En 1981, Viola Wills visitó Maracaibo para ofrecer dos conciertos en el legendario Pub Club. Eran los últimos coletazos de la música disco y la recordada cantante de éxitos como Si pudieras leer mi mente y Me voy a quedar sola sin ti emocionó a un selecto auditorio conformado por más de 400 personas en la capital zuliana.
El diario Panorama (08/03/1081, p.30) reseñaba el clamoroso éxito en su primera presentación de la delgada y “hasta un poco desgarbada” intérprete afroamericana, a quien calificó como una artista en toda la extensión de la palabra. “Aparte de su calidad individual, cada uno de sus músicos tiene un arte que demostrar y ello queda en evidencia cuando ella les permite actuar por sí solos, contagiando el ambiente de una magnitud artística, como pocas veces hemos tenido aquí en Maracaibo”.
La presentación, pautada para una hora y cinco minutos, se extendió por 25 minutos más, pues el público de pie no la dejaba ir y, según el medio informativo, ovacionó a la estrella como hacía tiempo no se veía en estos predios. En cuatro oportunidades los asistentes pidieron que regresara a la tarima e incluso cuando ya habían desconectado los micrófonos, a los gritos de “otra, otra, otra”, Wills regresó al escenario para complacer a la audiencia. Una tercera presentación fue concertada esa misma noche y el 8 de marzo, la voz de Viola volvió a brillar en el Club Alianza.
Otra que triunfaba en 1981 era María Conchita Alonso. Panorama se hacía eco de su éxito en Europa, donde bajo el nombre artístico de Ámbar había vendido 200 mil copias del disco en inglés The Witch, con canciones de Rudy La Scala. Para el 27 y 28 de marzo se anunciaban entonces sus presentaciones en Maracaibo y Cabimas, respectivamente.Para María Conchita, fue un año de consolidación de éxitos en RCTV, con su participación en la serie Angelito, junto a Raúl Amundaray y la estrella infantil Amílcar Rivero, así como su protagonización de dos telenovelas junto al galán zuliano Jean Carlo Simancas: Marielena y Luz Marina. Había ya dado los primeros pasos para su proyección internacional en Hollywood, pues había emigrado a Los Ángeles para interpretar pequeños papeles en series de televisión. Pocos creían en ella —si no lo había logrado Lupita Ferrer con el apoyo de Hall Bartlet, consideraban que era cuestión de tiempo su regreso sin gloria—. Ella, terca como era, se encargó con el tiempo de demostrar que podía lograr una sólida carrera en el cine y la televisión norteamericanos.
La juvenil Arelys daba un vuelco a su carrera e iniciaba sus primeras giras con una revista musical al estilo de Lila y Mirla Castellanos. Contaba para ello con una banda y coreografías de la conocida Gudelia Castillo. Su debut en esta nueva faceta fue en el espacio de variedades La Gran Revista por Venezolana de Televisión y tenía programadas presentaciones en el interior del país donde, en sus propias palabras, usaba atuendos “muy interesantes, muy sexy todos y los números también sin caer en lo grotesco. En cada actuación hago cuatro cambios de topa. Todas las piezas son nuevas y de otro estilo, incluyendo en ocasiones solamente un popurrí con aquellos hits de siempre, todo en español”.
Una noticia insólita se colaba en medios periodísticos, al conocerse el implante de cabello realizado al actor Raúl Amundaray, quien por temor a quedarse calvo invirtió en este tratamiento la cantidad de 16 mil bolívares.
Los matinées se habían convertido en el reino casi absoluto de la productora Disney: Contacto en Londres (1979), en el cine Las Tejas, era la más reciente de este lote de películas, seguido por Cupido motorizado enamorado (1977) en el cine Lido. Bambi (1942) en el Roxy; y la eterna Blanca Nieves y los siete enanitos (1937) en Valle Claro, ratificaban que los clásicos permanecían incólumes en el gusto infantil. Excepción en la taquilla: La colina de Trinity (1969), con Bud Spencer y Terence Hill, en el Varillal; y Los Beatles (1979), un drama musical de poco renombre dirigido por Richard Marquand, en el París.
Se anunciaban los estrenos de Terror en la noche de graduación (1980), una mediocre película de terror con Leslie Nielsen y Jamie Lee Curtis; pero también del clásico de culto de Brian de Palma, Vestida para matar (1980), con Michael Caine, Angie Dickinson, Keith Gordon, Nancy Allen y Franz Dennis; y la insuperable Gloria (1980), de John Casavettes, con la imprescindible Gena Rowlands.