miércoles, 16 de enero de 2019

Ilustres cadáveres

Judy Garland, inolvidable Dorothy
Londres, París, Los Ángeles…el sitio no importa cuando la muerte llega. A veces te encuentra en el sitio más inesperado. Lo cierto es que, con frecuencia, algunos acuden a la cita fatal a destiempo, si bien cada ladrillo del camino advertía la colisión inexorable. Otros, por el contrario, se encuentran en el lugar equivocado solo para descubrir al final que su destino ya había sido marcado sin que ellos lo supieran.

En el primer grupo se encuentra Judy Garland. El cine hollywoodense vio transformarse a la inocente Frances Ethel Gumm, miembro de un grupo de vaudeville junto a sus hermanas, primero en revelación infantil, luego en prometedora estrella adolescente y finalmente en consagrada actriz de los géneros musical y drama, donde brilló en títulos como El mago de Oz (1939), la serie de Andy Hardy (1938-1941), Cita en Saint Louis (1944), El reloj (1945), Repertorio de verano (1950), Nace una estrella (1954) y El juicio de Nüremberg (1961).  

Judy en su legendario número en Summer Stock.
Sin embargo, la leyenda de Garland ha sido alimentada con la tragedia personal de esta extraordinaria intérprete, cuya vida fue signada por los fracasos amorosos y la inmisericorde explotación por parte del régimen  de Hollywood y de la Metro Goldwin Mayer, especialmente del todopoderoso Louis B. Mayer, quien suministraba una constante dosis de fármacos que ella tenía que consumir para aguantar el exagerado ritmo de trabajo y evitar su tendencia al sobrepeso. Tal dependencia la llevaría a profundizar sus trastornos mentales y la condujo a padecer de anorexia, alcoholismo, drogadicción y a una lucha continua por superar su carácter inseguro.

La diminuta Judy —apenas medía 1,51 mts.— aseguraría en alguna entrevista: “Siempre estuve sola. La única vez que me sentí aceptada o deseada fue cuando estuve en el escenario actuando. Supongo que el escenario era mi único amigo: el único lugar donde me podía sentir cómoda. Era el único lugar donde me sentía igual y segura."

Mickey Dean y Judy Garland. Fuente: Express
El 22 de junio de 1969 fue encontrada muerta en el baño del apartamento que compartía en Londres con su quinto esposo, Mickey Dean. Preocupado al despertar y no encontrarla, este se dirigió instintivamente a la sala sanitaria, la cual encontró cerrada. El hombre salió de la casa, escaló a la ventana y desde allí divisó su cuerpo inerte, ya en rigor mortis, con la cabeza caída sobre su pecho y sentada en el inodoro.

Si bien su defunción se produjo por una sobredosis de barbitúricos, la versión oficial la atribuyó a un paro cardíaco accidental. A su funeral, realizado el 27 de junio de ese año, asistieron más de 20.000 personas, quienes permanecieron en el lugar durante horas para poder despedir los restos embalsamados de su ídolo.

La cultura popular ha querido enlazar la muerte de Garland con la lucha por los derechos de los homosexuales —sus eternos fanáticos— a través de los sucesos ocurridos un día después del deceso de la estrella. En esa fecha, un grupo de sus seguidores se encontraban en un bar de ambiente neoyorquino escuchando las canciones de Judy, de quien se sentían conmovidos deudos. Cuando los policías entraron en el local, el Stonewall Inn, para efectuar una de sus abusivas redadas, estos clientes enfrentaron a las autoridades y dieron inicio a violentas y espontáneas manifestaciones. La confrontación ha sido considerada el inicio de los movimientos reinvidicativos de los grupos LGBT, en los que Judy tal vez sirve como telón de fondo musical pero no detonante como se le quiere hacer ver. De esto hacen ya cinco décadas, pero solo es uno de los hechos llamativos, cuando no perturbadores, registrados en ese fatídico año.

Sharon Tate. Fuente: Independent.ie
En el segundo grupo de las víctimas del destino se encuentra una modelo y actriz, ícono de los años 60, quien se convertiría en referencia no precisamente por su talento. Se trata de Sharon Tate. El 9 de agosto de 1969 los seguidores de Charles Manson ingresaron subrepticiamente en el 10050 de Cielo Drive, en Beverly Hills, para asesinar con saña e inusitada violencia  a un grupo de celebrities  entre quienes estaban Jay Sebring, Abigail Folger, Steven Parent, Vyteck Frytowski y Tate, apuñalada 16 veces apenas a dos semanas de alumbrar a su primogénito. El caso se convirtió en uno de los más sangrientos que se recuerden, donde las drogas, las sectas satánicas y el movimiento hippie cobraron relevancia como elementos del espeluznante rompecabezas.

