A finales de 1979, RCTV venía reinando en las programaciones dramáticas transmitidas a través de señal abierta de televisión en Venezuela. La primera dama de las telenovelas en ese canal era sin duda Doris Wells, quien había protagonizado en 1978 con enorme éxito
La Fiera, original de Julio César Mármol, que tenía como libretistas un combo de lujo: el propio Mármol, José Ignacio Cabrujas y Salvador Garmendia. El personaje de la catirrusia Isabel Blanco, que se debatía entre el amor de Daniel Meléndez (José Bardina) y su padre, Eleazar Meléndez (Carlos Márquez), le había permitido dar un vuelco interesante en su carrera. Sin embargo, cuando terminó la novela, Doris se tomó un descanso y aprovechó para regresar a las tablas con la obra
Casa de Muñecas, de Ibsen, donde encarnaba a Nora.
Marina Baura, otra de las estrellas del canal, no había tenido un buen año: su novela
Mabel Valdez, periodista, escrita por José Ignacio Cabrujas y supuestamente inspirada en la vida de la reportera Marietta Santana, había tenido una pobre acogida entre los televidentes. Por su parte, Mayra Alejandra había culminado de manera exitosa
El Ángel Rebelde y aún mantenía su estatus como primera figura. La actriz era una de las revelaciones de la década, desde su aparición en
La hija de Juana Crespo (1977), a la cual habían seguido otros éxitos como
Residencia de Señoritas y
Piel de Zapa.
No obstante, el suceso televisivo del año fue
Estefanía. También original de Julio César Mármol, esta producción se convertiría en la consolidación de la bella Pierina España como actriz de primera línea, luego de su exitosa protagonización ese mismo año de la miniserie
Sangre Azul, junto a José Luis Rodríguez, Jean Carlos Simancas y Carmen Julia Álvarez. Con una ambientación bien cuidada y rodeada de un excelente reparto,
Sangre Azul recordaba la trama de lo que
El viento se llevó, pero trasladada a los inicios de la Guerra Federal, con las variantes que eso implicaba.
Culminado este dramático, transmitido a las ocho de la noche, el próximo reto de la actriz tuvo lugar en un periodo histórico muy preciso y en horario estelar de las nueve de la noche. Pierina tenía nuevamente como galán a José Luis como
El Guácharo, líder encubierto de la resistencia contra una dictadura en la década de los 50, que claramente recreaba la Venezuela perezjimenista. Aunque los personajes no conservaban el nombre de los protagonistas reales, todo el país relacionó fácilmente al General Marcos Suárez Figueres y a los esbirros Pedro Escobar y Manuel Fulvio Lanz, interpretados por unos insuperables Luis Rivas, Gustavo Rodríguez y Tomás Henríquez, con los tristemente célebres represores de ese período. El elenco era de primera, con actores destacados por su trayectoria y profesionalismo, como Mahuampi Acosta, Agustina Martín, Julio Jung, Arturo Calderón, entre muchos otros.
Estefanía también fue el debut en las telenovelas de la ex miss María Conchita Alonso, quien ese mismo año aparecía en la pantalla grande de los cines locales en la película
Solón, dirigida por Enver Cordido y protagonizada por el comediante Toco Gómez. Alonso había servido con anterioridad de coanfitriona junto a Orlando Urdaneta en
Cuéntame ese chiste, pero su figura en dicho espacio cómico fue meramente decorativa. Con el personaje de Silvana Cataldo, María Conchita empezaba su figuración en los dramáticos, mientras paralelamente lanzaba su primer disco,
Love Maniac, bajo el seudónimo de
Ámbar.
Sorpresivamente, a mitad de la novela y en sus capítulos de mayor impacto, José Luis Rodríguez abandonó la producción para ir a consolidar su proyección internacional como actor y cantante.
El Guácharo, que era su personaje, fue enviado al exilio y un
Guácharo II ingresaría a la trama en la persona de Carlos Olivier, pero el impacto en la audiencia se hizo notar.
Para cuando
Estefanía estaba en su semana final, Venevisión estrenó
Emilia, escrita por Delia Fiallo y Ana Mercedes Escámez, con Elluz Peraza y Eduardo Serrano como la pareja protagónica. En sus primeros capítulos, esta telenovela mantuvo números bajos de sintonía, pero una vez terminada
Estefanía, se apoderó del
rating.
