martes, 29 de enero de 2013

Mary Soliani, aquella cucarachita...

Mary Soliani / Fuente: Revista Ronda.
Mi primer recuerdo de Mary Soliani es el de una joven y bella mujer conducida a la hoguera, en medio de gritos espeluznantes. Se trataba del capítulo final de Los Poseídos, versión libre de Las Brujas de Salem, de Arthur Miller, producida en Venevisión a mediados de la década de los 70.

Eran los tiempos de la llamada telenovela cultural, surgida en respuesta a la cada vez mayor presión gubernamental, que a partir de 1972 con la resolución 3.178 y hasta 1976, con el Decreto titulado Obligación de trasmitir programas culturales por televisión, se exhortaba a los canales a producir espacios de este corte. En aquella época, las plantas televisoras apelaron a diversos recursos: Radio Caracas Televisión, inició la adaptación de reconocidos textos literarios nacionales, tales como Doña Bárbara, Pobre Negro, Canaima y Sobre la misma tierra, de Rómulo Gallegos. Venevisión, por su parte, apeló a historias de la literatura universal, recreando diversas novelas y piezas teatrales, entre las cuales figuraron Cumbres Borrascosas, de Emily Brönte; y la adaptación de The Crucible, nombre original de la mencionada obra de Miller.

En Los Poseídos, la sensible Ada Riera encarnaba a Isabel Proctor, una buena mujer, creyente, amante de su esposo Juan —Martín Lantigua— y de sus hijos, en el Salem de 1692, pueblo puritano ubicado en la costa de Nueva Inglaterra, Estados Unidos. Mary Soliani era Abigail Williams, jovencita inescrupulosa como pocas, quien enamorada de Juan, intenta seducirle, recurriendo incluso a la brujería para lograr sus propósitos. La cacería de hechiceras se inicia en Salem y Abigaíl acusa a Isabel de andar en pacto con el maligno, a fin de sacarla del camino.

Vestida deportivamente para un fotoreportaje.
Fuente: revista Ronda
Carlos Roa, en su estupendo blog sobre Ada Riera, señala que la guionista Ligia Lezama se tomó varias licencias con respecto al texto original: a diferencia de los hechos reales que inspiraron la obra teatral, los ajusticiados fueron quemados en la hoguera y no ahorcados. Además, el final fue cambiado para satisfacer la sensibilidad del público de la época: los Proctor no fueron ejecutados, pues Abigaíl fue descubierta en sus intrigas y era ella quien moría devorada por las llamas, en una escena impactante.

Fue una buena oportunidad para Mary Soliani, actriz que gozó de una merecida aunque discreta fama a finales de los 70 e inicios de los 80.  Nunca llegó a la proyección del estrellato de una Lupita Ferrer, una Rebeca González, una Marina Baura o una Doris Wells, pero mantuvo una figuración sostenida en una sólida carrera, en la cual alternaba personajes inocentes con villanas retorcidas. Sorprende que sus rasgos físicos —delgada, rubia, rostro angelical y una voz muy dulce— le permitiera pasar de la inocencia a la perfidia con total solvencia.

Nacida el 17 de agosto de 1955, María Luisa Soliani Longi participó desde muy joven en las principales telenovelas que marcaron época en la televisión venezolana, muchas de ellas escritas por la cubana Delia Fiallo: fue Lili, en Lucecita (1972); Evita en Peregrina y Chimbela, en La Mujer prohibida (1973). En La señorita Elena (1975), con 21 años, interpreto a Lalita, la hermanita menor de 13 años de la protagonista, otra vez Ada Riera, ahora como una maestra de niños con problemas de aprendizaje, quien se enamora del severo juez encarnado por José Luis Rodríguez.  Luego de un papel de reparto en Mi hermana gemela (1975), al año siguiente Mary tomó la piel de Isabel en una versión libre de Delia Fiallo de la famosa novela de Emily Brönte, Cumbres Borrascosas, en la cual Elluz Peraza asumía la protagonización junto a José Bardina, como el impetuoso Heathcliff. Le siguió el rol de Diana, en La Zulianita (1977).

Una escena de la película Sagrado y Obsceno (1976)
En esos años, Mary incursionó en el cine con dos películas de Román Chalbaud: la primera, Sagrado y obsceno (1976), ambientada en Caracas durante el auge petrolero, que es, a decir del cineasta y crítico cinematográfico Oscar Lucién «un mural de la sociedad latinoamericana. La riqueza, como norma de vida; la violencia, como constante de una historia concebida con base en la rapiña y el colonialismo; la frustración de un grupo de hombres que dieron lo mejor de sí mismos para provocar un definitivo cambio en las estructuras sociales y la nostalgia de una tradición difícil de encontrar». El guión era de Cabrujas y del propio Chalbaud, con Miguelángel Landa, María Acosta, Paul Antillano, HildaVera,   Rafael Briceño, José Ignacio Cabrujas, Paula D’Arco, el recientemente fallecido William Moreno y Virgilio Galindo como parte del elenco.

La otra cinta se desarrollaba en un prostíbulo,  y no fue otra que la exitosa El Pez que fuma (1977), en la cual interpretaba un pequeño rol en una historia donde la atención se centraba en una Hilda Vera en estado de gracia como La Garza, acompañada por unos magníficos Miguelángel Landa, Orlando Urdaneta y Haydée Balza.

Ese mismo año, Mary logra su primera protagonización en Laura y Virginia, producción transmitida por Venevisión, con historia original de  Enrique Jarnés, en la cual compartía los créditos principales con Alejandra Pinedo y Eduardo Serrano. Ellos habían destacado en roles secundarios en diversas telenovelas de Delia Fiallo, pero lamentablemente la telenovela no obtuvo el éxito esperado. Si bien Mary destacó como la cínica e interesada Laura Ferrari, los números del rating no terminaron de despegar y el canal debió recurrir a la Fiallo para que reestructurara la historia. No obstante, poco pudo hacer la escritora cubana para salvarla, aunque hoy en día todavía es recordada.

Como Ingrid, en El Rebaño
de los Ángeles
/ Fuente: Encuadre No.65
El año 1978 resultó en dos triunfos personales para la Soliani: el primero, protagonizar en la pantalla grande El Rebaño de los ángeles (1978), nuevamente de la mano de Chalbaud. Allí, era la infortunada liceísta Ingrid, quien había perdido a su madre y era acosada por el último concubino de esta. Damnificada luego de que su casa fuera derrumbada por las fuertes lluvias, Mary es abusada por su padrastro y sin contar con el apoyo de su profesora (Pilar Romero), quien también enfrenta problemas conyugales, opta por el suicidio.

Ese mismo año, Mary salió de Venevisión e ingresó al elenco de la exitosa telenovela La Fiera, que tenía como protagonistas a Doris Wells y a José Bardina. Era una adaptación de Julio César Mármol de Los Hermanos Karamazov, con una terna de guionistas de lujo, entre quienes se encontraban José Ignacio Cabrujas y Salvador Garmendia. Este drama estaba ambientado en un pueblo del llano venezolano, donde dos familias poderosas —los Meléndez y los Zambrano— mantienen un enfrentamiento permanente.  

Doris Wells y Carlos Márquez, protagonistas
de La Fiera / Fuente: Columna ¡Qué momentos!,
diario La Voz.
Los personajes bien delineados permitieron a los actores y actrices de la historia desarrollar momentos memorables: Carlos Márquez como Eleazar Meléndez, el patriarca, hombre déspota, egoísta y avaro; Tomás Henríquez como el recio de buen corazón Atilio Zambrano; Lucio Bueno como el cura Alberto; Argenis Chiribela como Abel; Gustavo Rodríguez como Juan Carlos; y por supuesto, Mary Soliani, como la dulce Magdalena, enamorada del hijo menor de los Zambrano (Orlando Urdaneta), quien recién llegado de la capital se enamora perdidamente de ella y es ese amor imposible el que acrecentará el odio entra las familias. La fragilidad y romanticismo que requería el personaje fue encarnado a cabalidad por la Soliani.

Sin embargo, el éxito no le acompañó en su nueva producción. En 1979, Mary estaba en VTV, realizando una adaptación de la novela corta de Salvador Garmendia, Los habitantes, junto al galán de la época, Leopoldo Regnault. 

Fuente: Revista Ronda.
En 1981, Mary vuelve a su casa de siempre, Venevisión, con un rol de reparto en Andreína (1981), historia sobre el machismo venezolano escrita por Julio César Mármol y Reinaldo Rodríguez, con la primera protagonización de Hilda Carrero junto a su eterno galán, Eduardo Serrano. Es, entonces, cuando logra protagonizar varias producciones dramáticas: Querida Alicia (1981), escrita por Kiko Olivieri, con Franklin Virgüez como galán, no fue de mucho éxito, como tampoco lo tuvo en Lo que no se perdona (1982),  trama que trató la infidelidad de la mujer,  junto a Henry Salvat.

La oportunidad de diversificar sus interpretaciones en la pequeña pantalla vino con el musical La Cucarachita Martínez y el Ratón Pérez, inspirado en el conocido cuento infantil y producido por Venevisión en 1983. Allí encarnaba a la cucarachita y Joselo al ratón Pérez.



La Cucarachita Martínez, con Mary Soliani y Delia Dorta, como la cotorra.

La vida sentimental de Mary es conocida: casada con Trino Mora en la década de los 70, con quien tuvo a su hijo Marco Trino, luego tendría un breve matrimonio con Miguelángel Landa. La solidez del amor vendría en quien menos se pensaba: el recientemente fallecido cómico Joselo, supuestamente por esta misma época.

Mary y su esposo, el comediante José Díaz, Joselo.
Fuente: Internet.
«Mucha gente pensaba que nuestro matrimonio no iba a durar por la diferencias de edades. Sin embargo, estuvimos juntos 32 años y si él hubiese vivido 20 años más, habría estado feliz junto a él», dijo con voz emocionada durante el sepelio. «Lo podría describir como un corazón gigante con manos y pies».

Por su parte, en una entrevista publicada el 29 de agosto de 2011 en el diario El Tiempo, Joselo confesó que para él, ella era la mujer perfecta. «…Con ella experimenté un cambio de la tierra al cielo. Al lado de un gran hombre, y no detrás de él, hay siempre una gran mujer».

Luego de su matrimonio, las actuaciones de Mary en la televisión venezolana fueron escaseando. Se graduó de abogada y tuvo una que otra participación especial en los musicales de De Fiesta con Venevisión. Arquímedes Rivero la convenció para que protagonizara dos unitarios en 1991: uno con Guillermo Dávila y otro con Jean Carlo Simancas y Gustavo Rodríguez llamado Acorralada, una versión de Proceso a Mariana Pineda, de García Lorca, realizada por Ligia Lezama. Según algunos foros en internet, en esa época le habrían ofrecido uno de los tantos roles que tuvo Mundo de Fieras, pero ella prefirió hacer los unitarios pues dijo que tenía muchos compromisos con su trabajo que le impedían dedicarse a estar meses grabando. 

Una sonrisa de niña / Fuente: Internet
Su apoyo y el de Joselo al proceso político liderado por Hugo Chávez Frías les granjeó la simpatía de los partidarios del presidente venezolano, pero también el encono de sus opositores, que no son pocos. Me parecen lamentables los comentarios denigrantes que he leído recientemente, sobre todo porque la actual polarización existente en nuestro país no puede ser mayor que nuestra sensibilidad y capacidad como seres humanos. Independientemente de que se esté a favor o en contra de sus ideas, el respeto y la tolerancia deberían imperar pues le duela a quien la duela, ambos han sido figuras importantes de la historia de la televisión venezolana.

Según reseñó el diario Últimas Noticias el lunes 7 de enero de 2013, durante el acto de sepelio la exactriz y abogada agradeció a todos los presentes su asistencia. «Joselo me hizo la mujer más feliz”, señaló Soliani, acotando que en el mundo no volverá a existir un comediante tan humano y sensible como lo era su esposo.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Feliz Navidad

¡Ah, la Navidad! Buenos deseos se acumulan por doquier, con la esperanza de que todo aquello que no fue alcanzado durante el año que recién finaliza, pueda encontrar un camino fructífero entre las hojas del almanaque próximo a iniciar.

Ha sido costumbre desde el siglo pasado que las estrellas de cine y televisión, apropiadamente ataviadas para la ocasión, se unan a estas celebraciones. Una tradición que puede seguirse desde el viejo Hollywood de la década de 1920 hasta nuestros días. Contados son los actores y actrices que no se vieron en la obligación de rendir tributo a la Navidad.

Desde Mundo de Letras, nos unimos a tan especiales invitados para desear a nuestros lectores unas felices fiestas. Por ello, nada mejor que compartir estas imágenes (muchas de ellas recabadas a través de la red) con nuestro exhorto a celebrar en familia este acontecimiento de la tradición cristiana.


La dulce noviecita de América, Mary Pickford, a la expectativa
de la llegada de Santa Claus, en la década de 1920.
La sexy extrella de los locos años 20 en Hollywood,
la chica It, Clara Bow, sucintamente vestida para la ocasión.
Louise Brooks, la inolvidable Lulú, aporta estilo y elegancia
al arbolito de Navidad a  su lado (Finales de la década de 1920).
Dolores del Río, durante su temprana permanencia en Hollywood,
preparada para el intercambio de regalos.
Joan Crawford, en su época de flapper, asume el rol de Santa
Claus en una fría Nochebuena de inicios del siglo pasado.
En la década de los 30, la rubia platino Jean Harlow abrió
las puertas de su residencia para mostrar la decoración navideña.

Como habría de esperarse, la inigualable Mae West grabó un disco
con música navideña que no podía tener otro nombre: Wild Christmas.
En la década de 1940, la naciente estrella Bette Davis posaba
de manera inusualmente angelical con decoración pascual.
Una corona de pino enmarca la extraordinaria belleza de Gene Tierney,
la inolvidable protagonista de Laura.
Ava Gardner calza las botas de Santa Claus
Rita Hayworth, lista para compartir su regalo navideño.
Jane Russell prepara los arreglos del arbolito.
Bing Crosby, Rosemary Clooney, Danny Kaye y Vera-Ellen
en un clásico cinematográfico navideño: White Christmas.
Una Shirley Temple pre-adolescente recibe sonriente
las celebraciones pascuales rodeada de Papagayos o flores de Navidad.
El duro de Hollywood, Humphrey Bogart, celebra las festividades
navideñas junto a su esposa Lauren Bacall y su hijo Stephen.
Una ligerita de ropas Mamie van Doren se prepara
para dar su mejor regalo de Nochebuena.
La eterna adolescente de Hollywood, Natalie Wood, enmarca
su belleza con brillantes flores de Navidad.
Brooke Shield, apropiadamente ataviada, se transforma
en una hermosa ayudante de Santa Claus.
De gala y sumamente elegante, Marina Baura
da la bienvenida a 1981 desde las páginas centrales
de la revista Venezuela Gráfica (Diciembre, 1980).
La extraordinaria belleza de Pierina España da la bienvenida a la Navidad.
Un póster navideño bastante sorprendente
de Marisela Buitrago, la Bomba.
(Revista Venezuela Farándula,  diciembre  de 1983)
Una ayudante de San Nicolás muy sexy.
(Revista Venezuela Farándula,  diciembre  de 1983)
El inolvidable Tío Simón brinda por unas felices Navidades
en reportaje publicado en la revista Ronda (Diciembre, 1983)
Tal como era su costumbre, una elegante Herminia Martínez
brinda por un feliz 1984. (Revista Ronda, diciembre, 1983).
La ex Miss Mundo Pilín León, acompañada por un gordito
Luis José Santander, brinda por una feliz Navidad.
(Revista Ronda, diciembre, 1983)
La Primerísima Mirla Castellanos y el Ídolo de una Generación,
Guillermo Dávila, también celebraban por los éxitos alcanzados
en los años 80. (Revista Ronda, diciembre, 1983)

jueves, 25 de octubre de 2012

La muerte los busca jóvenes

Juan Carlos Adrianza. (Fuente: Internet)
La noche del 2 de diciembre de 2011, un tuit recorrió veloz las redes sociales: el “fabu-fabu” Juan Carlos Adrianza había fallecido en un lamentable accidente de tránsito en la vía Calabozo-Dos Caminos, cuando se dirigía a realizar su primer show en el estado Guárico. La camioneta EcoSport donde se trasladaba se volteó al salirse de la carretera, luego de haber impactado la parte trasera de una gandola accidentada, que no había colocado preventivamente el triángulo de seguridad respectivo.

La noticia dejó a más de uno perplejo: el joven actor y comediante de 28 años, quien también se desempeñaba como cantante y locutor, se encontraba en uno de sus mejores momentos profesionales, gracias a su personaje de El Fabuloso en el programa ¡A que te ríes!, transmitido por Venevisión.