Un embarazo interrumpido.
Sharon despuntaba en la escena cinematográfica como una prometedora estrella en ciernes, gracias a su belleza y a su intervención en las cintas El baile de los vampiros, donde conoció a Roman Polanski; y en El Valle de las Muñecas, versión del bestseller de Jacqueline Susan. Sin embargo, su vida personal no fue precisamente un cuento de hadas. Según Ed Sanders, su biógrafo en el libro “Sharon Tate: A life”, después de haber ganado importantes concursos de belleza, fue víctima de una violación por parte de un soldado que la pretendía. Esto marcó lo que sería el inicio de muchos complejos o inseguridades en su persona. Padeció una relación extremadamente violenta con el actor francés Phillipe Forquet y su matrimonio con Roman, a quien conquistó durante su estancia en Londres y con el que contrajo matrimonio en 1968, no estuvo exenta de excesos, entre los cuales las drogas y el sexo tenían un rol principal.

Fuente: NY Daily News
Las víctimas de la matanza.
Fuente: Truecrimezone
El sueño con el estrellato devino en una oscura pesadilla aquella fatídica noche, de la cual Polanski pudo escapar pues había viajado a Londres. La pareja había tenido desaveniencias por el embarazo de Sharon y, de hecho, Roman había pedido a la joven que abortara, a lo cual ella se rehusó. Él prefirió alejarse antes del nacimiento del bebé, en una decisión que marcaría amargamente el resto de su vida.

Irónicamente, el 19 de diciembre del año pasado, Manson falleció en prisión, donde fue recluido luego de ser sentenciado en 1971 a morir en la cámara de gas. Esta condena le fue conmutada por cadena perpetua después de declararse inconstitucional castigar con la muerte a los reclusos en California. Si bien él no participó directamente en el múltiple homicidio, su rol fue decisivo en los asesinatos al instar a sus seguidoras más jóvenes —que formaban parte de la denominada Familia Manson— a asesinar a siete personas (las otras dos eran el matrimonio LaBianca, acuchillados un día después para tratar de despistar a las autoridades). A juicio de los fiscales, todo era parte de un plan para incitar una guerra racial. Charles tenía 83 años y su muerte por causas naturales resulta como mínimo una paradoja para alguien con un pasado tan cruento.

Dolorosa por la crueldad que la marcó, la muerte de Sharon Tate cerró una década especialmente violenta en los Estados Unidos de Norteamérica, en la cual murieron por las balas el presidente de esa nación John Fitzgerald Kennedy (1963) y su hermano, el senador Robert Kennedy (1968); el líder de los derechos civiles afroamericano Martin Luther King (1968) y el más radical de los activistas negros, Malcolm X (1965).

Barbara Bates
Otra que en algún momento aspiró al estrellato y vio sus sueños truncados fue la actriz Bárbara Bates, quien fue hallada muerta el 18 de marzo de 1969 en el garaje de su casa en un aparente suicidio por inhalación de monóxido de carbono de su coche. Con apenas 43 años, Bates se despedía de una vida llena de frustraciones. Su incursión en el mundo cinematográfico se inició de manera auspiciosa con un pequeño papel al final de la película Eva al desnudo, el film clásico de Bette Davis estrenado en 1950. A los pocos años se encontró con una fallida carrera, que sumado a un historial de fracasos matrimoniales, cuadros depresivos recurrentes y problemas financieros culminó fatalmente en los vapores tóxicos emanados de su vehículo.

Jean Seberg en el set de Sin aliento (1960)
Fuente: Raymond Cauchetier
Una década más tarde, otra tragedia asomaría sobre el persistentemente enrarecido panorama cinematográfico. A finales de agosto de 1979, familiares de la actriz estadounidense Jean Seberg reportaron su desaparición. La protagonista de clásicos como Juana de Arco (1957) y Buenos días, tristeza (1958), ambas de Otto Preminger, se había convertido en un ícono de la Nouvelle Vague francesa por su protagonización junto a Jean Paul Belmondo de Sin aliento (A bout de Souffle, 1960), de Jean-Luc Goddard. A pesar de su origen norteamericano y su incursión en Hollywood, sus mayores éxitos se produjeron en el cine europeo. No obstante, para la fecha, su buena estrella se encontraba en declive.