Durante 1979 se consolidaron las carreras de varias artistas provenientes de concursos de belleza, pues además de María Conchita y Elluz Peraza, Hilda Carrero emergió con fuerza gracias al personaje de Nereida, precisamente en
Emilia. De allí, vino su posterior protagonización en
El Despertar en 1980, para luego transitar triunfante el camino como primera figura de Venevisión.
Carrero también había participado en
Rosángela, una telenovela transmitida a mediados de 1979 por Venevisión, cuya audiencia había sido modesta. Su protagonista fue la afamada y polifacética actriz internacional Irán Eory; le acompañaba José Bardina, quien regresaba al canal donde había cosechado tantos éxitos.
En el cine, 1979 fue pródigo en películas muy interesantes:
Apocalipsis ahora, de Francis Ford Coppola, drama sobre el conflicto en Vietnam, con Martin Sheen y Marlon Brando;
Alien, el octavo pasajero, de Ridley Scott, revelaba a una Sigourney Weaver enfrentada a un alien infernal;
Manhattan, de Woody Allen, cautivaba con el propio Allen y Diane Keaton como inusual pareja;
Mad Max, de George Hiller, mostraba la cara violenta de Mel Gibson;
Desde el jardín, de Hal Ashby, era una crítica a los medios con Peter Sellers y Shirley McLaine;
Alcatraz, fuga imposible, de Don Siegel, con Clint Eastwood;
Moonraker, undécima entrega de la saga de James Bond, con Roger Moore y una bella Lois Chiles;
Aeropuerto 79: el Concorde, que entre su gran elenco de estrellas incluía a la aún cotizada Sylvia Kristel en un papelito menor;
El cazador, de Michael Cimino, que mostraba otra cara de Vietnam, con Robert de Niro, Christopher Walken, Meryl Streep y John Savage;
Kramer contra Kramer, drama intimista de Mike Nichols, con Dustin Hoffman y Meryl Streep; y
All that Jazz, otro de los grandes musicales de Bob Fosse, con Roy Scheider y una jovencísima Jessica Lange personificando a la muerte.
En materia un poco más erótica, Fellini estrenaba su versión de
Casanova, con Donald Sutherland; Bertolucci, una historia de incesto con Jill Clayburg:
La luna; R.W. Fassbinder nos impresionaba en
El Matrimonio de María Braun con una bellísima Hanna Schygulla; y Tinto Brass alarmaba a los pacatos con su casi pornográfica
Calígula, que estelarizaban Malcolm McDowell, Peter O´toole, John Gielgud y una jovencísima Helen Mirren.
Faye Dunaway se presentaba en los cines locales con el film
Los ojos de Laura Mars, un thriller de John Carpenter en el cual interpretaba a una fotógrafa profesional que descubría una conexión síquica con un asesino. La película, que incluyó a prometedores actores como Tommy Lee Jones y Raul Juliá, resultó no estar a la altura de todo el talento involucrado. Sin embargo, Dunaway se mantuvo en su puesto privilegiado como estrella de Hollywood, por lo menos hasta el inicio de los 80.
Todas estas figuras artísticas despertaban interés en Venezuela a finales de la década y su éxito era reflejado en un calendario publicado en una de las revistas de farándula nacionales. Visto hoy en día, su interés es casi histórico en materia de espectáculo. 1980 parecía promisorio en esa época, aunque ya en 1978 el para la fecha presidente electo Luis Herrera Campíns había basado su campaña electoral en la frase:
“¿Dónde están los reales?”.
Pronto los venezolanos despertaríamos de la ilusión de país saudita que nos arropó durante la década de los 70, gracias a un
Viernes Negro, de muy mala recordación y que no era más que la evidencia de las costuras de nuestra democracia bipartidista. Sin embargo, en los estertores de 1979, todo eso parecía muy lejano: pese a las voces agoreras, pocos querían asimilar el fin de un sueño, para muchos
Ta’barato. ¿Quién querría arriesgarse a aceptar un futuro pesimista en ese momento? ¡Nadie, ni locos!
Por ahora, disfrutemos de este calendario, todo un recuerdo
camp contrarevolucionario en tiempos como los que vivimos: