de esclava marcado con los hierros de muchos siglos de servidumbre”.
Ifigenia, Teresa de la Parra
A principios del siglo pasado, la escritora venezolana Teresa de la Parra (05/10/1889 - 23/4/1936) escribió una novela, modesta en su presentación pero revolucionaria en diversos aspectos, tanto por el tema como por el impacto que causó en su tiempo: Ifigenia, diario de una señorita que escribió porque se fastidiaba.
La obra, publicada en 1924, se estructura en cuatro partes o capítulos: Una carta muy larga donde las cosas se cuentan como en las novelas, El balcón de Julieta, Hacia el puerto de Áulide e Ifigenia. La trama, expuesta a través de epístolas a su amiga Cristina, plantea además reflexiones acerca de las circunstancias que le toca encarar a la joven caraqueña María Eugenia Alonso, quien criada en Europa sin madre y tras la muerte de su padre, debe regresar desde París a la capital venezolana. Allí descubre su verdadera situación personal, sin dinero ni posesiones, a pesar de la buena posición económica de la cual gozaban sus padres.
María Eugenia poco a poco va asimilando las circunstancias que le toca enfrentar junto a su Abuelita y su tía Clara. La necesidad de un “buen matrimonio” se presenta como una alternativa salvadora, siempre y cuando deje a un lado su vivaz personalidad para plegarse a lo que la conservadora sociedad de la época le ha asignado como rol femenino.
Como guardianas de lo establecido, Abuelita y tía Clara se encargarán de establecer límites a María Eugenia, al igual que tío Eduardo y su esposa, María Antonia. Como contraparte, el bohemio tío Pancho se convierte en su apoyo moral, junto a Mercedes Galindo, una refinada dama de sociedad, educada como ella en Europa, pero que no es precisamente bien vista debido a sus actitudes liberales. Son ellos quienes le presentan a Gabriel Olmedo y entre los jóvenes se establece una conexión romántica que se romperá debido al matrimonio por conveniencia de este con la hija de un ministro. María Eugenia, presionada por su familia, se ve comprometida con César Leal, un rico pretendiente de la alta sociedad caraqueña, aún más conservador.
Ese será el camino al sacrificio en honor al “dios de todos los hombres en el cual yo no creo y del cual nada espero. Deidad terrible y ancestral; dios milenario de siete cabezas que llaman sociedad, familia, honor, religión, moral, deber; convenciones, principios. ¡Divinidad omnipotente que tiene por cuerpo el egoísmo feroz de los hombres; insaciable Moloch, sediento de sangre virgen en cuyo sagrado altar se inmolan a millares las doncellas...!”.
Ifigenia es, en síntesis, el drama de la mujer frente a una sociedad represora, tal como era la Caracas de finales del siglo XIX e inicios del XX, en la que la mujer no podía expresar sus propias ideas y se le consideraba un apéndice del hombre, a quien debía honrar y servir.
Teresa de la Parra |
Adicionalmente hay que considerar que en aquel momento, en Venezuela estaba instaurada la dictadura del General Juan Vicente Gómez, lo que añadía más represión a la ya existente debido a las convenciones sociales. Es algo que en la novela no se desarrolla explícitamente, pero que se hace evidente por el contexto histórico que enmarca el argumento.
Teresa de la Parra, cuyo verdadero nombre era Ana Teresa Parra Sanojo, se identificaba en muchos aspectos con la protagonista de su historia. Tal como María Eugenia Alonso, ella venía de Europa con ideas modernistas a socavar los férreos principios que regían la moral de la época. Por ello, no es de extrañar que la historia de Ifigenia fuese recibida con recelo por la conservadora sociedad caraqueña, la cual rechazó su planteamiento modernista. No gustaron sus observaciones negativas acerca de la sofocante atmósfera en ese entorno que se creía cosmopolita, pero que en realidad exudaba aún aires provincianos. A pesar de las críticas, la novela participó en un concurso literario en París, auspiciado por el Instituto Hispanoamericano de la Cultura Francesa, y obtuvo el primer premio. Al poco tiempo, fue traducida al francés por Francisco de Miomandre.
Ya en la década de los 50, Ifigenia fue representada en la naciente televisión venezolana a través de Radio Caracas Televisión, con Peggy Walker en el rol estelar. En 1979, Venezolana de Televisión decidió llevar nuevamente la historia a la pequeña pantalla.
En ese preciso año, la hoy reconocida escritora Valentina Párraga apenas estaba comenzando su carrera profesional en Venezolana de Televisión. Sin embargo, recuerda esta producción dramática con nostalgia: «La productora fue Nardy Fernández, que en paz descanse; y el director, José Antonio Ferrara. Los escritores fueron Salvador Garmendia, Mariela Romero y Norberto Díaz Granados, ellos se encargaron de hacer esta serie, porque realmente no fue una novela. En ese momento se instauraron en canal 8 las novelas de 22 capítulos. Entonces fue una joyita que se hizo casi toda en estudio, porque no había presupuesto para hacer exteriores, aunque sí se hicieron algunas cosas. Fue un primer intento cuando el cambio de gobierno de los copeyanos y Luis Herrera Campins, se empezaron a hacer una serie de novelas culturales sacadas de nuestra literatura».
Ifigenia fue una versión bastante apegada al libro original de Teresa de la Parra. La elección de los responsables de trasladar la trama escrita en forma epistolar al formato televisivo no pudo ser mejor: Garmendia era un reconocido escritor, quien en la televisión criolla había colaborado con José Ignacio Cabrujas para el desarrollo de la llamada Telenovela Cultural, entre ellas La hija de Juana Crespo (1977). Por su parte, Mariela Romero, sobrina del músico Aldemaro Romero, ya contaba en su haber la exitosa obra teatral El Juego; y Norberto Díaz Granados, libretista de origen colombiano, había sido autor de telenovelas como Tuya para siempre (1974), con Pierina España, y El Regreso (1976), con Rebeca González y Elio Rubens, en la época de CVTV.
T
Leopoldo Regnault como Gabriel Olmedo |
Venezolana de Televisión venía de un proceso lento de transición e incorporaba paulatinamente más talento vivo en series dramáticas, muchas de ellas de corte histórico, ya fuera recreación de clásicos de la dramaturgia mundial o novelas nacionales de renombre. Entre ellas se encontraban Páez, con Rebeca González y Gustavo Rodríguez; al igual que Ana Isabel, una niña decente, con Rebeca González.
Amanda Gutiérrez como María Eugenia |
En esa ocasión señaló su visión del personaje: "Nosotros éramos muy conservadores y María Eugenia Alonso venía con actitudes adelantadas a su época, salía sola y daba a conocer sus opiniones. Y se atrevía a protestar contra la dictadura, cosa que las mujeres de aquella época no acostumbraban porque era muy mal visto".
En una entrevista realizada por su hermana, la periodista Eva Gutiérrez, Amanda recordó sus inicios en la televisión:
Fuente: Canal YouTube Telenovela La Dueña
Orángel Delfín y Leopoldo Regnault |
El tema musical de entrada, el vals Kiki, fue compuesto por Francisco Gatorno y dio un toque nostálgico insuperable a la producción dramática. En el video, podemos disfrutar de Gattorno tocando esta pieza gratamente recordada:
Fuente: Canal YouTube de Federico Gattorno
“María Eugenia Alonso debía despertar mucha envidia con su ropa, pues llegaba a Venezuela de un contexto más progresista. Por ejemplo, usaba escotes más atrevidos”, apuntaba Amanda en una entrevista concedida a Todo en Domingo en noviembre de 2008, a propósito del estreno de una versión muy libre de Ifigenia, cuya autoría es de Martin Hahn. Se trataba de Nadie me dirá como quererte, con Marianela González.
A mediados de los 80, María Eugenia Martín estelarizó la versión cinematográfica de Ifigenia |
Fuentes consultadas:
Jiménez, Soniberth. Las tres caras de "Ifigenia". El Universal, 27/07/2008
Correia, Alexis. Tres señoritas de un chic incomparables. Todo en Domingo 473, El Nacional,09/11/2008.
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