Fuente: LA Times
El 8 de septiembre el cuerpo sin vida de la actriz fue encontrado en el asiento trasero de un Renault, vehículo de su propiedad, estacionado en la calle General Apper, cerca de su apartamento en París. Estaba desnuda, cubierta únicamente por un poncho y en estado de descomposición. Había frascos de barbitúricos, una botella de agua mineral vacía y una nota para su hijo, pidiéndole perdón. La data de la muerte se estimó que había ocurrido el 30 de agosto.

Si bien tanto la familia como la policía lo calificó como suicidio, en 1995 su entonces guardaespaldas, Guy Pierre Geneuil, denunció que había sido asesinada. A su juicio, había muchas incongruencias entre los datos de investigación policial y las conclusiones. Apuntaba que la autopsia había evidenciado el uso de barbitúricos como causa de la muerte, pero también que había ocho gramos de alcohol en su sangre. Esta era una dosis letal que, en su opinión, le fue inyectada con fines mortales por representantes de la mafia argelina de tráfico de drogas. Hasta la fecha esta teoría no ha sido confirmada.

La vida amorosa de Jean había sido algo agitada. Casada en tres oportunidades, una de ellas con el diplomático y escritor Romain Gary, con quien procreó su hijo Alessandre, se vio ligada sentimentalmente al actor Clint Eastwood, al escritor mexicano Carlos Fuentes y al director español Ricardo Franco, entre muchos otros amantes ocasionales. No obstante, el mayor problema era su compromiso con los movimientos en favor de los derechos civiles, entre quienes se encontraban los Panteras Negras, lo cual le trajo serios inconvenientes con el gobierno norteamericano.

Fuente: Infobae
Seberg fue víctima de uno de los peores casos de difamación aceptados por el FBI. En  1970 el organismo de inteligencia hizo correr el rumor de que su segundo embarazo fue concebido durante sus relaciones con uno de los líderes del grupo afroamericano. Eran tiempos en que los prejuicios políticos y raciales podían arruinar una carrera, así que tal patraña tuvo consecuencias nefastas para su reputación. Los medios se hicieron eco del infundio y el propio esposo de la actriz tuvo que establecer una querella contra la revista Newsweek. Tristemente, el 23 de agosto Jean alumbró a una niña, que murió dos días más tarde. Tanto ella como su esposo decidieron efectuar el funeral a urna abierta, a fin de que se comprobara que la criatura era blanca.

Años más tarde, se revelaría que la actriz había sido vigilada y perseguida durante años por los servicios secretos norteamericanos, lo cual le causó inestabilidad emocional y mental que desembocaría en graves problemas sicológicos. Luego de varios intentos fallidos de suicidio, Jean encontró la muerte en tan turbias circunstancias.

Ciertamente, la cita mortal siempre es inexorable, incluso para aquellos a quienes el destino supondría un trato más benévolo por sus logros sobresalientes durante su trayectoria vital.

El cine, como siempre reciclando sus propias historias, anuncia para el 2019 el estreno de varias películas muy esperadas a propósito del aniversario luctuoso de algunas estrellas: Judy, que narra los últimos días de Garland en la piel de Reneé Zellgewer; Once Upon a Time in Hollywood, proyecto de Quentin Tarantino con Margot Robbie como la malograda Sharon Tate; The haunting of Sharon Tate, cinta de terror independiente dirigida por Daniel Farrands en la que Hillary Duff encarna a la rubia actriz, en una recreación de la vigilia de la masacre y los asesinatos; y Tate, dirigida por Michael Polish con Kate Bosworth, que interpreta a Sharon obviando el episodio de la masacre. No hay que pasar por alto Against all enemies, dirigida por Benedict Andrews y con Kristen  Stewart como Seberg. La trama recrea el momento cuando Jean fue investigada por el FBI por su activismo político.

Las tres primeras películas no cuentan con el apoyo de los familiares de Garland y Sharon. Liza ha marcado fuerte distancia con respecto al biopic de su madre mientras que las otras dos cintas han sido criticadas por la familia de Tate, al cuestionar que se quiera “explotar” su muerte en taquilla. Habrá que esperar el resultado final de estas producciones para constatar si valió la pena rememorar tales dramas.

1 comentario:

  1. Pobre Sharon. Años después, Fuentes la hizo trizas en ua novela que lo revela como un ser bastante bajo.

    ResponderEliminar