Adrianza había nacido en Cabimas, estado Zulia, el 5 de junio de 1983. Estudió comunicación social en la Universidad Cecilio Acosta, pero su pasión por las cámaras se inclinaba más hacia el entretenimiento. Su carrera televisiva comenzó en febrero del 2004, en programas juveniles como Atómico y Gente Nueva, transmitidos por Venevisión. Incursionó como actor en las telenovelas El gato tuerto, de Televen, y Si me miran tus ojos, de Venevisión. Sus presentaciones en Super Cómico Sensacional, del programa sabatino Super Sábado Sensacional habían sido exitosas. Era un joven que en poco tiempo había alcanzado renombre en la difícil profesión de hacer reír, y su participación  dominical en el segmento de Los Fabulosos era uno de los que mayor atención recibía por parte de los televidentes.

Los dos Juan Carlos, los Fabu-Fabu. (Fuente: Internet)
Iba acompañado de la periodista María Gabriela Rengifo, quien se desempeñaba como asistente de producción del grupo; y su compañero de labores, Juan Carlos Dávila. Rengifo falleció también y Dávila resultó herido de consideración, pero sobrevivió al impacto.


Más de cinco mil personas le acompañaron durante su sepelio en Cabimas, en una de las ceremonias más sentidas que se recuerdan en esta ciudad petrolera.


La muerte siempre los ha buscado jóvenes, desde los tiempos de James Dean, el ícono rebelde de la juventud norteamericana de la década de los 50, quien murió en un accidente automovilístico a la temprana edad de 24 años. Pero el caso de Adrianza no ha sido el único en el ambiente artístico venezolano en el que la Parca ha ganado la partida.
Paula D'Arco (Fuente: Telenovelawiki.com)


Ya en 1976, la muerte en la carretera había truncado la prometedora carrera de actriz de Paula D´Arco, nombre artístico de Paula González. Era esposa del actor Carlos Olivier y sobrina de otro grande de la actuación, Miguel Ángel Landa.  Sin embargo, esta jovencita caraqueña, nacida en La Pastora, había ido labrando con pequeños papeles una trayectoria sostenida, desde sus interpretaciones como Lalita, en La Usurpadora (1971), con Marina Baura; de Ana Gertrudis, en La Doña (1972), con Lila Morillo; y de Sofía, en La Indomable (1974), otra vez con la Baura. Los críticos de la época señalan que uno de sus mejores trabajos fue en el teleteatro La Gota de Agua, junto a Doris Wells y Miguel Ángel Landa. El futuro, no obstante, se desvaneció en el accidente automovilístico. Iba acompañada por el veterano y gran actor de RCTV, Edmundo Valdemar, quien sobrevivió al siniestro.
Diana Juda, Miss Sucre 1982.
(Fuente: monarcasdevenezuelaymundiales.blogspot.com)
Diana Juda Perdomo provenía de esa mina que para Venevisión ha representado el Miss Venezuela. En 1982, Diana había portado la banda de Miss Sucre, pero en esa ocasión la suerte no acompañó a la hija de la periodista Trina Perdomo y quedó sexta finalista. La vencedora de ese año fue Ana Teresa Oropeza, célebre por afirmar que le gustaba la música de Shakespeare, pero esa es otra historia. A pesar de que no nos representó en ningún evento internacional, Diana inició su carrera como modelo en televisión. Ya en 1984 se encontraba junto a Henry Zakka en el programa  de RCTV, Estudio 30.


En 1988 recibió una importante oportunidad para encarnar un personaje en la telenovela Alba Marina, historia juvenil escrita por Mariela Romero, protagonizada por la cantante Karina y los integrantes del grupo puertoriqueño Menudo. Diana encarnaría a Cristina, un rol ciertamente de villana, hermana de crianza de la protagonista, y quien tenía como pareja al actor Leopoldo Regnault.


Apenas había grabado 30 capítulos de la novela —uno solo de ellos había salido al aire—, cuando el 2 de julio de ese año la tragedia se cruzó en su camino, en la persona de un conductor quien, supuestamente ebrio y a exceso de velocidad, impactó el auto que conducía la bella actriz en la madrugada de ese día, a la altura de la avenida O’Higgins en Caracas. Ella murió en el acto. Varias heridas graves sufrió su acompañante, la también actriz Mirna Morejón, esposa en ese momento de Renato Gutiérrez, quien trabajaba en la telenovela con un personaje que se le aparecía a la protagonista y que era la imagen de la Virgen del Carmen de la que ella era devota. Según recuerdan algunos foristas de páginas especializadas en internet, el rol de Cristina no fue asignado a otra actriz y así, el personaje de Diana salió de viaje sin retorno en la trama, dejando una carta a su hermana en la ficción, en la que explicaba las razones de su decisión. Una conmovida Karina leería la misiva con lágrimas en los ojos.
Floriana no pudo grabar ningún disco con Los Melódicos.
(Fuente: Blog El Club de Los Melódicos)
Flor de María González Hernández era el nombre real de Floriana, cantante de Los Melódicos quien también murió trágicamente el 18 de enero de 1997. No alcanzó a grabar con la orquestaque impone el ritmo en Venezuela”, pero sus actuaciones pueden ser vistas en el blog El Club de Los Melódicos, que incluye algunos segmentos del programa homónimo transmitido a través de Venezolana de Televisión en la década de los 90.


