Te imagino
apoyada en la ventana,
la mirada entre altiva e incitante.
Desdeñosa escudriñas mi figura.
¿De qué niñez perdida me hablas?
¿De cuántas sábanas desordenadas
en un amanecer que nunca llega?
Con tu escote me invitas
a tocar tu piel;
pero tu mirada, Marilyn,
tu mirada…
No deja perderme
en un torbellino ilusorio.
Sólo refleja tristeza y abandono.
Me recuerda mi soledad.
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