Pedro Oporto y su obra Sueños de Libertad |
Primer punto a aclarar: Pedro Oporto no nació en Cabimas. Su ciudad natal fue Barcelona, estado Anzoátegui, donde vio la luz el 8 de julio de 1902. A la edad de ocho años perdió a sus padres y quedó al cuidado de una tía solitaria.
Como había mostrado desde niño una innata disposición al arte, corriendo el año 1912 recibió consejos y orientación de un viejo pintor francés supuestamente apellidado Perrouguet, quien cada tarde recibía a este muchachito menudo y tímido en donde funcionaba su desordenado estudio. También a temprana edad se dedicó a tallar la madera y a los 12 años elaboró un Cristo Negro que regaló a la iglesia del pueblo y del cual él mismo señaló en una entrevista al diario Panorama (1) desconocer su paradero definitivo.
El niño Pedro |
No obstante, alguien con su sensibilidad no era persona de quedarse en un solo lugar a la espera de que los tiempos cambiaran. Movido por su afán de lograr mejores condiciones de vida, en su adolescencia viajó a Ciudad Bolívar, donde luego de pasar diversas penurias fue acogido por la familia Larrazábal Ugueto. De allí se trasladaría a Caracas, con 18 años de edad, en búsqueda de mejores oportunidades de vida.
El joven Pedro |
En esos años se dedicaba a diversas actividades para sobrevivir: decoró zaguanes en las casonas de El Paraíso y algún amigo le consiguió la oportunidad de hacer dibujos publicitarios para la Litografía El Comercio.
Al referirse a este periodo en la vida del pintor, la educadora y ensayista Nancy Noguera expresó en un folleto dedicado a Oporto: “Caracas era una ciudad complicada y difícil para un joven soñador con muchos proyectos en la cabeza, pero sin dinero, tímido y con muy pocas relaciones. Por ello, tres años más tarde se marcha a probar suerte en Maracaibo y se inscribe como parte de la tripulación del vapor “Progreso”, con el que recorre las Antillas”. Más tarde llegaría al grado de contramaestre en esa misma embarcación.
Paseo en el lago. Obra de Pedro Oporto, cortesía de Edicta García de Negrón. |
Viviendo en en Zulia, Pedro ejerció otros oficios para ganarse la vida y así se desempeñó como herrero y electricista en las transnacionales de la época, la Creole Petroleum Corporation y la Mene Grande Oil Company.
No obstante, para alguien creativo como Oporto, la industria petrolera no era lo que buscaba. Ya establecido en Cabimas, tierra agreste que vive a espaldas del petróleo explotado por intereses foráneos, desarrolló algunas habilidades que le permitieron su sustento en el futuro: estudió por correspondencia mecánica dental y fotografía, ambos oficios por los que sería ampliamente conocido. Un técnico norteamericano le traducía las enseñanzas que le llegaban del Instituto de Filadelfia.
Don Pedro con su banda masónica, elaborada a mano por él mismo. Foto cortesía Edicta García de Negrón. |
La realidad de la vida (1943). Foto cortesía Edicta García de Negrón |
En 1947 se atrevió a montar una exposición de sus obras en el local de la farmacia de Víctor Romero Galué, según él mismo lo manifestó a Prieto Soto, información recogida en el libro Cultura y Petroplástica Costa Oriental (3).
La Primavera (1943). Foto cortesía Edicta García de Negrón. |
Prieto Soto lo consideraba como un “copista y pintor autodidacta. Los temas simbólicos los llevó a la tela con una técnica realista, que recuerda la pormenorización de los pintores primitivos, y detrás de la cual se plasma una intensa cualidad poética”.
Para el periodista y crítico de arte Sergio Antillano, Oporto “pintó el sentimiento, el mito, el amor, el pecado capital y la aventura solo para que recordemos”. Por su parte, Nancy Noguera, en su artículo Arte popular en Venezuela: raíces y vigencia (4) es más precisa:
En Tinieblas. Foto cortesía Edicta García de Negrón |
Oporto pintaba lo que quería, ángeles y amantes en la plaza, muchachas en flor ardientes, diosas o retratos familiares, poco importaba, era su visión, su lenguaje eminentemente fabulatorio, la lectura de una realidad empapada del sobresalto de lo imposible.”