Nativa de Valera,  estado Trujillo, muy pequeña se residenció en Maturín, estado Monagas, donde alternó sus estudios con participaciones en actividades musicales.  A pesar de su corta edad al momento de su muerte, ya Floriana había recorrido un camino fructífero junto al mariachi Zacatecas y la banda Baraya. Además, había fundado en Maturín un grupo de música pop llamado 110 y de allí pasó a la Banda Musical del Estado Monagas. En 1994 arribó a Caracas, donde se incorporó a la agrupación musical Fandango, hasta que en octubre de 1996, cuando contaba 20 años, fue llamada para integrar la orquesta de Renato Capriles.


Eran las nueve y treinta de la noche cuando ocurrió la tragedia. Capriles, conductor de la camioneta Mitsubishi; y Floriana, quien viajaba en el asiento del copiloto, se dirigían a la población de Villa de Cura donde tendrían una presentación en el Centro Social Deportivo Hispano. Mientras se desplazaban por la Autopista Regional del Centro, a la altura del kilómetro 114, Capriles intentó esquivar unos objetos que al parecer habían arrojado a la vía y se estrelló contra la defensa de concreto.


Según revela la prensa de la época, Floriana murió de manera instantánea; mientras que el director de orquesta quedó maltrecho frente al volante. Algunos zagaletones del barrio Libertador, adyacente al sitio del siniestro, bajaron al lugar y despojaron a los dos infortunados de sus prendas y dinero, al tiempo que comenzaron a desvalijar el vehículo. Sin embargo, una médico que casualmente pasaba por el sitio, al ver el hecho se armó de valor y se enfrentó a los delincuentes, luego de lo cual asistió a Renato Capriles y avisó de inmediato al Comando de Seguridad Vial de la Guardia Nacional. El sobreviviente fue llevado de emergencia al Hospital Central de Maracay, donde fue intervenido y permaneció en estado de gravedad, hasta que pudo superar su grave condición de salud.
Pilar Romero y Jorge Luis Morales. (Fuente: Internet)


El 24 de abril de 1992, el diario ABC, de España, publicaba el obituario del actor venezolano Jorge Luis Morales, quien había fallecido a los 33 años de edad, víctima de una neumonía. Morales se había destacado en un gran número de comerciales para televisión y cine, además de desarrollar una prometedora carrera en teatro y televisión. Supuestamente, enfermó por una escena que hizo junto a Flor Núñez durante la grabación de la telenovela El Desprecio, en la que era torturado con agua helada, lo cual le provocó una severa afección pulmonar.


Lo que pocos conocían era que Jorge Luis Morales era portador de VIH y a raíz de su muerte se divulgó su enfermedad, pues era la primera persona venezolana famosa de la que públicamente se conocía con esta condición. La página de la organización Stop VIH, en su historia sobre esta enfermedad en nuestro país, señala que «el estigma, la discriminación, los prejuicios, la ignorancia y la carencia de información llevaron a la muerte del joven actor, quien fue trasladado en avioneta desde un hospital de la ciudad de Maracay (Venezuela) en donde no recibió los cuidados médicos necesarios, hasta la ciudad de Caracas, pero lamentablemente era demasiado tarde.»
En el siguiente video se puede apreciar algunas escenas de la exitosa telenovela en la que participó el actor:







Después de su muerte, un grupo de artistas y trabajadores del espectáculo crearon la Fundación Artistas por la Vida, para prestar su imagen a campañas de prevención y hablar abiertamente sobre el VIH y Sida en los medios de comunicación.
Javier Zapata como Evelio, el joven criado
en un cine por un grupo de delincuentes
en La Oveja Negra.
No obstante, Morales no fue la única víctima de la llamada epidemia del siglo XX. Javier Zapata, otro destacado actor de teatro y cine nacional nacido en 1961, falleció en la década de los 90 a muy temprana edad debido a complicaciones asociadas al VIH, según tuit colocado el 13 de abril de 2012 en la página de Artistas por la Vida. 


