"El arte dramático, en su opinión, es saber cómo llenar un suéter". Bette DavisHoy estaría cumpliendo 80 años uno de los candentes símbolos sexuales de la década del 50: Jayne Mansfield. Época de fuerte competencia para las rubias en la industria del cine, donde las contendientes eran del calibre de Mamie Van Doren, Anita Ekberg, Diana Dors, Betty Hutton, Bárbara Nichols, Betty Brosmers, Carroll Baker, Cleo Moore, Joi Lansing, Sheree North, Kim Novak y, la reina de todas, Marilyn Monroe.
Vera Jayne Palmer, su verdadero nombre, nació el 19 de abril de 1933 en Bryn Mawr, Pennsilvania. A lo largo de su corto reinado en las pantallas cinematográficas, desplegó una existencia plena de extravagancias que atrajo la atención de los medios masivos.
Jayne y su baño kistch |
Pero mucho antes de su efímero éxito, Jayne había tenido que trabajar muy duro para hacerse notar y llegar al lugar que deseaba. Su camino hacia el estrellato lo basó en su exuberante figura. Muy joven, participó en concursos de belleza que le ayudaron a catapultarse al mundo de la moda y el cine. En esos primeros años de su carrera, Vera ya había adoptado el apellido de su primer esposo, Paul Mansfield, un estudiante con quien se había fugado y casado en 1950. Ese mismo año nació su primera hija, Jayne Marie.
Luego de mudarse a California, retomó sus estudios de interpretación y se dedicó al fotomodelaje. Las medidas de Jayne eran exuberantes: 102-56-89. Su figura curvilínea, especialmente sus desbordados pechos, le permitió llamar la atención de productores cinematográficos y del público. Inteligente como era, a pesar de la imagen de rubia tonta a la cual se le asociaba, siempre estuvo consciente de su atractivo físico como el motor de su carrera. De hecho, cuando estaba en su apogeo y le preguntaron qué aconsejaría a las nuevas estrellas, su respuesta fue contundente: «Para establecerte como actriz, tienes que ser bien conocida. A una chica que acaba de empezar, me gustaría decirle que se concentrara en la actuación, pero ella no tiene que ir por ahí cubierta con una cobija.»
Jayne nunca temió mostrar su desnudez. Acá en una foto publicada por la revista Playboy. |
El año de su despegue fue 1957: estrenó Bésalas por mí, dirigida por Stanley Donen, con Cary Grant como coprotagonista; y Una mujer de cuidado, de Frank Tashlin, una comedia que ella había representado en Broadway en 1955.
Aunque su imagen sexy pareciera no compatible con sus continuos embarazos, Jayne no concebía este rol como algo ajeno a su vida y así lo afirmó en una declaración a la prensa: «Siempre he considerado a mi persona y a mi carrera como dos cosas distintas y separadas. Hay una Jayne Mansfield en casa, una esposa y madre devota; y existe Jayne, el símbolo sexual, que es mi carrera. Yo siempre las he mantenido completamente aparte y separadas.»
Las dos rubias explosivas de los 50, Jayne y Marilyn, coincidieron en el estreno de la película La rosa tatuada (1955). |
Una atractiva Jayne morena. |
Las habilidades dramáticas de Jayne nunca fueron apreciadas por la crítica. Ella misma estaba consciente de ello. Al enterarse de que la 20th Century-Fox había mentido acerca de ser considerada para el papel principal en una película sobre la vida de Jean Harlow, dijo: «Tengo miles de cartas aquí, de personas de todo el mundo, diciendo que soy la Harlow perfecta... naturalmente hago sus gestos de acariciar mi cuerpo y los brazos de esa manera. Pero no, no pueden verme interpretando el lado dramático de la vida de Harlow.»
Jayne: una leyenda ronda su muerte. |
Durante décadas circularon rumores según los cuales Jayne había muerto decapitada, algo que fue desmentido en su oportunidad por su hija Jayne Marie. Todo comenzó cuando los fotógrafos y la policía encontraron su peluca platinada sobre la tapa del motor en el lugar del accidente y asumieron que era su cabeza; de allí partió la confusión. Sin embargo, según su certificado de defunción, emitido en Nueva Orleans, la causa inmediata de su muerte fue el aplastamiento del cráneo, con pérdida de masa encefálica; otras lesiones incluyeron fractura cerrada del húmero derecho y múltiples laceraciones en las manos y las extremidades inferiores.
El funeral de Jayne fue el 3 de julio de 1967, en un pequeño acto en el que su familia, incluyendo su segundo marido Mickey Hargitay, asistió al mismo lugar en Pen Argyl, Pennsylvania, donde fue enterrado el padre de la actriz.
A 80 años de su nacimiento y 45 de su temprana desaparición, la fama de Jayne Mansfield aún pervive gracias a sus mejores películas y a esa imagen a mi parecer totalmente camp que transmite, incluso en sus desnudos.
En 1980 Loni Anderson la encarnó en el especial La historia de Jayne Mansfield, en el que Arnold Schwarzenegger interpretaba a Mickey Hargitay. A finales de los 70 y principios de los 80, su hija Jayne Marie fue modelo de Playboy, revista de la cual su madre fue Playmate en febrero de 1955. De hecho, ella fue calificada como la No 2 (de 100) de las Playmates de todos los tiempos, según la publicación.
televisivo
Mariska Hargitay se inclinó hacia la actuación: participó en el film Leaving Las Vegas y ha alcanzado la popularidad gracias a su personaje de Olivia Benson en la serie La Ley y el Orden: Unidad de Víctimas Especiales, transmitido desde 1999 por la ABC. En entrevista publicada en el portal de la revista Redbook, Mariska recordó la prematura muerte de su madre. Manifestó no recordar el accidente, pero el trauma de esa experiencia —aseguró—, ha forjado su visión actual sobre la vida. «La pérdida de mi madre a una edad tan temprana es una cicatriz en mi alma», dijo. «Pero siento que, en última instancia, me convirtió en la persona que soy hoy.»
Siempre bajo el ojo público: Sophia Loren "admira" a Jayne. |
Estupendo. Nunca he visto una de sus películas.
ResponderEliminarJuan Bravo