Como hombre polifacético, entre sus amigos Pedro se hizo famoso por sus habilidades como prestidigitador y en más de una ocasión presentó un espectáculo de magia ante maravillados asistentes. También fue un inventor popular y entre sus creaciones se encuentran un candado de combinación, una alarma de vibraciones y una cámara de revelado fotográfico, las cuales lamentablemente nunca fueron patentadas.
Pedro Oporto junto a su obra Visión |
En 1979, luego de la toma de la Escuela de Artes Plásticas de Cabimas, la directora del Instituto Zuliano de la Cultura, Lía de Bermúdez, anunció el cambio de nombre de dicha institución. Así, a partir del 2 de abril de ese año se llamaría Escuela de Artes Plásticas Pedro Oporto en lugar de Vitaliano Rossi, como un justo homenaje a la figura del pintor popular.
El Romántico. Foto cortesía de Edicta García de Oporto |
Las Espigadoras. Foto cortesía de Edicta García de Negrón |
Valentina en el país de las margaritas. Retrato de Valentina Contramaestre. Foto cortesía Edicta García de Negrón. |
Entre el 23 y el 30 de octubre de 1981, el Instituto Municipal de la Cultura y Bellas Artes de Cabimas, bajo la gestión de Flor Romero, ofreció una exposición colectiva titulada Los Pintores Populares y el Infierno Petrolero, en la cual Pedro Oporto compartió espacio con otros creadores populares como Rafael Vargas, Luis Alberto Sánchez, Rafael Chirinos y Ángel Benito Pirela(5).
A sus 80 años, todavía se mantenía visible en los actos culturales locales y presto acudió a la inauguración del I Salón de Pintura Lagoven Costa Oriental el 30 de noviembre de 1982, donde posó junto a Emerio Darío Lunar y Margarita Soto, en un encuentro muy significativo para la cultura cabimense.
Obra en posesión del IMCBA de Cabimas. |
Como colofón y para ratificar la percepción que se tiene de que su producción artística fue subvalorada por la crítica y el público en su momento, es muy esclarecedor el comentario del crítico de arte Roberto Guevara, quien calificó a Pedro Oporto como un “artista singularísimo, extravagante y original florecido a la sombra de las más peculiares circunstancias y con una suerte tercamente ingrata. Casi toda la obra perdida, destruida y sin ubicar. Como el retrato de general gomecista por el que le obsequiaron veinte bolívares. O las diosas del Art Noveau borradas por un inclemente aguacero cuando fueron olvidadas en el patio. O peor aún, por los cientos de trabajos que pasaron de mano en mano, todas indiferentes, todas despectivas, hasta conducirlos al más absoluto de los destinos: la destrucción.”
Ninfa, obra de Pedro Oporto. Foto cortesía de Edicta García de Negrón |
Don Pedro, durante la inauguración de su retrospectiva en 1979. Foto cortesía grupo Facebook Cabimas en el tiempo |
Fuentes consultadas
(1) Pedro Oporto: hombre que ha dedicado toda su vida al arte cumple 82 años. Diario Panorama, 08/07/1984, p.19
(2) Pedro Oporto desde hoy en la Malú Fuenmayor. Diario Panorama, 12/08/1990, p. 1-7.
(3) Prieto Soto, Jesús (2000). Cultura y Petroplástica Costa Oriental.
(4) Noguera, Nancy (1987). Arte popular en Venezuela. Raíces y vigencia. Revista Sic No. 500, diciembre de 1987, Centro Gumilla. Pp. 544-547
(5) Panorama, 04/11/1981, p.24
(6) Panorama, 13/05/1987, p. 4-9.
Su obra tuvo una suerte infortunada, pero a partir de tu retrato uno puede pensar que eso no le importó mucho y que vivió una vida bastante plena, llena de incidentes y novedades más bien generadas por él mismo.
ResponderEliminarJuan Bravo
Colega, Gracias por este calioso aporte a la historia del arte en Cabimas!
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