Su carrera mereció grandes elogios por sus interpretaciones en obras montadas por los grupos teatrales Rajatabla y la Asociación de Artistas Actuando (AAA). Participó en las cintas La Oveja Negra (1987), donde interpretó a Evelio, uno de los miembros del grupo de marginales; y en Cuchillos de Fuego (1989), ambas de Román Chalbaud.
Javier Zapata en la escena final de Cuchillos de fuego.
En Río Negro (1991), film de Atahualpa Lichy, encarnaba a Gonzalito, personaje resentido y violento que le permitió compartir créditos con Daniel Alvarado, el colombiano Frank Ramírez y la española Ángela Molina. Su actuación le mereció el premio al Mejor Actor de Reparto otorgado por la Asociación Nacional de Autores Cinematográficos (ANAC). En 1992 participó con un pequeño  personaje (Tacho Valdés) en la segunda temporada de la exitosa serie española Brigada Central: La guerra blanca, protagonizada por Imanol Arias y la cual se filmó en más de doce países distintos, entre los cuales figuraron algunas locaciones latinoamericanas como Colombia —Bogotá— y Venezuela —Caracas—. Ruddy Rodríguez y Cayito Aponte también intervinieron en este seriado.
Margarita Malvic, la mami de El Recogidito.


La lista de promesas que vieron cercenadas sus aspiraciones a temprana edad es larga e incluye a Aixa Moreno, hija de la primera actriz Eva Moreno, quien se quitó la vida lanzándose de un edificio en 1988, luego del rodaje de Amor de abril, telenovela que protagonizaba junto a Eduardo Serrano. Ese mismo año fallecía Margarita Malvic, quien murió de cáncer de seno a los 35 años. Carismática comediante, esposa del director Renato Gutiérrez, en 1983 era reconocida por su personaje de Mami en El Show de Joselo, con quien compartía el sketch  El recogidito. Luis Manuel Fernández, prometedor comentarista deportivo, falleció de cáncer en 1998 con poco más de 30 años de edad. Más recientemente, el 17 de diciembre de 2011, fallecía la bella Eva Ekvall, Miss Venezuela 2000, modelo, comunicadora social y conductora del Noticiero Televen, víctima de cáncer de mama. Tenía 28 años y se convirtió en un ejemplo para todas aquellas mujeres que padecen de este mal, así como motivadora en la labor preventiva necesaria gracias a su fortaleza y combatiente espíritu de lucha.
Marco Antonio Eteddgui, en una
de sus performances. Fuente: Internet
De todos los dramas de los cuales hemos hecho recuento, ninguno fue más espectacular que la muerte de Marco Antonio Ettedgui durante una de las últimas funciones de la obra Eclipse en la Casa Grande, ópera prima de Javier Vidal, director y fundador del grupo Autoteatro. Ettedgui aún no había culminado sus estudios de Comunicación Social en la UCAB, pero ya se desempeñaba como columnista del diario El Universal y se había convertido en una figura reconocida en el mundillo teatral, donde era famoso por sus performances.


El 2 de septiembre de 1981 resultó mortalmente herido por accidente en la sala Rajatabla, en plena actuación, cuando una barra de hierro olvidada dentro del cañón del fusil fue disparada por la actriz July Restifo hacia su persona, como parte de la representación que allí se efectuaba. En una crónica en homenaje al actor, el artista plástico Carlos Zerpa recuerda que los espectadores estaban fascinados por los efectos especiales, por la actuación magistral y por el grito de dolor del actor, mientras sus compañeros entendían perfectamente que no se trataba de teatro, si no que el fatídico accidente en verdad había ocurrido. «MAE fue llevado de emergencia al Hospital Universitario de Caracas en donde falleció once días después cuando tenía apenas 22 años de edad… Este fue su último Performance.»
Elba Escobar y Javier Vidal recrean la escena de la muerte en el escenario.
Fotograma de la película Homicidio Culposo.
En su honor la Fundación Rajatabla creó el premio Marco Antonio Ettedgui, de gran prestigio en el ámbito teatral. Su muerte sería recreada luego en una de las películas más taquilleras del cine venezolano de los 80: Homicidio Culposo, dirigida por César Bolívar en 1984. Elba Escobar asumía el rol de Alicia Rodríguez, homicida accidental de su novio, el actor Juan Carlos Johnson (Javier Vidal), en uno de los momentos culminantes de la obra “Juana la Americana”, una historia sobre la revolución en el Alto Perú. Entre el público ficticio de la trama cinematográfica, July Restifo observaba con interés la escena. Restifo hacía el papel de Nancy, amiga íntima de Alicia Rodríguez. Un guiño no excepto de morbo, sin duda, que los espectadores captaron rápidamente.

