martes, 31 de mayo de 2011

Más que sellos en el pasaporte

Se define a sí mismo como el Marco Polo maracucho y razones tiene para compararse con el gran explorador veneciano del siglo XIII e insigne narrador de sus aventuras de viaje. Ciertamente, William Linares ha acumulado sellos en su pasaporte por el simple placer de conocer nuevas culturas, admirar monumentos y maravillas naturales de nuestro mundo, en un afán por sumar experiencias que le permitan crecer como persona y como periodista, su verdadera profesión.

Ha visitado 41 países en total: España, Francia, Italia, Holanda, Alemania, Suiza, Austria, Principado de Mónaco, Estado del Vaticano, Bélgica, Principado de Luxemburgo, Finlandia, Noruega, Dinamarca, Suecia, República Checa, Polonia, Hungría, Portugal y Grecia, en Europa; Marruecos y Egipto,en África; Israel, Palestina, con breves estancias en Arabia Saudita y Qatar, en el Medio Oriente; Rusia, en el continente Euroasiático; Taiwán, Japón, República Popular China, Corea del Sur, Hong Kong, Macao, Tíbet, India, Nepal, Tailandia, Malasia, Singapur y Laos, en Asia; Estados Unidos y Canadá, en Norteamérica; y Aruba y Colombia, en Suramérica.

Escenarios tan diversos como el Museo del Louvre, la Torre Eiffel, la gran Muralla China, el palacio de Buckingham, el Taj Mahal, el palacio de Versalles, la Torre inclinada de Pisa, las ciudades de Nueva Órleans y Boston, la Estatua de la Libertad, Nueva York, Nueva Delhi, entre muchos otros, han sido disfrutados por este maracucho, nacido en la Maternidad Castillo Plaza y quien actualmente reside en el sector Valle Frío, a escasas cuadras del tradicional barrio de Santa Lucía, desde donde imagina el próximo viaje que le llevará a explorar nuevos horizontes.

Anécdotas acumula por montones, desde una pernocta clandestina en Moscú, con la visa para entrar al país vencida, hasta presenciar los lamentables sucesos del 11 de septiembre de 2001, con vista en primera fila del derrumbe de las Torres Gemelas en Nueva York. Sin embargo, preferiría dejar que sea él mismo, con su propia voz, quien narre estas experiencias en unas crónicas que aún nos debe y que, por supuesto, algún día se aprestará a escribir.


William nunca olvida compartir sus vivencias de viaje con sus familiares y amigos, no sólo mostrando sus abultados álbumes de fotografías, si no además en objetos que obsequia con espíritu generoso. Sin embargo, lo verdaderamente particular es su colección de tazas (mugs) que ha traído de cada uno de los países que ha visitado, las cuales ya ascienden a más de cien.

Este ciudadano del mundo, quien por primera vez se transportó en un avión a los 9 años de edad, en un pequeño aparato bimotor desde Santa Bárbara del Zulia con destino hacia Maracaibo, hoy se dedica a la enseñanza del inglés en un instituto educativo privado en Maracaibo, lejos ya de las labores como comunicador corporativo que desempeñó en PDVSA hasta el año 2003.

La capital zuliana, ciertamente, ha ofrecido un gran número de personajes que se han dado a la tarea de explorar nuestro planeta. William, junto a otros buenos amigos como Mirna Chacín, Luis Gómez, Mirem De Ondiz y Laura Fernández, entre otros trotamundos, son prueba de ello. Sin embargo, quiero dedicar este primer post de gente que viaja a mi compadre William Linares, por su reciente cumpleaños, con la recomendación que el slogan de la extinta línea aérea Pan Am hiciera a través de sus comerciales en la TV venezolana de los años 70: "Vámonos, diga adiós, el mundo te espera, vamos a volar"...



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