July Restifo, una testigo diferente.
Fotogramas de la película Homicidio Culposo

sábado, 6 de octubre de 2012

Una reflexión para estos tiempos...


Canto de esperanza
Rubén Darío

Un gran vuelo de cuervos mancha el azul celeste.
Un soplo milenario trae amagos de peste.
Se asesinan los hombres en el extremo Este.

¿Ha nacido el apocalíptico Anticristo?
Se han sabido presagios, y prodigios se han visto
y parece inminente el retorno del Cristo.

La tierra está preñada de dolor tan profundo
que el soñador, imperial meditabundo,
sufre con las angustias del corazón del mundo.

Verdugos de ideales afligieron la tierra,
en un pozo de sombras la humanidad se encierra
con los rudos molosos del odio y de la guerra.

¡Oh, Señor Jesucristo!, ¿por qué tardas, qué esperas 
para tender tu mano de luz sobre las fieras
y hacer brillar al sol tus divinas banderas?

Surge de pronto y vierte la esencia de la vida 
sobre tanta alma loca, triste o empedernida,
que, amante de tinieblas, tu dulce aurora olvida.

Ven, Señor, para hacer la gloria de ti mismo,
ven con temblor de estrellas y horror de cataclismo, 
ven a traer amor y paz sobre el abismo.

Y tu caballo blanco, que miró al visionario,
pase. Y suene el divino clarín extraordinario.
Mi corazón será brasa de tu incensario.


The Gardener of Hope, del artista Jason de Caires Taylor. 
Museo Submarino de Cáncún

jueves, 13 de septiembre de 2012

A propósito de las 25 mil entradas a este blog


ODA A LOS NÚMEROS
Pablo Neruda

¡Qué sed
de saber cuánto!
¡Qué hambre
de saber
cuántas
estrellas tiene el cielo!

Nos pasamos
la infancia
contando piedras, plantas,
dedos, arenas, dientes,
la juventud contando
pétalos, cabelleras.
Contamos
los colores, los años,
las vidas y los besos,
en el campo
los bueyes, en el mar
las olas. Los navíos
se hicieron cifras que se fecundaban.
Los números parían.
Las ciudades
eran miles, millones,
el trigo centenares
de unidades que adentro
tenían otros números pequeños,
más pequeños que un grano.
El tiempo se hizo número.
La luz fue numerada
y por más que corrió con el sonido
fue su velocidad un 37.
Nos rodearon los números.
Cerrábamos la puerta,
de noche, fatigados,
llegaba un 800,
por debajo,
hasta entrar con nosotros en la cama,
y en el sueño
los 4000 y los 77
picándonos la frente
con sus martillos o sus alicates.
Los 5
agregándose
hasta entrar en el mar o en el delirio,
hasta que el sol saluda con su cero
y nos vamos corriendo
a la oficina,
al taller,
a la fábrica,
a comenzar de nuevo el infinito
número 1 de cada día.
Tuvimos, hombre, tiempo
para que nuestra sed
fuera saciándose,
el ancestral deseo
de enumerar las cosas
y sumarlas,
de reducirlas hasta
hacerlas polvo,
arenales de números.
Fuimos
empapelando el mundo
con números y nombres,
pero
las cosas existían,
se fugaban
del número,
enloquecían en sus cantidades,
se evaporaban
dejando
su olor o su recuerdo
y quedaban los números vacíos.
Por eso,
para ti
quiero las cosas.
Los números
que se vayan a la cárcel,
que se muevan
en columnas cerradas
procreando
hasta darnos la suma
de la totalidad de infinito.
Para ti sólo quiero
que aquellos
números del camino
te defiendan
y que tú los defiendas.
La cifra semanal de tu salario
se desarrolle hasta cubrir tu pecho.
Y del número 2 en que se enlazan
tu cuerpo y el de la mujer amada
salgan los ojos pares de tus hijos
a contar otra vez
las antiguas estrellas
Y las innumerables
espigas
que llenarán la tierra transformada.